Opiniones

DOS A FALTA DE UNA

EL TIRO RAPIDO

Mario Rivadulla

La pasada semana tuvimos en TELEDEBATE la interesante y reveladora presentación del destacado geólogo, ingeniero Osiris de León, ofreciendo detalles en extremo preocupantes sobre los riesgos que involucra la que denomina «bomba bacteriológica» en el subsuelo de la ciudad capital.

Según de León, la ausencia de un alcantarillado sanitario y la falta de plantas de tratamiento, unido al significativo aumento de la población registrado por la Capital Primada así como la conversión de urbe horizontal, que era décadas atrás, a la de ciudad vertical en que se ha ido convirtiendo con la interminable construcción de edificios de apartamentos en sustitución de la propiedad individual ha generado un nivel de contaminación cada vez más concentrado y potencialmente peligroso.

La razón fundamental es la creciente filtración a través del subsuelo de las aguas negras, entiéndase las heces fecales, contaminando las fuentes de agua para consumo humano. Es una situación admitida por las autoridades sanitarias tanto como del ayuntamiento y la propia Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo, cuya solución requiere una elevadísima inversión de miles de millones de dólares.

La explosión de esta «bomba bacteriológica», advierte de León y confirmó luego también en TELEDEBATE el destacado especialista en infectología doctor Jesús Feris Iglesias, pudiera conducir a la ocurrencia de una epidemia de proporciones catastróficas.

Pero como si fuese poco, a falta de una tenemos dos bombas con alto poder de contaminación y de enormes consecuencias para la salud. Si la primera habita en el subsuelo, esta otra es a cielo abierto. De esta nos ofrece un minucioso y estremecedor reportaje la talentosa periodista de investigación Minerva Isa, en la edición del matutino Hoy de este día.

Se trata del vertedero de Duquesa, purulenta llaga que acertadamente califica de «lugar de espanto», donde cientos de hombres, mujeres y niños, los llamados «buzos», libran penosamente el sustento de cada día entre desechos y vapores contaminantes, hedores insoportables y un verdadero ejército de ratas, ratones, cucarachas y todo género de insectos y alimañas. Las consecuencias se sienten tanto en los entornos habitados como en el río La Isabela.

Para la posible solución a la primera de las bombas, la bacteriológica que infecta el subsuelo de la capital, no hay todavía fecha fija. De León aclara que el pasado año se presentó un proyecto de ley orientado a ese fin, el cual perimió. En preparación otro próximo a ser sometido con la misma finalidad. Pero su destino es incierto. La clase política prefiere por lo general los proyectos visibles y tangibles, que puedan verse y tocarse porque entienden que son los que generan reconocimiento y votos.

En cuanto a Duquesa, el reportaje señala que el compromiso asumido en el 2011 por los ayuntamientos del Gran Santo Domingo de clausurarlo en este año, ha sido reemplazado por un nuevo plazo, que extenderá su permanencia hasta el 2025, o sea, por diez años más.

Frente al riesgo de explosión de cualquiera o de ambas bombas, que no parece despertar la necesaria inquietud para acometer su solución, solo parece quedar como única opción acogerse a la manida frase de «a Dios que reparta suerte».

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2015-04-14 22:48:07