Por Milton Olivo
El conflicto de guerra proxys que tiene como escenario a Haití, estoy convencido es un escenario de guerra entre los intereses de las megacorporaciones y los Estados.
Se enfrentan los que defienden que los poderes públicos del Estado, son los que deben definir las políticas que afectan las sociedades. No los grupos de intereses privados que representan las corporaciones.
Una guerra proxys es lo que pasa en Ucrania; donde muchos países participan en la guerra, suministrando equipos de guerra, y uno -Ucrania- pone el territorio y supuestamente exclusivamente también los soldados.
Siempre se ha establecido que toda forma de gobierno es manifestación de una forma de opresión. Persiste mientras la mayoría de la población los tolera. La población dominicana liderada bajo el paraguas de la “marcha verde”, salió a las calles a expresar su límite de tolerancia a la corrupción y la impunidad.
El gobierno del cambio encabezado por Luis Abinader, la población lo percibe como un cambio, basado en que Luis Abinader aplastó la corrupción como sistema. La corrupción que es de conocimiento y sentimiento generalizado es la causa de las limitaciones que sufre la población, del subdesarrollo y los niveles de desempleo. Porque los recursos de todos eran robados por unos cuantos.
Haití, su principal mal es la concentración de la riqueza en unos pocos. Hoy vemos que esa sociedad está en una auténtica guerra civil. Donde los grupos enfrentados al statu quo, o los intereses dominantes tradicionales, son llamados por la prensa dominante, pandillas.
Como en RD cuando la invasión de USA en 1916, los patriotas que los enfrentaron fueron llamados gavilleros.
La principal víctima de esa anarquía reinante en Haití es la República Dominicana, pues es a donde se traslada básicamente su población. Mi impresión es que debe ser sustituido el principio cardinal de la política exterior de la República Dominicana, basada en la no intromisión en los asuntos internos de otros países. Propongo que sea cambiada por la defensa del interés nacional.
La República Dominicana, no puede ser ni víctima, ni indiferente a la tragedia haitiana. Todo lo contrario, nosotros, como sociedad mas evolucionada, más cercana y más poderosa, somos y debemos ser los más interesados en un futuro próspero para Haití.
Y eso requiere que la RD tiene que hacer lo que sea necesario para que el desarrollo de los acontecimientos internos en Haiti, sea por los senderos que mas convenga al desarrollo y prosperidad de esa vecina nación.
Ya lo dijo el insigne Nicolas Maquiavelo; “el fin, justicia los medios”.
El autor es escritor, ensayista e historiógrafo dominicano.
Sucre Julián Barrera