De Hombres, Mujeres y Cosas, Efemerides

Las repúblicas dominicana y haitiana cara a cara: una aproximación


Fernando I. Ferrán1

I. Prólogo


La República de Haití y la República Dominicana comparten desde 1844 el territoerio de la isla la Española. Las relaciones entre ambas vienen entretejidas en los últimos años, si no después de 1862 , por cuestiones urticantes relativas a la migración haitiana al país colindante, el manejo de la frontera, la situación de los trabajadores haitianos en suelo dominicano y el comercio binacional. A todo lo cual se añade, para fines de mera actualidad, las debilidades intrínsecas, incluso fallidas, de uno de los estados interrelacionados.


En ese contexto, la formación sociohistórica de los conglomerados poblaciones que echan
raíces en la isla de la Española sigue siendo tan divergente como el dominicano y el
haitiano. En orden a discernir tan impasible realidad, en lo sucesivo aplico el principio –
diríase hoy hermenéutico- de la analogía medieval3
: ambos pueblos, aunados en los
linderos de una historia, son irreductibles e inconfundibles entre sí; y, al mismo tiempo,
a pesar de experimentar procesos de formación diferentes, permanecen inseparables en
un mismo lindero medioambiental e isleño.
Mediando ese principio, propongo dar un paso al frente de infinidad de los mismos
diagnósticos harto repetidos y consabidos. ¿El objetivo…?, intentar al menos auscultar el
ignoto porvenir que separa ambos pueblos y sus formas y deformaciones históricas y
políticas, por desbalanceada que esté la aproximación que propongo.

1 Profesor-Investigador del Centro de Estudios Económicos y Sociales P. Alemán y coordinador de su
Unidad de Estudios Haitianos, PUCMM.

2 Año en el que se consigna que Haití deja de incursionar militarmente en territorio dominicano.

3 El principio escolástico de la analogía versa así: unir sin confundir lo que es diferente y distinguir sin
separar lo que permanece aunado.
4
Pero antes iniciar son imprescindibles dos advertencias. Primera, independientemente de
cuál sea el porvenir de ambas repúblicas, en lo sucesivo no es cuestión de tratar el binomio
dominico-haitiano y sus singulares relaciones de forma maniquea. Iluso sería analizar la
realidad como si su guión estuviera entrecortado de un western espagueti´ producido en Hollywood; léase bien, dividido en dos bandos opuestos: los buenos / los malos, los civilizados / los bárbaros, los héroes / los villanos. Se trata más bien, por iluso o irrelevante que a veces esto parezca ser en medio de la controvertida actualidad de ambas repúblicas, de desenmarañar la serie de contraposiciones en las que sus partes se encuentran convergiendo o divergiendo entre sí. En tal situación, el propósito no es presagiar el camino que uno solo de los dos países isleños ha de recorrer (Daut 2023), sino ilustrar lo más objetivamente posible -de conformidad con la documentación disponible- la ruta que cursan las relaciones de ambos, -independientemente de lo cercanos o alejados que permanezcan. Y, segunda advertencia preliminar, la exposición se centra exclusivamente en dichos pueblos y sus respectivas repúblicas. Encamino así un ejercicio académico con la sola finalidad de aislarlos experimentalmente para discernir el entretejido particular dominicano - haitianos, como si a su alrededor no existiera la comunidad internacional ni las llamadas de cumbres particulares4 y ni siquiera países con capacidad de intervención hegemónica5 , sino como dos entidades que al margen del resto del mundo tienen relaciones particulares que exhibir y determinar. Con ese único propósito en mente, y por aquello de quetodo depende del color del cristal
con que se mire´, a continuación parto de las aprensiones intelectuales con las que las
partes objeto de este estudio se perciben y suelen ser percibidas por uno o varios notables
del grupo de los que tintan lo que miran (Infra II). Expuesta la envergadura de la culpa de
los tiempos, la exposición se centrará en qué hacer en el contexto del binomio bajo estudio
(Infra III), antes de finalizar con la presentación de los más notorios escenarios previsibles
en el exclusivo porvenir de esas dos repúblicas bajo observación en el mismo trayecto
antillano del astro solar (Infra IV).

