Opiniones, Portada

La deslegitimación del Estado social y de derechos nos lleva directo hacia la ingobernabilidad

Juan Carlos Espinal

Por Juan Carlos Espinal.  

Los profundos cambios sociales, políticos, económicos y medioambientales que experimentan las sociedades de América Latina y el Caribe están vinculados a la crisis estructural del capitalismo neoliberal en su fase de putrefaccion.

Este modelo económico extractivista en lugar de generar riquezas provoca la ruina financiera de la democracia representativa.

Algunos intelectuales libero- conservadores del establecimiento oligarca han establecido que República Dominicana es inmune a los procesos socio políticos que se están manifestando de manera apocalíptica en el Hemisferio.

Los teóricos fondomonetaristas aseguran que la economía dominicana se sostiene en el crecimiento que le permite evitar que la inflación desencadene en un proceso más amplio de movilidad social y ruptura política.

No obstante, en el país estan dadas todas las condiciones sicológicas y materiales para la aparicion del fenómeno de excepción.

De hecho, la división del PLD, el nacimiento de la Fuerza del Pueblo y la fragmentación del PRM forma parte del ciclo de decadencia de la democracia representativa que ya entre 1966-1978 inauguró el PRSC  pos Balaguer y el PRD pos Peña Gómez, que a su vez es la misma circunstancia histórico-política con diferentes actores en disímiles tiempos y espacios.

La sociedad dominicana del año 2025 está plenamente consciente de que el actual modelo económico fondomonetarista en lugar de crear fuentes alternas de desarrollo económico para superar la desaceleración provoca recortes en todas las áreas de producción.

Las brechas cientifico tecnológicas se han ensanchado, la deuda externa se ha disparado y el déficit fiscal se ha acentuado.

A ello se suma la perdida adquisitiva del peso, los altos precios de la canasta básica familiar y los fenomenos geopoliticos en el Caribe.

La inestabilidad en Ecuador, la decepción qué significó Boric en Chile, el injerencismo de Trump en Honduras que derivó en un fraude electoral, la guerra civil en Haití, el Default en Argentina y la guerra de la Casa Blanca en el Caribe anglo sajon y francofono transforman la región.

Cada día que sucede a otro las clases medias y los trabajadores latinoamericanos y caribeños abandonan su  fidelidad en los partidos políticos de la democracia representativa, y cada vez menos ciudadanos creen en las instituciones nacionales.

Mientras tanto, la guerra comercial de EU en América Latina y el Caribe, sus consecuencias geopolíticas en la economia dominicana impacta de manera negativa.

Las brisas de cambio social radical que soplan desde Sur América, Europa y Asia hacia el Caribe se manifiestan de diversas formas, estilos o maneras y no debería descartarse un giro político en República Dominicana.

Que esos cambios rápidos que se suceden uno tras otro aún no adquieran matices de excepción no quiere decir que su cultura política no haya penetrado nuestros espacios o de que nuestra economía sea infalible.

En Haití se esta dando un laboratorio geopolítico que más temprano que tarde dará inicio a procesos de excepción y estos efectos impactaran en la parte este de la isla.

Quienes en el siglo XX en Venezuela veían en Adecos y Copeyanos un futuro cierto son los mismos contemporáneos que respaldaron a Carlos Andrés Pérez pero que nunca percibieron el camino que se estaba trillando.

Con los sistemas de bienestar colapsados, la deuda externa hispanoamericana aumentando sin parar y la economía de los Estados Unidos retrocediendo y las multinacionales pagando sobornos para lucrarse con la seguridad social sin duda que estas variables abren las puertas de par en par a una potencial ruptura.

Las fuerzas oligarquicas, las clases sociales dominantes y el estatus quo tratan de manera infructuosa de colocar un muro de contención a la sociedad difuminando el Estado de Derecho.

Las sociedades latinoamericanas y caribeñas se han revolucionado instalando nuevas condiciones políticas a sus gobiernos.

El ciclo de violencia que se mantiene en el Caribe se manifiesta en ocasión de la destrucción de los partidos demócrata y republicano de los Estados Unidos, la caída espectacular de la legitimidad del gobierno del presidente Trump y se profundiza a partir de los complejos procesos de cambio radical en Medio Oriente que vienen precedidos de crisis de civilización en Europa, derrumbre de la confianza pública en la Unión Europea, constitucionalidad difusa en los Estados del G7 y se agudiza con el impacto negativo de los problemas estructurales que atraviesa el viejo paradigma neoliberal.

En República Dominicana no estamos lejos de la disrupcion social y política que observamos en los países de la región ni estamos exentos de un profundo cambio político que transforme las circunstancias actuales en tiempo y espacio revolucionando la cuestión.

