Por: Valentín Medrano Peña
Desde hace años la denominada sociedad civil, un grupo de personas pertenecientes o afines a la clase empresarial nacional y a intereses foráneos, que convergen o se segmentan atendiendo a intereses específicos de grupos; financiados por sectores empresariales de cada uno de sus ramos de incidencia o por organismos internacionales, empresas multinacionales o países extranjeros, es decir, lobistas de intereses particulares que se hacen llamar “Sociedad Civil”, se han afanado en ajar maliciosamente la imagen de la clase política con la sola intención de beneficiarse de ello.
Su discurso es: “Los políticos son todos unos ladrones, unos corruptos”. “Hay que limitar el ámbito de incidencia de los políticos”. “Los políticos no pueden ser parte de las altas cortes”, “los políticos no pueden ser miembros de la Junta Central Electoral”, “los políticos no pueden ser miembros de la cámara de cuentas”, “los políticos lo dañan todo”, sin embargo, cada puesto dejado por un político, cedido por la presión de los medios, que son propiedades de los grupos financistas de la “sociedad civil”, es ocupado por uno de estos embajadores o representantes de esos intereses, de forma tal que la clase política y su compromiso social general cede y se reduce en relación a estos ciudadanos que participan de todos los gobiernos y representan intereses particulares lejanos al interés de la nación.
Lo que el público no sabe es que estos señores procuran puestos claves, espacios específicos desde donde rendir benéficios a sus auspiciadores, empleadores o sponsors.
Para comprender el todo de lo aquí tratado y por tratar, y a todos los partícipes, es menester conocer cómo funciona en nuestro Estado la denominada administración pública en los sectores de producción.
Decisiones públicas en las grandes áreas productivas:
La toma de decisiones en nuestros países recae sobre los CONSEJOS DE ADMINISTRACIONES y/o mesas de decisiones, donde confluyen por un lado el interés del Estado, llamado a estar a favor de la población general, y por el otro, la representación del sector empresarial interesado en algún sector de la producción nacional que reviste beneficios pecuniarios, como por ejemplo el sector eléctrico, el sector transporte (aéreo, terrestre, marítimo, etc), el sector de los combustibles, el sector minero, el sector de la construcción, etc.
Para abogados:
Dichos consejos simulan los juicios laborales y su conformación, donde hay un juez que representa el espíritu de Estado integrado y que al final toma la decisión, un abogado que representa al empleador (empresarios con intereses propios y particulares), otro que representa al trabajador (el pueblo, el bien general de la nación, el derecho colectivo) y además dos vocales, uno del lado del pueblo-trabajador y el otro de los empresarios-patronos, en una justa y equitativa composición para asegurar una correcta balanza en el fiel de la justicia laboral.
Así también, equilibrados, proporcionados, estaban compuestos los consejos de administraciones estatales antes de que el empresario Luis Abinader lograra acceder al gobierno. Tomado el gobierno repartió algunas migajas entre los partidarios de la parte visible del gobierno, insignificantes desde el punto de vista del gran negocio, y centró la discusión en la moral de la clase política, acorde a la línea trazada por la sociedad civil, para socavar la frágil imagen de los políticos.
Abinader devino en el político atípico, uno que cedía más y más a favor de la sociedad civil y que la emprendía en contra de los políticos, sean estos sus compañeros de partido o de la oposición. De él devienen algunas prohibiciones para que los políticos ocuparan ciertos puestos, proscribiéndolos, por decisión propia o imposición, por ejemplo de ser parte de la Junta Central Electoral, de las altas cortes, de la Cámara de Cuentas ó del Ministerio Público, también fue el cultor de la persecución penal de algunos opositores, nada personal, cosa esta por lo que recibió el apoyo y aprobación de la incauta población, que aplauso aparte, olvidó que nuestro excelentísimo señor Presidente de la República tiene la dualidad de político y empresario, y puede morder y atacar a los políticos afectándose solo en parte, pues al hacerlo produce gananciales para su otro yo, el empresario. Y, fue por eso que mató el equilibrio en los Consejos de Administraciones y mesas de decisiones donde la soberanía, las finanzas, los grandes negocios, el reparto del gran bizcocho del todo nacional se discute y decide, y justificado en la pagada percepción de inservibles de los políticos, que recompuso en favor de los intereses ajenos al pueblo esos Consejos hoy compuestos en su gran mayoría por personeros de la clase empresarial, monistas y representantes de intereses foráneos, y con ello, como por arte de magia sin magia, zass, se desbalanceó el fiel de la administración pública en favor del empresariado y en perjuicio del pueblo.
Eso no es fácilmente comprensible para todos los dominicanos, quizá, yo así lo deseo, siquiera sea comprensible para el mismo presidente quien se sostiene en una permanente, incesante y constante campaña publicitaria que nos dice que es el hombre perfecto, el diferente, el atípico, el bienintencionado, uno que no cobra su salario y lo dona, que sin dudas presentará pérdidas económicas al final de su mandato por desatender los negocios personales y que procura transformar al Estado con una modificación constitucional cuyos propósitos hablan de un hombre desinteresado, uno que quiere evitar traumas futuros al país, llamando la atención a la cláusula pétrea en la Constitución para que incluya una moción que evite la reelección por más de dos periodos.
Se creerá que y dirá que este hombre es perfecto, buen presidente, desinteresado, altruista, sacrificado: “abraza niños mocosos y ancianos andrajosos”, todo antes de inaugurar una cuantas obras e ir a misa.