4 Por ejemplo, Cumbre 2023, párrafo 29. O más realista aún, posiciones unilaterales de una nación de
notable incidencia en Haití, como

5 Ver, U.S. Department of State 2023.
5
II. Culpa de los tiempos
II.1 Intelectualidad y vida cotidiana. Hispanistas y afrancesados, endilgados ambos
por la pluma de Jean Price-Mars (2000) como ”bovaristas”
6
, han trillado un horizonte
apologético en el que ahondan y subrayan diferencias evidentes, mientras obliteran la
coexistencia, solidaridad y convivencia diaria de numerosos miembros de ambos pueblos
en espacios compartidos de manera espontánea y natural.
Esa parcialidad, -si no ojeriza de juicio- es posible en la medida en que el diario vivir
aunado y pacífico de dominicanos y haitianos queda opacado por sonoros altercados
como la invasión o dominación haitiana de 1822-1844, las sucesivas incursiones armadas
de Haití en el territorio de la República Dominicana7
, los hechos sangrientos en la Línea
Noroeste en 1937, el duro trabajo en el corte y arrimo de la caña de azúcar, la otrora
reclusión de la mano de obra en los bateyes de campo azucareros, el trabajo infravalorado
y mal remunerado en y fuera de esa agroindustria, y los publicitados como abusivos actos
de deportación de la creciente mano de obra haitiana establecida en territorio dominicano
en condiciones de irregularidad.
En esos contextos, la objetividad o imparcialidad de juicio es la primera víctima a la hora
de analizar y enjuiciar las relaciones de ambas poblaciones, tanto en su perspectiva
binacional, como en la convivencia que de hecho tiene lugar en el lado oriental de la Isla.
II.2 Contradicciones históricas. Las más notables contrariedades, esas que dan pie a
los relatos contradictorios que arropan la Española, siguen siendo de índole histórica. En
ese contexto, predomina la falta de objetividad. Un buen ejemplo del actual predominio
de versiones contradictorias narradas a propósito de contrariedades históricas ha quedado
sobre el tapete y a la vista de todos en los días finales del año 2022.

6 Ver, también, Byron et al., 2021: 239-253.
7 Fundamentalmente hasta la firma del Tratado de Fronteras Dominico-Haitiano del 21 de enero de 1929
y los subsecuentes acuerdo del 17 de febrero de 1935 y el protocolo adicional de La Miel del 9 de marzo
de 1936, con sus respectivas cesiones de terreno.
6
En efecto, un pulido documental de la BBC (Brooks 2022) sirvió de causa detonante del
nuevo debate. Ese trabajo, avalado en buena medida por los minuciosos estudios de la
historiadora María Filomena González Canalda (2020 y sf.), asevera que no existe
evidencia documental de los despojos cometidos durante la dominación haitiana de 1822-

