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MUJERES SOBRESALIENTES EN LA GUERRA CIVIL DE EE. UU.

Teófilo Lappot Robles

POR Teófilo Lappot Robles

La Guerra Civil de los EE. UU. (1861-1865) ha sido uno de los conflictos armados más devastadores ocurridos entre personas de un mismo país. Aunque todos los dirigentes militares y civiles eran hombres, muchas mujeres tuvieron un importante papel en ella, tanto entre los antiesclavistas del norte como los confederados que mantenían la abominable esclavitud en el sur.

Los que controlaban inicialmente el sur además de aplicar la esclavitud no hacían caso a múltiples disposiciones imperativas que nacían de reglas establecidas por el derecho público y/o por disposiciones de diversos tribunales. Entendían que afectaban sus asuntos económicos, sociales y políticos.

Sobre esa actitud soberbia de los Estados Confederados, en su ciega y maléfica visión de restar calidad humana a los esclavos negros (por ignorancia supina o por mala fe de conveniencia), nunca pusieron atención a la frase atribuida al sabio de la antigüedad Zenodoto que proclamó que “de un arbusto nunca salen dos petirrojos”; expresión que en la época de la referida lucha armada era aplicable a la uniformidad del mando en una sociedad estructurada para regirse por normas de obediencia colectiva.

Antes y durante esa guerra, vale reiterar, que muchas mujeres contrarias a la esclavitud aportaron sus esfuerzos desde diversas vertientes (tanto en la orientación de la sociedad como en acciones de escape y protección de cautivos, y en la curación y consuelo a los heridos). Fueron hechos comprobados e incorporados a la Historia incluso antes de que sonara el primer cañonazo cuyo resplandor liberador culminó con el triunfo de los abolicionistas del norte sobre los esclavistas del sur.

No fueron pocas las personalidades femeninas que como abolicionistas dejaron huellas imborrables en ese dramático tramo de la historia estadounidense. Sirvieron de ejemplo para que otras muchas mujeres se convirtieran después en bujía inspiradora de reivindicaciones colectivas, como las sufragistas que lucharon por la igualdad en el ejercicio del voto; reivindicando, además, otros derechos que ancestralmente les habían negado.

Como digresión oportuna debo expresar que a 160 años de haber concluido esa Guerra de Secesión perduran las baladas militares en el país con mayor dominio del mundo actual. Una de las más famosas melodías de tono guerrero es “la muerte no es el final”. Son cantos marciales con una intencionalidad reflexiva sobre el espíritu castrense. Dicho eso al margen de los bandazos de un tortuoso presente con fecha de caducidad en ese norte “revuelto y brutal”, como lo calificó el patriota cubano José Martí.

Es muy larga la lista de las mujeres que sobresalieron en ambos bandos en conflicto en la referida guerra, por eso sólo he escogido algunas de ellas como representación de las demás.

Mary Todd

Tal vez fue la de mayor incidencia, por ser una militante activa, con un accionar arrojado defendiendo la libertad de los esclavos negros. Era la esposa del presidente Abraham Lincoln, a quien apoyó sin fisuras en su lucha por la igualdad de los derechos ciudadanos, antes y durante desempeñó la presidencia de su vasta y potente nación. Ejerció gran influencia en las decisiones tenaces de su esposo por ponerle punto final al bochorno de la esclavitud que lastraba la capacidad del liderazgo mundial que aspiraba tener EE. UU.

Pauline Cushman

Fue una reconocida actriz de teatro con un nombre ya hecho cuando comenzó la Guerra Civil en el norte de América. Aunque era natal del sureste (nació en Nueva Orleans, en Luisiana) se destacó como espía eficaz en favor de La Unión, formada por los Estados antiesclavistas del norte, en ese conflicto que ensangrentó su país. En sus peligrosas labores fue herida en dos ocasiones y cuando descubrieron su papel de espía la sentenciaron a la horca, de la cual se libró por circunstancias particulares.

