EL PENETRANTE VOCABLO DIVINO:
NOS VUELVE POETAS CON FUNDAMENTO
(Rogué y se me otorgó la sensatez, supliqué y vino sobre mí el soplo de sabiduría; lo elegí como abecedario de mis labios, hasta recluirme en la voz etérea e incluirme en su pulso, porque sus pausas son auténticos poemas que nos glorifican y embellecen. Cólmanos de tu nívea expresión y estaremos alegres de recibir tú llamada a la poesía y no al poder, sino a darnos y a donarnos continuamente).
I.- DIOS TOMA LA INCIATIVA:
SU MENSAJE ES UNA SINFONÍA
Quiso Dios, urdir en la palabra,
amándonos como ama el amor;
y con su perpetua gran bondad,
descubriéndose como pan vivo,
bajando del edén a las tinieblas.
La persona humana le inquiere,
tiene necesidad de Revelación,
está en persistente exploración,
necesita abrazar la luz celestial,
rodearse de salvación y de paz.
Lo armónico viene del Creador,
toda la creación es un concierto,
con aclamaciones al Libertador,
aliento eterno de savia virginal,
cuya guía de recepción es María.
II.- ACOGIENDO LA PASIÓN MÍSTICA:
NOS LIBERAMOS DE LOS ÍDOLOS
El Señor nos llama a la entrega,
al desapego hacia toda riqueza,
al abandono de estas corrientes,
de estos mundanos patrimonios,
para entrar en la biografía justa.
El reencuentro con uno mismo,
brota de la propia escucha de sí,
de ese dominio íntimo del alma,
que nos hace crecer en la virtud,
y que prevalezca la fe en Jesús.
Jesucristo, muerto y resucitado,
es el ser viviente que nos libera,
nos reconoce y va con nosotros,
aguarda nuestra conversión real,
motivo de gran gozo en el cielo.
III.- EN EL VERBO ENCARNADO:
TODO ES COMUNIÓN Y UNIÓN
Juntos agitamos el valor orante,
creamos congregación de fieles,
hacemos familia en son de paz,
llamamos al bien y a la alianza,
con la más profunda reverencia.
Reclinarse es la mejor plegaria,
para poder darse y reprenderse,
acoger savia y recoger martirio;
pues adorando al Ser Supremo,
todo se transfigura y embellece.
Bajo el paraguas de la quietud;
los trances menguan, asimismo.
Iremos hacia Dios y entraremos
en Él, sí confiamos en el verbo
encarnado, como verdad y vida.
Víctor CORCOBA HERRERO
12 de octubre de 2024.-