  1. Más aún, para el autor del reportaje que sirve de parteaguas´, ni siquiera se trató de una ocupación engorrosa para la parte oriental de la isla pues, al fin y al cabo, las personas salieron espontáneamente a saludar a Boyer y su ejército a su paso, en tanto que “invitados” por grupos poblacionales. Por decirlo todo en una sola oración, incluso en Santo Domingo se les recibió sin dejo alguno de resistencia formal. No obstante, argumenta el punto de vista contrario, el documental inglés obnubila las evidencias. Los responsables del libelo -de haber leído a historiadores haitianos- hubieran tenido que advertir que se trató de una invasión armada bien planificada, con 12 mil soldados divididos en dos grupos, uno entrando a través de Dajabón y Santiago y el otro vía San Juan y Azua (Cuello 2022). La verdad de la cuestión no queda develada al afirmar que se trató de una acogida cuasi fraterna y entusiasta, sino al reconocer la violación a la que fue sometida la soberanía de un territorio que ya era independiente de España y que incluso contaba con una constitución provisional. Cabe destacar que desde aquel evento decimonónico de 1822, si no desde antes por incursiones previas en el territorio del entonces Santo Domingo español, una barrera de parcialidad se yergue en cuanta narración describe y procura entender cada suceso de los que hacen memoria haitianos y dominicanos. No obstante, si levantáramos la barrera que ofusca el enjuiciamiento parcial, rescataríamos la verdad de una y otra versión de los mismos hechos, al tiempo que superaríamos su respectiva trivialidad, encono, maniqueísmo o engaño. Por ejemplo, a propósito del caso tratado por el documental británico de referencia: Boyer y sus acompañantes fueron recibidos en suelo dominicano pacíficamente y, en Santo Domingo, llave en mano; justo por eso su ejército -sinónimo de plan B de estrategas previsores- no tuvo que recurrir al uso de la fuerza. No hubo de hacerlo, claro está, aun cuando esa eventualidad estuviera prevista según evidencia la documentación haitiana, de conformidad con los objetivos finales de la maniobra foránea en suelo dominicano. 7 Esclarecido el caso aducido con propósito didáctico, retomo críticamente los aciertos expuestos por las partes encontradas, sin por eso dejar de reafirmar sus eventuales diferencias. II.3 Dos en una. Ante todo, es indispensable allanar el camino de malos entendidos, pseudo verdades y ojerizas. Es menester más bien reconocer, tal y como afirma Quisqueya Lora, avalada a su vez por los escritos de González Canalda (2019), que “a ambos lados de la frontera hay animadversiones históricas e intelectuales”. Y, por añadidura, segundo, que “Con referencia a la afirmación de quelos intelectuales haitianos en
    su gran mayoría creen que somos los culpables los dominicanos de sus
    desgracias´, mi experiencia, leyendo los libros de historia de autores
    haitianos contemporáneos, es que la República Dominicana es la gran
    ausente en sus reflexiones sobre su devenir histórico” (Lora en Acción
    Afrodominicana 2022)
    El solo hecho de que tales aclaraciones devengan indispensables deja en evidencia que
    las relaciones entre las partes dan pie a posiciones e interpretaciones encontradas a
    propósito de los mismos acontecimientos. Es en ese contexto, al menos del lado
    dominicano, el profesor Wilson Castillo distingue reconoce tres posiciones señeras:
    “La primera, anti-haitiana, asociada al discurso histórico-nacionalista
    que heredamos de la era de Trujillo-Balaguer, pero que, en la actualidad
    se expresa con algunas variantes. La segunda posición: pro-haitiana,
    vinculada a un discurso político, anti-imperialista y el reconocimiento de
    la soberanía y la libre autodeterminación del pueblo haitiano y, una
    tercera posición, caracterizada por un discurso social que, procura
    destacar las condiciones socioeconómicas de extremas pobreza del pueblo
    haitiano y el reconocimiento de los derechos humanos de los inmigrantes
    y descendientes de origen haitianos”. (Castillo 2022)
    Así, pues, en medio de tantas divergencias, y aun cuando una golondrina no hace
    primavera, valga al menos un ejemplo para poner en ascuas la aseveración relativa a que
    8
    existe un hartero complot haitiano en contra de la existencia y de la soberanía
    dominicana8
    . A ese propósito, no es insignificante que líderes como el dos veces
    presidente constitucional de Haití, René Préval, y otros en el campo político e intelectual
    desmientan tan hipotética conjura con palabras y con hechos en medio del trajín de
    diversos acontecimientos históricos. Incluso, que lleguen a un nivel de sinceridad tan
    franca como para declarar en público que “los ilegales haitianos son una carga para
    República Dominicana”; y, por añadidura, que el peso de la restauración de Haití recae
    ante todo en “la comunidad internacional» que es la llamada a socorrer a ese país en
    medio de tantos siniestros naturales, políticos y sociales (Reyes y Tejera 2000).
    Por eso o por alguna otra razón que pueda ser aducida en medio de este contrapunteo, lo
    decisivo sigue siendo, primero, no repetir el desatino de la mujer de Lot -que otrora quedó
    convertida en una estatua de sal por mirar hacia atrás a su pueblo, Sodoma (Gen. 19,26).
    Por ende, segundo, evitar que cuantos la imiten queden anquilosados rehabilitando un
    pasado de nacionalismos autoritarios, encaminados todos a fomentar el miedo, la repulsa,
    el antagonismo o el odio temporal entre las partes, en vez de mirar al frente en aras de lo
    venidero y mejor. Y, por vía de consecuencia, tercero, afirmar de manera fehaciente que
    si bien los procesos históricos escenificados en el pasado depositan sus secuelas en el
    presente, no por tanto haya que prejuzgar y mucho menos deducir y dar por determinado
    el porvenir9
    .
    Es en ese ambiente de temporalidad que conviene discernir y valorar la divergencia y
    continua diferenciación que entrañan los procesos de formación de los pueblos haitiano
    y dominicano, al día de hoy. Esa divergencia, aunque bien comprendida y expuesta entre
    otros por el historiador Roberto Cassá (2022c, d, e), da razón a buenos y malos
    entendidos, al igual que a múltiples puntos de vista y posiciones ideológicas
    contradictorias. Por lo dicho, absortos en un maremágnum de opiniones de toda índole,

8 Subrayo un ejemplo, sin por ello desconocer que existen otros más contrapuestos. Uno de los más
reconocidos, el del también dos veces expresidente de Haití Jean Bertrand Aristide, quien hizo galas de
antidominicanismo; y, en el presente, la hacen activos ex funcionarios del gobierno del finado Jovenel
Moïse.