Harriet Tubman

Fue una enfermera que a pesar de las muchas adversidades de vida murió nonagenaria. Sobresalió como luchadora de la libertad de los esclavos negros. Nació esclava en Maryland. A los 27 años pudo huir de esa vida cargada de vejaciones. Rescató a cientos de hombres y mujeres de su raza que estaban cautivos en campos de trabajos forzados del sur de EE. UU. Esa hazaña la obtuvo usando caminos secretos que llevaban hacia la libertad. A esas rutas ocultas se conoce como El ferrocarril subterráneo. Sus biógrafos la definen como poseedora de un valor espartano, siendo la primera mujer que en USA dirigió un asalto armado.

La periodista Catherine Clinton publicó un detallado ensayo sobre Tubman en el cual describe sus hazañas, antes y durante la Guerra Civil, destacando lo dicho antes de su propia fuga y la de cientos de esclavos guiados por ella. (Harriet Tubman: The Road to Freedom, 2004).

Sojourner Truth

Cuando abrió por primera vez sus ojos ya era una esclava. Logró escaparse y también ayudó a conseguir su merecida libertad a cientos de negros antes y durante la Guerra de Secesión.  Además, fue gran defensora de los derechos de las mujeres, convirtiéndose en la primera negra que le ganó un juicio a un poderoso granjero blanco.  Dominaba la oratoria. Una de las piezas de mayor brillo contenida en su biografía es el discurso que pronunció en Ohio, en el 1851, titulado ¿Acaso no soy una mujer?, en el cual dijo, entre muchas otras cosas sobre sus labores agrícolas forzadas: “He arado y segado y descascarillado…”

Harriet Beecher Stowe

Fue poetisa, ensayista, novelista y periodista. Tuvo  categoría de gran narradora, como se comprueba en su mejor novela convertida en un clásico de la literatura mundial, titulada La cabaña del tío Tom, cuyo protagonista quedó encarnado en un negro que fue esclavo, publicada antes de la Guerra Civil comentada. El mensaje esparcido en gran parte del mundo por esa obra fundamental permitió a millones de personas en USA y el mundo conocer la desgarradora tragedia de la esclavitud y la lucha de negros y blancos por aniquilarla. Como luchadora por la libertad de los negros estadounidenses también fue brillante.

Elizabeth L. Van Lew

Fue una de las mujeres blancas sureñas que lucharon en contra de la esclavitud. Desempeñó un rol extraordinario ayudando mediante mensajes codificados a las tropas de La Unión. Dirigió un grupo de hombres blancos y negros que fueron de gran apoyo para que los unionistas derrotaran a los confederados.

Pero es preciso señalar que así como muchas extraordinarias mujeres, blancas y negras, lucharon contra la esclavitud también hubo una considerable cantidad de féminas blancas del sur que apoyaron que los negros nacieran y murieran siendo esclavos. Esas adquirieron un papel protagónico desde que comenzó la Guerra Civil estadounidense (1861-1865).

Las esclavistas trataron de mantener el oprobioso statu quo en sus haciendas agrícolas y ganaderas. Un caso típico fue el de aquellas que, por ejemplo, tomaron el control operativo y administrativo de las más de 55 mil granjas que entonces había en Alabama, en sustitución de los hombres de La Confederación que estaban en los campos de batalla.

Belle Boyd

Esa dama fue esclavista. Se dedicó especialmente a espiar a los unionistas, obteniendo informaciones importantes que transmitía a los confederados a través del general Stonewall Jackson y del coronel Turner Ashby. Su centro de operaciones era el hotel que su padre tenía en una ciudad de Virginia.

Sally Tompkins

Ella estuvo entre las mujeres confederadas que agitaron el mantenimiento de la esclavitud de los negros. Fue una activa enfermera asistiendo a los heridos del ejército del sur. Sus biógrafos la describen como la primera mujer que participó en condición de combatiente en ese cuerpo armado. Fue, además, la benefactora de un hospital. Eso le mereció que la llamaran “Ángel de la Confederación.”

Otras señoras partidarias de la esclavitud estuvieron en el teatro o en la periferia de la guerra, como médicas, enfermeras, confeccionadoras de uniformes y auxiliares en diversas actividades. Sin embargo, ningún esfuerzo en ese sentido impidió que desapareciera ese sistema que contravenía la lógica y los principios universales del Derecho.

teofilo lappot

teofilolappot@gmail.com