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Por Manuel Hernández Villeta
Santo Domingo, R. D., 27 de noviembre, 2024.- A pesar de que juegan un papel importante en el desarrollo nacional, la agro-industria y la construcción no son grandes generadores de empleos de calidad, y la mayor parte de sus asalariados de fuerza bruta son haitianos ilegales.
Los dominicanos se alejan de ese renglón productivo por las pésimas condiciones laborales. El peón vende su fuerza bruta por centavos, y carece de facilidades, en las plantaciones, para llevar una existencia aceptable.
Pasa lo mismo con la industria de la construcción. Sus obreros laboran en medio de riesgos, sin contar con un seguro médico, durmiendo en las obras que se están construyendo y sin ninguna facilidad para mejorar sus niveles de vida.
Ya se da el caso de que el capataz agrícola o el maestro de varilla y cemento, son haitianos, en muchos casos ilegales, cuando hace unos años esa dirección media era ocupada por dominicanos. Esta situación tiene que variar.
Es necesario que los dominicanos retornen al campo y a la construcción, pero para ello se tiene que cumplir con requisitos mínimos del Código de Trabajo. La vieja era de la industria de la construcción es letra muerta, y también las jornadas en el campo.
Se habla de Código de Trabajo, y se voltea la cara ante las violaciones a los artículos actuales. No importan las reformas que se hagan si sigue siendo un documento que nadie respeta..
Las centrales sindicales son organismos amorfos, que sin fuerza verdadera, tratan de mantener su existencia con notas de prensa, y sus dirigentes sacando de vez en cuando la cabeza en programas de radio y de televisión.
Por encima de sus simpatías partidistas, los sindicatos son representantes de la clase obrera, y no pueden abandonar a su suerte a los trabajadores, como pasa en la actualidad.
El nuevo Código de Trabajo es un paso adelante. Si desde un principio se ejecutan y se hacen respetar sus artículos, de seguro que se dará un movimiento progresista para los trabajadores. Sin embargo, hay el temor de que siga siendo letra muerta, violado por los patronos a su antojo.
El nuevo Código de Trabajo tiene que tener resoluciones que se cumplan, no que se archive, como pasó con el anterior. No es un simple libro lleno de artículos, sino la aplicación de la ley en favor de los trabajadores.
A pesar de todo, el Código de Trabajo tiene que ser respetado y apoyado por todos. El diálogo y el consenso es la única forma de hacer frente a los problemas. Hay que ser optimista, y esperar que el código cumpla su rol.