Mario Rivadulla
En su discurso de juramentación, después de formalizar sus promesas de campaña como programa de gobierno, el Presidente Danilo Medina llamó a todos a poner manos a la obra. Y ha sido su primer llamado en este sentido al sector educativo con motivo del inicio del nuevo año escolar. Es un buen comienzo. Una reiteración de que el nuevo mandatario está consciente de la importancia de la educación y ratifica su compromiso inquebrantable con la misma.
Dirigida a maestros, alumnos, padres y amigos de la escuela, el Presidente señala en su exhortación que desde hoy las puertas de los centros educativos se abren para más de dos millones 700 mil menores de ambos sexos, jóvenes y adultos exhortándoles a capacitarse para desarrollar al máximo sus potencialidades. Y les recuerda que es la capacitación la vía más segura y confiable para superar la pobreza, la exclusión y la desigualdad social.
En su alocución, repite una frase que pronunció en su discurso ante la Asamblea Nacional y el país: la educación es el otro nombre de la libertad. De hecho, su sinónimo. Lo proclamó hace bastante más de un siglo, aquel apóstol visionario que fue José Martí con otro postulado de similar alcance: «Ser cultos, para poder ser libres».
En más de una ocasión durante la campaña que lo llevó al poder y después de electo, el Primer Mandatario ha renovado su promesa de honrar la hasta ahora incumplida ley de dedicar el cuatro por ciento del Producto Interno Bruto a la educación. La misma categórica mención que hizo al juramentarse ha sido acogida con regocijo por los distintos sectores que convirtieron el tema en consigna de sostenida lucha cívica durante los últimos meses.
Sin dudas, tendrá que hacer un gran esfuerzo económico para lograrlo. Al margen de las cifras tan dispares que se han enarbolado sobre el déficit fiscal, dependiendo de la trinchera partidaria desde la cual se enfoque el tema, es más que sabido que el nuevo gobierno enfrentará tanto estrecheces presupuestarias como fuertes exigencias de reajustes por parte de distintos sectores. Quizás tenga que hacer hasta un poco de magia para manejar las finanzas públicas.
Pese a ello de seguro hará cuantos esfuerzos sean necesarios para cumplir el compromiso del 4 por ciento. Esto así, no solo por el arraigo público que ha conseguido la consigna, sino porque da clara notación de que está convencido de que el progreso colectivo de la nación tanto como el individual de sus ciudadanos se encuentra inexorablemente atado a la educación. Si hay que hacer sacrificios y recortes presupuestarios serán por otras vías diferentes a la docencia.
Quizás, sin embargo, no será lograr los fondos para cubrir el cuatro por ciento la principal preocupación del gobierno sino qué hacer con ellos. En qué y cómo invertir esos cuantiosos recursos adicionales de tal manera que se justifique el empleo de cada centavo sin asomo de dispendio, desde la calidad de la construcción y equipamiento de esas diez mil aulas que anunció el Presidente para el próximo año, hasta la urgente y necesaria elevación de los estándares de capacitación del profesorado.
La tarea es tan exigente que requerirá poner manos a la obra de inmediato con lo que ahora mismo se tenga a la mano. Pero bien entendido que deberá ser un compromiso de todos.
EL TIRO RAPIDO DEL LUNES
Mario Rivadulla
Lunes 20, 08, 12
«Todo gobierno tiene como único objeto el bien de los gobernados…» (San Agustín, uno de los más esclarecidos pensadores de la Iglesia).
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2012-08-22 04:06:34