9 Reconocer esa escenificación es difícil de lograr pues, -si un principio fundamental de las llamadas
ciencias exactas es la `intersubjetividad´ de los científicos que siguen la misma metodología de
investigación y llegan a los mismos resultados y conclusiones-, entre pensadores haitianos y dominicanos,
así como a lo interno de cada grupo, operando todos en el ámbito de las disciplinas sociales, es menos
frecuente verificar la materialización de tal criterio epistemológico.
9
la cuestión de fondo sigue siendo la revisión de “las matrices diferenciadas de las
formaciones sociales de la República de Haití y la República Domimicana” (Cassá
2022c).
Si me correspondiera definir ambas matrices de forma lapidaria, diría que la formación
social dominicana muestra ser de carácter evolutivo y acumulativo, pues asimila en su
calificado “sancocho cultural migratorio” (Ferrán 2022: 484) a todo el que ha llegado
para quedarse en el territorio patrio; mientras que la formación social haitiana aparece
siendo de naturaleza restrictiva e involutiva, ya que pretendió afirmarse en una variable
racial significativa de su pasado, sin por ello superarla y abrirse a una integración
nacional y modernizante de raigambre pluriétnica y multicultural. Ambas matrices son,
tanto como su configuración cultural, diferentes. La trayectoria dominicana es, en
términos relativos, más abierta, acogedora y asimiladora de aquello que le es inicialmente
extraño y ajeno; la haitiana más bien es un rompecabezas o pastiche que adrede se le
mantiene fragmentado y renuente a todo lo que le es diferente.
Lo precedente no insinúa ni afirma que una de esas dos formaciones sea mejor -o peorque la otra. Son diferentes, divergentes, disparejas.
En Haití, puntualiza Cassá (2022d), no se construyó un orden estable que impulsara la
modernización, pues la élite mulata, la que ejercía una hegemonía siempre recompuesta,
percibía a la masa del pueblo con distante desdén como “los negros”. No se construyeron
mediaciones tendentes a la aparición de planos efectivos de reconocimiento común y
susceptibles de solventar la cronicidad de conflictos.
“Una agenda política semejante, fundamentada en el color, ha estado
ausente en la existencia de la República Dominicana. Los procesos de
luchas nacionales desde inicios del siglo XIX tendieron a debilitar los
estereotipos racistas del mundo occidental y de procedencia colonial. Los
adalides de la libertad de los dominicanos enfatizaron la unidad de todos
al margen del color de la piel y de cualquier criterio étnico” (Ibid; ver
también, 2023).
10
En resumidas cuentas, en la Española se registró “el hecho consumado de la
conformación de dos pueblos, con procesos históricos que han retroalimentado
diferencias y divergencias” (Ibid). El uno mantuvo su incipiente independencia sobre
base raciales y desencuentros internos; el otro procura su libertad política a la defensiva
mientras diversificaba sus modalidades de producción tradicionales e incorporaba los más
disímiles flujos migratorios.
En ese contexto, “el relato de que República Dominicana no tiene derecho a la existencia
propia, soberana” (Espinal Báez 2022), viene a ser políticamente un contrasentido
histórico y sociocultural. Cualquier acometida de fusión de ambos pueblos hoy, venga de
los ámbitos internacionales de poder o de donde provenga, encarna el objetable e
inexcusable desconocimiento de la autonomía social, cultural y política, tanto de los
dominicanos, como de los haitianos. Y, segundo, favorece la necesidad de los pobladores,
gobiernos e instituciones -a ambos lados de la isla de la Española- de defender a todo
trance la frontera común, como símbolo eficiente que es de lo aunado que ellos están y
de la diferenciación que encarnan ambos estados políticos en tanto que soberanos.
III. Deberes
En razón de la existencia de dos formaciones sociopolíticas diferentes en una sola isla, se
desprenden algunas acciones concretas que hacen las veces de obligaciones y de
quehaceres pendientes. Ellos son:
III.1 La primera acción, desde el punto de vista haitiano, acometer con urgencia el
encauzamiento de sus instituciones y su apropiado ordenamiento estatal. Ese esfuerzo
tiene por finalidad, la de hacer valer su razón de ser en un horizonte de cosas más expuesto
a la colaboración e interdependencia de los actores internos y de Haití como nación con
la comunidad internacional.
III.2 Desde la perspectiva dominicana, segunda acción, hacer prevalecer ante todo y
todos el valor del “aserto de Duarte” (Cassá 2022d) relativo a la imposibilidad de
cualquier asomo de fusión dominico-haitiana; y, guardando las distancias, añadiría de
manera atrevida a esa liquidación la inconveniencia de cualesquiera sea la amalgama que
11
por motivos históricos y culturales termine haciendo las veces de canto de sirena a la
impertérrita causa dominicana.
III.3 Al mismo tiempo, tercera, evaluar la fraternidad de ambos pueblos -haitiano/
dominicano- en tanto que imperativo categórico de una historia compartida pues, en su
aislamiento, ellos son inseparables y, en función de sus características identitarias e
intereses societarios, inconfundibles.
III.4 Afín a lo anterior, pero ya en el terreno de lo concreto en la geografía isleña, es
menester desmontar con eficiencia y energía el tráfico ilícito de personas -también el de
mercancías- por la frontera dominico-haitiana. Para adelantar esa cuarta acción, será
requerida la férrea determinación -amparada siempre por el mandato de la ley- para
cerrarle el paso a cuanta corruptela, impunidad y artimañas ilegales e ilegítimas aúpen y
amparen un comercio hoy por hoy masivo e indiscriminado de mercancías y, sobre todo,
de nacionales haitianos en condiciones de irregularidad hacia el territorio nacional.
III.5 Apéndice o corolario de la anterior, como única forma eficiente de por fin superar
la complicidad que permite hacer funcionar la puerta giratoria instaurada en dicha
frontera, es imprescindible planificar y regular el mercado laboral, léase bien: el
dominicano. De modo que ni este lado se amuralle y prohíba a cal y canto la migración
laboral hacia el lado oriental de la isla, ni siga siendo el centenario hacerse la vista gorda
el que bautice la infinidad de violaciones y la irregularidad fragante en el concurrido
mercado.
La coexistencia de ambas sociedades en la Española, así fundamentada en y para sí
mismas, ha de evitar los artificios y dobleces que apañan una inmigración haitiana
indocumentada y laboralmente expuesta a abusos laborales, principal aunque no
exclusivamente en el mercado informal de la economía (García Michel 2023b)10
.

