Washington, 29 dic (Prensa Latina) El derrumbe de Indiana Pacers en esta temporada, que llega hoy a Houston buscando aire en medio de una tormenta que no cesa, sacude al baloncesto estadounidense (NBA): de campeones del Este a últimos de su conferencia.
La franquicia que hace apenas unos meses tocó la gloria hoy deambula entre dudas, lesiones y derrotas. Con balance de 6-26 y ocho tropiezos consecutivos, Indiana vive una de las caídas más abruptas que recuerde la liga. El equipo que asombró por su vértigo ofensivo ahora lucha por sobrevivir cada noche.
Son múltiples las causas del desplome, pero tienen un nombre propio: Tyrese Haliburton. La grave lesión del base, motor creativo y alma del proyecto, dejó al equipo sin brújula ni ritmo.
Sin su liderazgo, el ataque se volvió predecible y la defensa, vulnerable. A ello se sumaron las constantes bajas físicas, la inestabilidad en las rotaciones y un vestuario forzado a reinventarse partido tras partido.
Bajo la dirección de Rick Carlisle, los Pacers intentan reconstruirse sobre la marcha, pero la pérdida de referentes y la falta de profundidad han pesado demasiado. Ni siquiera el esfuerzo sostenido de Pascal Siakam, líder del equipo con 23.4 puntos y 6.8 rebotes por juego, ha sido suficiente para contener la hemorragia.
Esta noche, en el Toyota Center, los Pacers se miden a unos Rockets sólidos, cuartos del Oeste y embalados tras dos triunfos consecutivos.
El desafío parece disparejo, pero en medio del derrumbe también nace la rebeldía: Indiana juega por orgullo, por memoria y por no olvidar que incluso en la oscuridad más profunda, el baloncesto siempre concede una última posesión para volver a creer.
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