Por Manuel Hernández Villeta
Los partidos políticos tienen que limpiar de sus filas la altanería, la prepotencia, el abuso, el atropello y la acción de enrrostrar al ciudadano común y corriente que se es poderoso.
La función principal de un partido político es ayudar a la comunidad, es ser palanca para el desarrollo, es buscar impulsar la estela del progreso y el avance social. Ninguna de estas acciones ha prosperado cuando la prepotencia ciega los hechos partidistas.
Un dirigente político, sea a nivel medio o superior, se tiene que despojar del traje del menosprecio a la comunidad. Cuando usted ultraja a un hombre que gana seis mil pesos mensuales, está dándole un bofetón en la cara a los más humildes de la población.
Y es que la prepotencia únicamente se ejerce contra el indefenso. Hay impotentes civiles e impotentes militares. Los dos caen en el mismo extremo cuando una mano que se cree poderosa aplasta como si fuera una cucaracha a todo el que esté de por medio.
Ningún partido podrá colarse en forma permanente en el corazón del pueblo, si en su base intermedia crece el odio a la concertación, a la franca discusión de un problema, y únicamente se hace presencia del escalón que se ha ganando por ser miembro de una agrupación partidista.
Mal hace un dirigente del Partido de la Liberación Dominicana en compararse con el ejercicio del poder de los doce años del doctor Joaquín Balaguer.
La prepotencia de los balagueristas de los doce años nunca fue aceptada por el pueblo dominicano. Lo mejor de nuestra juventud fue a la cárcel o el cementerio, enfrentando la prepotencia, el abuso, el crimen, el desconocimiento de los derechos humanos en los gobiernos balagueristas.
El pueblo dominicano enfrentó a pecho abierto la acción de hacer política poniendo la bandera colorá en la punta de los fusiles. El ambiente democrático que hay hoy en la República Dominicana se logró en base a llenar de cadáveres los cementerios, derramar litros de sangre, y todavia seguir buscando a los desaparecidos.
Recomendamos a los prepotentes darse una ducha de agua fría en la cabeza. Los abusadores no deben caber en una sociedad democrática, y muchos menos en un gobierno como el del presidente Danilo Medina donde se respetan los derechos fundamentales de todos los ciudadanos.
Semana a semana el presidente Danilo Medina visita comunidades rurales, donde se reúne con gente del pueblo, de los más humildes de la población, teniendo siempre la sonrisa a flor de labios y la mano amiga para ayudar a los que tradicionalmente han vivido en el desamparo.
El presidente Danilo Medina da catedra de ser un hmbre humilde, que lucha para sacar al pueblo del hambre y la miseria, por lo que a su alrededor no cabe el desenfreno y el desprecio a los de abajo de algunos de sus funcionarios.
2015-09-03 03:13:59