Nelson Encarnación
La criminalidad y nuestro entorno
Entre las preocupaciones que suelen perturbar el sueño de los gobernantes, la seguridad de los ciudadanos es una de ellas, tomándose en cuenta que el Estado está obligado a garantizar la tranquilidad y el desplazamiento seguro de los gobernados.
Es por ello que asumir esta como una prioridad refiere el interés de que el territorio desenvuelva su cotidianidad dentro de un ambiente de paz y sosiego.
Sobre todo, un país como el nuestro, cuya economía está atada a dos renglones muy espantadizos: el turismo y la inversión extranjera directa.
Cuando el presidente Luis Abinader asume el combate a la delincuencia como una de sus preocupaciones—y también ocupaciones—es precisamente por el impacto negativo que esta tiene en el clima de negocios, pero igual por el interés de propiciar la tranquilidad nacional.
Con frecuencia escuchamos sobre el entendible temor que genera la delincuencia, dejando la impresión de que vivimos en el país más inseguro del continente, lo cual no es cierto.
Y no lo digo yo, sino el informe de InSight Crime de 2023, que recoge las cifras de homicidios en América Latina y el Caribe, en el cual aparecemos entre los más seguros de la región.
Según este informe, la tasa de homicidios se ubicó en 11.5 por cada 100,000 habitantes, una reducción del 7% respecto de 2022, lo que nos sitúa por debajo de países competidores en turismo como Jamaica (60.9), y Puerto Rico (14.4), para solo citar dos ejemplos caribeños.
El Ecuador revienta la balanza en países de más de 10 millones de habitantes, con la astronómica tasa de 44.5 homicidios por cada 100,000, (más que Haití, 40.9), con la agravante de que ha registrado un aumento del 74.5% en los últimos cinco años.
Una verdadera catástrofe sin fin, en contraste con su vecino Perú, que apenas registra 3.2 homicidios por cada 100,000 habitantes.
Sobre nuestro país, el informe resalta que, a pesar de ser territorio de tránsito de cocaína, no experimentó un aumento en la violencia en 2023, sino una reducción del 7%.
“El crimen organizado no parece ser un detonante determinante de la violencia en la República Dominicana, ya que la mayor parte de los casos (45,4%) están relacionados con conflictos sociales, y solo el 24,3% parecen estar vinculados a la delincuencia”.
Añade: «Esta cifra es casi la mitad que la de otras naciones caribeñas como Santa Lucía, donde el 49% de los asesinatos están vinculados a pandillas”.
Un dato importantísimo que revela que el combate a la delincuencia es menos intrincado que esos territorios donde el crimen organizado atrae a jóvenes que ya tienen un alto contenido de maleabilidad y les resulta bastante fácil hacer el cruce hacia el crimen de alto calado.
Acerca de Haití, lo que dice el informe tiene bastante sentido y en cierta forma hasta se justificarían los 40.9 homicidios sobre los 100,000 habitantes.
“Haití experimentó un marcado aumento en la violencia entre pandillas en 2023. Su tasa de homicidios alcanzó un asombroso 40,9, un aumento del 126% respecto a 2022, según datos de la Oficina Integrada de las Naciones Unidas en Haití”.
Y refiere: “La violencia, presente en diferentes facetas, ha estado fuera de control desde el asesinato del presidente de Haití, Jovenel Moïse, en 2021. Con un Estado incapaz de proteger a sus ciudadanos, grupos de vigilantes cometieron ejecuciones extrajudiciales de presuntos miembros de pandillas”.
No hay duda de que nuestro país está bajo control y esperamos que continúe de ese modo.