Por Manuel Hernández Villeta
La gran masa silente se conforma con tranquilidad y comida. Parece fácil, aunque no tiene solución a la vista. Es uno de los grandes retos que los partidos políticos enfrentarán de cara a las venideras elecciones.
La delincuencia y el alto costo de la vida, incluyendo comestibles, medicinas y servicios asistenciales, hoy están fuera del alcance de los sectores que son mudos frente a la vida diaria, y sólo accionan en el mayor secreto, en las urnas, al echar su voluntad.
Para algunos despistados, el que no tiene presencia comunitaria, política y social podría parecer un muerto, pero no es así. La mayor parte de la población pertenece a ese ejército que está más allá de los conservadores.
El silente no habla, no opina, no exige nada, pero sabe que cada cuatro años tiene la oportunidad de hacer valer su derecho, eso si, en las sombras del anonimato. El voto es secreto y nadie puede determinar por quién voto ese ciudadano amorfo.
Puede ser que esté bien informado de la actividad partidista, con el bombardeo por los medios de comunicación y las redes electrónicas, pero le importa lo que pase, solo quiere tranquilidad y comida.
El orden público se ha deteriorado en la República Dominicana desde la muerte de Trujillo. Las medidas de control de la delincuencia en los últimos años, han chocado con realidades que van desde la corruptela hasta la exclusión social.
En la República Dominicana hemos vivido más en dictadura que en democracia. La llamada democracia ha sido solo un reflejo en nuestra vida ciudadana. En el siglo 20, Trujillo se llrvó 32 años, Balaguer 20, y ya son 50, de ahí que los silentes prefieren tranquilidad, a falta de su libertad.
En las próximas elecciones muchos piensan jugará la lucha contra la corrupción, que está en el tuétano de la sociedad dominicana, desde políticos hasta empresarios, pero a una masa amorfa, ese tema no le motiva. Su seguridad y su comida, si tienen trascendencia.
Hoy, las centrales sindicales luchan por un salario mínimo que ni siquiera da para paliar el alto costo de la vida. Por el contrario los grupos empresariales cierran cualquier posibilidad de diálogo, y buscan mantener la situación actual de retribución a sus empleados.
Da pena que el movimiento obrero haya perdido toda la fuerza. Tiene sindicalistas bien intencionados, pero sin convocatoria de masas, sin poder para enfrentar al sector empresarial, aunque luchan día a día por hacer renacer una fuerza que se perdió hace años en la lucha popular.
Seguridad y comida, dos de los temas básicos para las venideras elecciones. Sin solución a la vista.
2015-04-29 01:16:38