RedSocial RedSocial Redsocial Codi Juan Carlos Espinal Juan Carlos Espinal Luis Abinader

La deslegitimación del Estado social y de derechos nos lleva directo hacia la ingobernabilidad.

Por Juan Carlos Espinal.

Los profundos cambios sociales, políticos, económicos y medioambientales que experimentan las sociedades de América Latina y el Caribe están vinculados a la crisis estructural del capitalismo neoliberal en su fase de putrefaccion.

Este modelo económico extractivista en lugar de generar riquezas provoca la ruina financiera de la democracia representativa.

Algunos intelectuales libero- conservadores del establecimiento oligarca han establecido que República Dominicana es inmune a los procesos socio políticos que se están manifestando de manera apocalíptica en el Hemisferio.

Los teóricos fondomonetaristas aseguran que la economía dominicana se sostiene en el crecimiento que le permite evitar que la inflación desencadene en un proceso más amplio de movilidad social y ruptura política.

No obstante, en el país estan dadas todas las condiciones sicológicas y materiales para la aparicion del fenómeno de excepción.

De hecho, la división del PLD, el nacimiento de la Fuerza del Pueblo y la fragmentación del PRM forma parte del ciclo de decadencia de la democracia representativa que ya entre 1966-1978 inauguró el PRSC  pos Balaguer y el PRD pos Peña Gómez, que a su vez es la misma circunstancia histórico-política con diferentes actores en disímiles tiempos y espacios.

La sociedad dominicana del año 2025 está plenamente consciente de que el actual modelo económico fondomonetarista en lugar de crear fuentes alternas de desarrollo económico para superar la desaceleración provoca recortes en todas las áreas de producción.

Las brechas cientifico tecnológicas se han ensanchado, la deuda externa se ha disparado y el déficit fiscal se ha acentuado.

A ello se suma la perdida adquisitiva del peso, los altos precios de la canasta básica familiar y los fenomenos geopoliticos en el Caribe.

La inestabilidad en Ecuador, la decepción qué significó Boric en Chile, el injerencismo de Trump en Honduras que derivó en un fraude electoral, la guerra civil en Haití, el Default en Argentina y la guerra de la Casa Blanca en el Caribe anglo sajon y francofono transforman la región.

Cada día que sucede a otro las clases medias y los trabajadores latinoamericanos y caribeños abandonan su  fidelidad en los partidos políticos de la democracia representativa, y cada vez menos ciudadanos creen en las instituciones nacionales.

Mientras tanto, la guerra comercial de EU en América Latina y el Caribe, sus consecuencias geopolíticas en la economia dominicana impacta de manera negativa.

Las brisas de cambio social radical que soplan desde Sur América, Europa y Asia hacia el Caribe se manifiestan de diversas formas, estilos o maneras y no debería descartarse un giro político en República Dominicana.

Que esos cambios rápidos que se suceden uno tras otro aún no adquieran matices de excepción no quiere decir que su cultura política no haya penetrado nuestros espacios o de que nuestra economía sea infalible.

En Haití se esta dando un laboratorio geopolítico que más temprano que tarde dará inicio a procesos de excepción y estos efectos impactaran en la parte este de la isla.

Quienes en el siglo XX en Venezuela veían en Adecos y Copeyanos un futuro cierto son los mismos contemporáneos que respaldaron a Carlos Andrés Pérez pero que nunca percibieron el camino que se estaba trillando.

Con los sistemas de bienestar colapsados, la deuda externa hispanoamericana aumentando sin parar y la economía de los Estados Unidos retrocediendo y las multinacionales pagando sobornos para lucrarse con la seguridad social sin duda que estas variables abren las puertas de par en par a una potencial ruptura.

Las fuerzas oligarquicas, las clases sociales dominantes y el estatus quo tratan de manera infructuosa de colocar un muro de contención a la sociedad difuminando el Estado de Derecho.

Las sociedades latinoamericanas y caribeñas se han revolucionado instalando nuevas condiciones políticas a sus gobiernos.

El ciclo de violencia que se mantiene en el Caribe se manifiesta en ocasión de la destrucción de los partidos demócrata y republicano de los Estados Unidos, la caída espectacular de la legitimidad del gobierno del presidente Trump y se profundiza a partir de los complejos procesos de cambio radical en Medio Oriente que vienen precedidos de crisis de civilización en Europa, derrumbre de la confianza pública en la Unión Europea, constitucionalidad difusa en los Estados del G7 y se agudiza con el impacto negativo de los problemas estructurales que atraviesa el viejo paradigma neoliberal.

En República Dominicana no estamos lejos de la disrupcion social y política que observamos en los países de la región ni estamos exentos de un profundo cambio político que transforme las circunstancias actuales en tiempo y espacio revolucionando la cuestión.

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