Cultura, Turismo

Baracoa, un tesoro de leyendas e historias singulares

Guantánamo, Cuba (Prensa Latina) Nombrada por el conquistador español Diego Velázquez como Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa, la primera villa fundada en Cuba, el 15 de agosto de 1512, atesora leyendas e historias singulares, primicias de la nación.    

  • agosto 15, 2023
  • CDT10:40 (GMT) -0400

Por Lisván Lescalle

De la redacción Nacional de Prensa Latina

En los predios de este centro urbano, arropado por espectaculares paisajes, se asentó la primera capital de los cubanos y gestó el proceso de conquista y colonización de la nación caribeña que condujo al establecimiento de las otras seis primeras villas.

Bendecido por la naturaleza, en este sitio, cuyo toponímico significa, según el lingüista cubano Sergio Valdez Bernal, existencia de mar, acontecieron los primogénitos sucesos de este país.

De acuerdo con la historiografía, allí se registraron los dos primeros matrimonios en suelo cubano. Los indios taínos de aquellos parajes observaron perplejos el séquito nupcial que llegó a una pequeña iglesia con paredes de embarrado y techo de guano.

Diego Velásquez, uno de los protagonistas de ese acontecimiento, puso su toque personal a la pretendida empresa evangelizadora —exterminadora con el tiempo— al desposar a Isabel de Coellar, dama de la aristocracia, hija de Cristóbal Coellar, Tesorero del Rey de España. A los siete días murió la esposa.

Otro importante enviado especial a la Ciudad Paisaje, Hernán Cortés, mientras servía como alcalde de Baracoa se casó con Catalina Juárez, personaje de la hidalguía.

Ante la Cruz de la Parra —que se conserva como la única sobreviviente de las 29 que trajo Cristóbal Colón en igual número de puertos en sus cuatro viajes por América— Fray Bartolomé de las Casas realizó la primera misa oficiada en Cuba.

PRIVILEGIOS SIN SER CAPITAL

Uno de los más fervientes estudiosos y conocedores de la Primada de Cuba, el historiador de la ciudad, Alejandro Hartmann Matos, sostiene, que pese a perder en 1515 su estatus de capital, “Baracoa tiene mucha importancia para la jerarquía eclesiástica superior”

“En ese año, cuando Santiago de Cuba, con mejores condiciones como puerto, pasa a ser la capital y se hace el primer escudo de Cuba, lo que preside ese escudo es la virgen de Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa.

Mediante Bula del Papa León X en 1518 se funda en Baracoa el Obispado de Nuestra Señora de la Asunción, y no es hasta 1523 que transfieren a Santiago de Cuba dicha jerarquía.

Refiere el historiador baracoense que, tras un salto de casi 80 años en el que “aún hoy existe vacío documental sobre lo acontecido en esta primogénita villa”, vuelve el paradisíaco entorno baracoense a deslumbrar a más de un visitante: aparece en 1598 el poema La Florida, de Fray Alonso Gregorio de Escobedo, defendido como la primera obra de la literatura cubana.

«El autor dedica varios versos a tradiciones baracoenses. Hace descripciones de los indios —a quienes se suponía exterminados— sus costumbres, comidas típicas como el palmito, plato indígena preparado a partir de la palma real, que aún sobrevive en algunas de nuestras comunidades con las adiciones lógicas de casi 500 años.

Otro hecho que revela la categoría concedida a la Ciudad Paisaje es su sistema de fortificaciones: Matachín, tercero en importancia de Cuba, después del de La Habana y Santiago de Cuba, al cual se le adicionó el fuerte Majana, un fondeadero de barcos en la ensenada de Boca de Miel con evidente interés estratégico militar.

Baracoa, explica su historiador principal, es la única de las siete villas que se conserva en el mismo sitio de su fundación, gracias a su ubicación en una planicie, dentro de un entorno geográfico mayoritariamente montañoso.

LA CAPITAL DEL ORO VERDE

En lo económico, Baracoa destacó en cultivos como el coco, el café y la caña de azúcar. Está documentado que en la primera mitad del siglo XIX hubo un florecimiento moderado de sus exportaciones de café, miel, frutas y en menor medida de azúcar. En 1889 exportó un millón de unidades de coco.

A finales de ese siglo operó allí la primera refinería de petróleo de Cuba, según documentos recogidos en el libro Franceses en Baracoa, del propio historiador Alejandro Hartmann. En ese texto, el autor afirma que hubo en la ciudad consulados de Estados Unidos y Francia, de 1831 a 1893.

La también denominada capital del Oro Verde, por su entonces prolijo comercio de bananos -guineo, para los lugareños- tuvo hasta 1946 un moderado florecimiento económico sin que ello deba, de ningún modo, confundirse con riqueza o equidad.

Y no solo lo afirma Hartmann. El titular, Baracoa en desgracias, del periódico local La Semana, del sábado 12 de junio de 1937, consigna una arista del abandono gubernamental a los campesinos, a la postre mayoritarios en su empobrecida población.

El 60 por ciento de los pobladores carecía de agua potable, contaban con un médico para 15 mil habitantes, solo 11 kilómetros de carretera, altísimo desempleo y la depauperación socioeconómica caracterizaban a la Cenicienta de Oriente, como la bautizara la prensa de la época.

Ese panorama cambió en la actualidad, con decenas de programas sociales y económicos que sepultaron aquellas realidades y benefician a unos 80 mil habitantes del segundo municipio en importancia de Guantánamo, provincia a casi mil kilómetros al este de La Habana.

A la vuelta de 512 años, la primera de nuestras villas y ciudades seduce y asombra, enamora y apasiona tanto a nacionales como a extranjeros que la siguen viendo con los ojos de almirante genovés Cristóbal Colón: «… la más hermosa cosa del mundo».

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