10 En su rendimiento de cuentas constitucional al Congreso de la República, el pasado 27 de febrero 2023,
el presidente Luis Abinader Corona hizo un emotivo llamado en relación con la crisis de Haití y exhortó al
conglomerado político dominicano a asumir la responsabilidad para “apartar el problema haitiano de
nuestra lucha partidista y que lleguemos a un gran acuerdo nacional, a un pacto de país, que nos
comprometa desde nuestras posiciones y que dé una respuesta unánime en la defensa y la protección de
nuestra soberanía”. El propósito de tal llamado formal es “enfrentar el proceso de desnacionalización y la
sobrecarga de servicios públicos esenciales…tanto como el rezago en la modernización y tecnificación de
áreas de producción estratégicas que comprometen seriamente aspectos de la seguridad nacional” ver
García Michel 2023.
12
Por último, craso error11 el de quienquiera que crea que, por medio del trasvase
poblacional, la República Dominicana puede amortiguar -¿y remediar?, ¿a mediano y
largo plazo?- la secuela de sucesivas crisis en Haití que derivan en la subsecuente fuga
demográfica de todos los segmentos de su población, colmando así los más recónditos
extremos del hemisferio americano y de allende. Tal desatino desconoce por la razón que
sea el punto de inflexión del proceso de reproducción social haitiano -en singular
relacionado con el dominicano-, tal y como dejan en evidencia las pesquisas de los más
diversos autores de dentro y fuera de la Española12
.
IV. Prognosis
IV.1 Escenarios previsibles. Al final de mucho andar, restan por discernir no uno, sino
tres desenlaces previsibles al final del camino despejado por las relaciones entacruzadas
de las repúblicas haitiana y dominicana. Todos son concebibles en tanto que promovidos
-u obstaculizados- por el impacto entrelazado de variables migratorias, laborales,
comerciales, políticas y -no menos impoortante- culturales en el ámbito de las relaciones
personales e institucionales que priman entre dominicanos y haitianos.
De conformidad con la segunda advertencia expuesta al inicio de este escrito esta
previsión versa exclusivamente sobre la relación de ambos pueblos, sus sociedad y
estados políticos. Por esa razón, las tres alternativas o escenarios hipotéticos de ambos
conglomerados republicanos llegan a ser son los siguientes:
a. Aislarse respectivamente el uno del otro, al punto de cesar contactos de toda
índole y prescindir cada uno del otro, como si en vez de cohabitar en una isla
existieran en dos bien alejadas entre sí. Eso implicaría no soportar contactos ni
relaciones entre ellos, además del establecimiento de una frontera terrestre tan

