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Por Manuel Hernández Villeta
Santo Domingo, R. D., 13 de septiembre, 2024.- Los enfrentamientos verbales entre políticos y autoridades venezolanas y dominicana deben cesar. América Latina necesita la integración y la paz. No es momento de enfrentamientos que se pueden evitar.
Cierto que son cuestionadas las elecciones de Venezuela, pero ese es un problema interno que deben resolver los venezolanos. Entrar la República Dominicana a un debate político, no es lo correcto.
Ahora mismo los ánimos están crispados y es imposible pensar en una normalización de relaciones. Pero ello llegará por encima de los deseos de los gobiernos dominicano y venezolano. Por lo pronto hay que aumentar los niveles del debate, y dejar fuera las expresiones populistas y las acusaciones de ladrón.
La fricción surge de la postura dominicana ante las elecciones venezolanas. Se notificaron llamados al presidente Nicolás Maduro sobre la legalidad y limpieza del proceso electoral. Ello debió de ser suficiente para evitar los choques innecesarios.
Venezuela tiene que cargar con su crisis interna, de afuera nadie tiene derecho a incursionar en problemas que solo competen a esa nación. Nada levanta más las fibras de la anarquía que la política.
El llamado de la hora es dé que se dejen un lado los enfrentamientos. Ambas partes se den una tregua, y se haga una retirada política, en espera de que en algún momento se puedan reanudar las relaciones.
Ya los dominicanos tenemos problemas al rojo vivo con Haití, sus refugiados del hambre, y los deseos de las grandes potencias de impulsar una acción nacional que vaya de acuerdo a sus deseos de solucionar la crisis del vecino país.
Mientras con Venezuela los enfrentamientos son verbales, con Haití se vive una agonía diaria. Cientos de miles de ilegales y documentados están en territorio nacional, los que llevan al extremo las atenciones médicas y los programas de enseñanza.
Asimismo hay una gran presencia de venezolanos en el país, que huyen de las presiones de Maduro. Ese exilio no cae en lo político, son también refugiados del hambre y las necesidades.
No llama tanto la atención por ser un grupo minoritario, y, dejémonos de cuento, lo que se le permite a los venezolanos, no está al alcance de los haitianos. Los dos casos merecen soluciones individuales con punto y aparte.
Bajo ninguna circunstancia el gobierno dominicano debe profundizar la crisis continental o interna de Venezuela. Cada país tiene el gobierno que quiere. Es a los venezolanos que les toca determinar si quieren o rechazan a Maduro. Nada tiene que buscar allí RD.