Solo que hay algunas inexactitudes en todo esto, o indelicadezas, diría doña Milagros Ortiz Bosch. Ya los fiscales leyeron las intenciones de modificar su estatus constitucional para hacer subordinable, nada independiente, al Ministerio Público, pues amén de querer borrar de la Constitución su órgano de gobierno interno, supedita a la ley su organización y estructura. Wow ¡El presidente quizá no es tan bien intencionado! Obligado a recular, en el discurso, porque muy probablemente no desista en los hechos el interés de privatizar al Ministerio Público para que pueda ser colocado en la bolsa de valores y dirigido por un Consejo de Dirección y no por un Consejo Superior, con quien sabe cuales nefastas intenciones. ¿Quizá blindarse? Es esta una palabra popular.
El otro punto, lo retomo, es hacer cumplible e inmodificable la ordenanza constitucional que impide la reelección por más de dos periodos. “De un hombre que en oposición juró no reelegirse y que en la primera oportunidad que tuvo lo hizo, hay que dudarlo todo”, sobre todo si lo afirma con afanada vehemencia.
Y este punto, la reelección por tan solo un periodo más ya está en la Constitución, lo único que debe hacer el señor presidente para fortificar esto es no intentar modificarla a su favor, es decir, propiciar la celebración de elecciones presidenciales en el año 2028 y entregar la banda presidencial a otra persona que resulte ganador en el ánfora de votaciones, y ya, nada más eso fortificaría nuestro sistema democrático. Es decir, ¡Cumplir con la Constitución es lo que fortifica a la Constitución!
Ah! Los consejos.
¿Cómo opera la conformación de los consejos de administraciones en detrimento de los intereses del pueblo y la soberanía?
A estos fines, hechos insólitos, y con explicaciones y sustentos inodoros se dieron en los cuerpos castrenses, no con la finalidad de ayudar adláteres, sino con la intención de fortificar los intereses más allá de los del Estado. En la Fuerza Aérea y el Cesac fueron dispuestos los nombramientos de dos incumbentes formados al margen de las fuerzas armadas, es decir, dos ciudadanos-militares, una rara dualidad también, que luego de graduarse como académicos pasaron a ser empleados del sector privado, uno con un magnate del Cibao y el otro con el más rico empresario de la zona turística de Punta Cana, y de repente, ambos ocupan esos estratégicos sitiales. No, no, no, no, no se vayan con el amague, porque dicho así pareciera algo fútil y natural, el que un jefe propulsa a un empleado privado a un puesto o ascenso en la administración pública, pero no, no es tan simple, esta fue la forma de conformar mayoría en los estamentos de decisión (Consejo de Administración) respecto a todo lo que significa el sector de la aviación civil, pues uno es parte de la Comisión Aeroportuaria y conjuntamente con el otro de la Junta de Aviación Civil, y sus empleadores propietarios de aeropuertos, por lo que es dable decir, que quizá Abinader no sea tan bien intencionado y que como el mismo dijera de sí, “La tayota cogió sabor”.
Este solo ejemplo retrata lo ocurrido en todos los consejos de administraciones y mesas decisionales, donde el Estado, políticos mal vistos excluidos, pasó, de tener una representación mayoritaria a tener un solo miembro de nueve en algunos lamentables casos.
De forma tal que los intereses particulares deciden hoy, cuántos serían sus niveles de ganancias, cuál su participación en el Estado, como ser financiados en sus proyectos personales por el Estado y así por el estilo.
Un claro ejemplo de los amplios beneficios del empresariado en el actual gobierno, con la aprobación de los consejos de administraciones de Abinader, que hicieron pasar de ajustadas y sostenidas ganancias a asquerosas hipérboles en sus riquezas, lo constituyen ejemplos como negociazo de Aerodom, y las grandes privatizaciones por venir. Privatizaremos y pagaremos por lo nuestro el doble de lo que recibiremos como presunta compensación. Creo que nos toman el pelo, y en tanto y tanto, estamos entretenidos con los candados a la reelección y la reforma constitucional que es apenas la punta del Iceberg. Lo que aflora son intenciones de borrar el “jus sanguinis”, privatizar la persecución penal y hacer asquerosamente más ricos a los ricos a costa de las estrecheces de pueblo dominicano que paga su flamante e influyente clase empresarial, todo propiciado por un doble agente, perdón, doble presidente.
El lavado de cerebro colectivo:
Enciendo la radio en cualquier emisora, lo mismo que el televisor, y el discurso es el mismo, es más un coro que un análisis, y gritan y justifican y concluyen con buenos argumentos, “Maldita la clase política”, misma que, errores y excesos aparte, lo ha hecho todo en el país, estos voceros de aquellos solapados intereses procuran falencias morales para los que han ostentado cargos públicos, en tanto la corrupción, que siempre es político empresarial, retiene a los políticos como los solos culpable penal y moralmente. Impunidad empresarial pagada con nuestros cuartos, devolución de una coima. Con una parte de la prensa alineada, direccionada, cómplice.
¡Los políticos son ladrones! Es el discurso de los que quieren cambiarnos nueva vez cuentas de vidrios por oro, y nos educan para no saber ver, para ver sin ver.
Lo cierto que en la práctica, falacias y publicidad engañosa al margen, ningún político posee siquiera mínimamente las gigantescas y asquerosísimas riquezas de los empresarios que hacen negocios con esos mismos políticos cuando ocupan posiciones oficiales.
Nada que ver.
Sin que guarde relación con el tema, estemos listos, preparemos para el futuro que aflora, aprendamos creole y estemos dispuestos a vender nuestros ingenios, preparación profesional y servicios a los pobladores de la provincia de Haití, que como van las cosas, con compromiso aparente de estado, pronto estaremos fatalmente unificados.