11 Ver, el último de nueve errores advertidos por Espinal Báez 2022.

12 La literatura especializada es multidisciplinaria y de diversa envergadura a la hora de analizar la
divergencia de los trayectos de ambos países. Predominan el estudio clásico de Acemoglu & Robinson
2012, que pone el énfasis a nivel institucional. Otros se centran en la comprensión económica de dicha
brecha por ahora creciente e irrecusable: Paul 2018, Smith 2021, Ceara-Hatton 2014 y 2017, Ceara-Hatton
et alii 2014, Berridos 2022. Y todavía otros combinan teóricamente aseveraciones del campo histórico con
el institucional y el económico, como por ejemplo, Romero Tejada 2023. Todos ellos dotados de
significativas consultas bibliográficas.
13
imponente como la maravillosa aunque trasnochada, y hoy por hoy turística
muralla china.
En tal instancia, ninguna de las partes se interesará y tampoco se condolerá por
las condiciones de reproducción social de la contraparte indeseada, por contigua,
apegada o inflitrada que permanezca.
b. Instigar, minusvalorar, despreciar o recelar al otro con recíproco desdén,
encono, resentimiento y hostilidad, sin perder ocasión para fomentar
desavenencias y herir y contrariar cada vez más a su contraparte.
Ese sórdido pugilato finalizará -voluntaria o involuntariamente- (b.1) en la medida
en que se recurra a la alternativa anterior (el aislamiento puro y simple de cada
quien encerrado en su territorio, institucionalidad y recíproco empobrecimiento
por asepcia endogámica); o bien, (b.2) el día que -por motivos económicos y/o
políticos y de poder- una de las partes que comparten la isla imponga -a las buenas
o a las malas- su prestancia y eventual poderío en detrimento del pobre desempeño
y aspiraciones insatisfechas de la otra.
c. Aceptar y reconocerse como dos pueblos diferentes e inconfundibles entre sí,
reconocidos como tales y con dominio de sus respectivos estamentos políticos,
en razón y por efecto de múltiples trayectorias antropológicas, institucionales y
culturales. Esas trayectorias son de por sí divergentes, no coincidentes aunque, al
menos por sentido común, no dan lugar a desconocer que son inseparables
geográfica, histórica y medioambientalmente.
En esa última opción, -que asumo y tengo como la más civilizada-, ha de hacerse
valer la dependencia de cada una de las dos partes soberanas en la misma isla
respecto a

  • La conciencia cívica de sus respectivos connacionales;
  • La dependencia de ambas sociedades y sus respectivas instituciones estatales
    para conducir sus relaciones binacionales e internacionales de conformidad
    con su ordenamiento jurídico y el derecho internacional; y
    14
  • La interesada e ineludible promoción recíproca de las dos repúblicas en aras
    de una convivencia interdependiente y armoniosa, al igual que del fructífero
    bienestar común de sus respectivas poblaciones y una respetuosa cohabitación
    isleña basada en los derehos y deberes propios y en los de los demás.
    IV.2 Animosidades. Ninguna de las dos primeras alternativas -aislamiento voluntario,
    mutua hostilidad- se acopla a la envergadura de los acontecimientos demográficos,
    políticos, económicos y culturales que entretejen los primeros años del siglo XXI en y
    fuera de la Española. Tampoco respetan la dignidad de los sujetos allí concernidos, ni
    asumen la divergencia de sus direcciones históricas y mucho menos favorecen un estado
    de cosas interdependiente. Léase bien: inter-dependiente, tal y como acontece en la
    civilización contemporánea moldeada -al mismo tiempo- bajo el paradigma de supuestos
    ideales neoliberales y democráticos, y por realidades nacionales y trasnacionales de
    diverso peso ideológico, socioeconómico, institucional y multicultural.
    De ahí lo contracorriente y contrasentido que viene a ser cualquier elemento negativo que
    perturbe y suspenda la sostenibilidad de relaciones binacionales solidarias que fomenten
    la desconfianza mutua entre haitianos y dominicanos. Adversidades acrecentadas, no solo
    por el impacto funesto de un flujo migratorio ilegal e indiscriminado de aquellos hacia el
    territorio de estos, tal y como fuera expuesto más arriba, sino también por el notorio
    malestar haitiano a causa del sensible desequilibrio comercial entre los dos países (Paul
    2018; Vargas 2022) y la depedencia de su país, entre otras, respecto a las remesas de sus
    migrantes radicados en territorio dominicano (Vargas 2022b)13
    .
    A primera vista, ambos motivos al unísono ahondan la malquerencia en el lado haitiano
    en contra del dominicano; tanto por temor a aquella hegemonía comercial que de facto le
    imponen en el mercado quienes operan desde el otro lado de la frontera, como por su
    condición de ser-dependientes ellos y sus familiares de los magros frutos de un exilio
    económico que transcurre del otro lado de la isla.
    Sin embargo, aún más inquietante que las cuestiones comerciales y la referida
    subordinación ha sido y sigue siendo el reportado y no pocas veces consignado trato

13 Para ilustración de remesas a Haití procedentes de otros países, ver Orozco 2022.
15
vejatorio que los inmigrantes haitianos establecidos en suelo dominicano reciben en sus
respectivos centros laborales, sean estos rurales o citadinos. Ese trato, en tanto que
irritante e indigno, aparece con ropaje multicausal: vulnerabilidad derivada de la
condición de indocumentados irregulares, abusos de poder injustificables, repetidos casos
de (sobre)explotación laboral, al igual que persistente violación de un rosario de derechos
humanos y del inmigrante.
Ahora bien, dicha malquerencia y sus motivaciones encuentran el reverso de la moneda
en cierta aversión surgida del lado dominicano a raíz de la narrativa de que el país sufre
una invasión pacífica de nacionales haitianos de los de a pie. A causa de esa versión,
diversos sectores de la población dominicana dan a la incontrolable y nada furtiva
presencia haitiana a lo largo y ancho del territorio oriental de la isla un significado de
alarma, si no de cruzada nacionalista. Segundo, en medio de ese cruce, contraviene un
sentido nuevo de patriotismo estimulado por su aspecto sensible y exclusivista a todo lo
que tenga carácter haitiano. Todo lo cual viene acompañado, tercero, por la obliteración
del régimen de consecuencia que burla el principio de continuidad de Estado. Y ni qué
decir de un sórdido ambiente parcializado de intolerancia a todo lo que represente ser –
con o sin razón- haitiano, tal y como el que llega a concernir entre otros -incluso- a
nacionales dominicanos de progenitores haitianos.
Esas aversiones encienden un “caldo de crispaciones” (Cassá 2022d) pues, conjugadas
como renovada invasión encaminada a dar “solución en República Dominicana a los
serios problemas que padecen millones de haitianos” en su país, incitan los más diversos
y encendidos sentimientos patrios y nacionalistas (Castillo Selman 2023)14
. Por demás,
permean también el marco legal dominicano y centellean inseguridad jurídica y trato poco
digno que en definitiva trascienden en la falta de continuidad de las políticas de
regularización de sucesivos gobiernos dominicanos (Obmica 2023: 83). Más aún, a nivel
de generalización,
14 “La República Dominicana ni puede ni debe absorber la población haitiana. Si lo hiciere pondría en
riesgo la existencia de su propio estado y de su nación. Y desandaría el camino del desarrollo. Es decir,
se resolvería un problema y se crearía otro mayor: se produciría una estampida de dominicanos hacia el
exterior, y la suerte del territorio y de sus habitantes quedaría en manos de los inmigrantes haitianos que
no tardarían en convertirlo en una copia de lo que han hecho en su propio Estado. Y no es justo. Los
dominicanos han construido un Estado a base de voluntad, esfuerzos y privaciones, en afán permanente
de superación. No puede echarse en saco roto lo que es la esencia de nuestra nación”, García Michel
2023c.
16
a no pocos los lleva a confundir la identidad nacional dominicana con su folklore y
a soslayar fundamentalmente ser mulatos15
.
IV.3 Cuestiones de Estado. Por consiguiente, la suma de aquel temor haitiano a verse
sometido a la hegemonía de su contraparte dominicana, con esa peregrina solución y ese
caldo recalentado, requieren de la pronta intervención de todos los haitianos y
dominicanos que están plenamente convencidos de una problemática que bien podría
salirse de control.
Son ellos, los directamente concernidos por la actualidad histórica de sus sociedades, los
que deben ponderar en su justo valor las realidades circunstanciales que aquejan las
realaciones entre un Estado por ahora tenido como disfuncional y otro en expreso
crecimiento y dessarrollo. Y por ende, en cuanto les sea posible, una vez sitos en la mesa
de negociaciones y de acuerdos, evaluar la envergadura de ciertas verdades auto evidentes
en sí mismas:
a. Como instancias soberanas que ambos pueblos son en sus respectivos confines
territoriales, cada una de las dos repúblicas que ocupan la isla compartida de la
Española está obligada en principio a (i) salvaguar su frontera, (ii) regular el
ingreso de mercancías y de ciudadanos de otros territorios al suyo, y (iii) favorecer
un clima de respeto al orden establecido y a los mejores intereses de los
respectivos países limítrofes; todo eso, (iv) en un ambiente de coexistencia e
interdependencia recíprocamente próspera y sostenible.
b. Por vía de consecuencia, de acuerdo a las informaciones disponibles -según las
cuales circunstancialmente las transacciones comerciales bilaterales de
mercaderías domínico-haitianas resultan ser agigantadamente desequilibradas a
favor de la República Dominicana, a raíz del excesivo importe de exportaciones

dominicanas en relación con el irrisorio valor de las importaciones haitianas16

15 Consultar a modo de apretada síntesis, el escrito crítico de McKinney 2023.

16
“Según informaciones brindadas por la Dirección General de Aduanas (DGA) de la República
Dominicana, las transacciones comerciales bilaterales de mercaderías domínico-haitianas resultaron muy
superavitarias entre 2019 y 2022 por un monto de US$ 3,543 millones, a raíz del excesivo importe de
exportación alcanzado de US$3,567 millones, en relación con el irrisorio valor de importación calculado
en US$24 millones o, lo que es igual, la descomunal diferencia de 149 dólares exportados por cada dólar
importado”, (Vargas 2023).
17
corregir ese balance y evitar que la aparente debilidad del uno termine
significando la imposición del otro.
c. Dado que el flujo migratorio hacia la región oriental de la Española es una verdad
calificada de incómoda, hay que regularizarlo y someterlo a un régimen de
consecuencias. Entre otras razones porque, si bien “los beneficios de la
inmigración haitiana exceden con mucho los gastos en ellos”, sin embargo, a esa
mano de obra luego de ser empleada y utilizada en condiciones irregulares se le
niegan sus derechos laborales. (Santos 2022)
d. Con lo anterior quiere arrojárse un nuevo estigma o sambenito al gentilicio y a la
conciencia de los dominicanos. El primer sambenito fue el de genocida17 y ahora
se pretende enrostrarlos con la ignominia de consumado abusador. En la justa
medida en que la realidad aparece tergiversada, se requiere que en cojunto
ciudadanía y autoridades dominicanas la superen. Sobre todo porque la especie
circula de que los actores no solo se hacen de la vista gorda a propósito de los
derechos laborales de los inmigrantes haitianos, sino que por añadidura los
someten a condiciones inhumanas cuantas veces se les ultraja durante el proceso
de repatriación e incluso, de conformidad con controvertidos videos y reportes de
prensa, se niega acceso a haitianas en estado de gravidez a los hospitales públicos
-de forma tal que se ven forzadas a realizar las labores de parto en las afueras de
los centros de salud (Hoy 2017)18
.
A pesar de ese ambiente claroscuro, la prognosis sigue siendo solo una: “La mano de
obra haitiana seguirá buscando el trabajo dominicano” (Acento 2022b), tal y como
ocurre en la frontera entre México y los Estados Unidos, y en todos los confines

17 El primer sambenito fue el de genocida -cuando en 1937 por orden de un dictador tirano ejecutan a
indefensos nacionales haitianos y a dominicanos de ascendencia haitiana incapaces de pronunciar –
exclusivamente en la Línea Noroeste, no fuera de allí- el vocablo castellano de `perejil´.

18 Esto así sin desconocer que República Dominicana registra y da a conocer año tras año su inversión
particular en parturientas haitianas. Para fines de ilustración, tan solo durante el año 2021, unas 35
mil parturientas haitianas fueron atendidas al momento del parto, lo que representó para el Estado
dominicano un gasto de entre 400 a 600 dólares por embarazada. Alrededor de 110 mil partos de madres
se realizaron en el país durante el 2021, correspondiendo el 30 % de estos a parturientas haitianas. (ver, El
Caribe 2021) A propósito del efecto adverso en las recaudaciones fiscales del Estado y sus erogaciones en
servicios públicos a la población inmigrante en condiciones de indocumentados irregulares, ver la entrevista
del dr. Heredia Guerrero al economista Osvaldo Montalvo Cossío (2023, en YouTube, Panorama Semanal,
https://www.youtube.com/watch?v=LIl_AmzxM8k).
18
nacionales donde hay serias desigualdades entre sus habitantes. Además, el objetable
desbalance comercial de Haití, no solo es con la República Dominicana y por tanto no
será dejado atrás de la noche a la mañana.
A la luz de tantas evidencias, imposible desconocer por añadidura que hay que controlar
la entrada de migrantes y reconocerle los derechos adquiridos; por igual respetar a los
dominicanos de ascendencia haitiana y evitar que la frontera siga siendo un centro de
corrupción y de enriquecimiento irregular de funcionarios y militares19
.
IV.4 Epílogo. Para concluir -independientemente de cuál de los tres escenarios previsibles
o algún otro termine siendo realidad por sí solo- no hay mejor ni más sabia lección a
recibir que la que nos brinda la desconocida Porcia cuando aboga por su causa.
Como debe saberse, Porcia es la principal doliente del drama de Shakespeare: El
Mercader de Venecia (orig. 1600). A ella la atañe la suerte de su amado Basanio, joven
noble aunque empobrecido, así como la de su amigo Antonio, mercader que debe una
fuerte suma de dinero a Sylock, usurero judío conocido por cobrar altos intereses.
El intríngulis de la obra está en que Antonio, para ayudar a su amigo Basanio a obtener
la fortuna necesaria para poder desposar a Porcia, firma un contrato con Sylock. Como
todo contrato este es ley entre las partes. El guión de la obra consigna como garantía el
pago de tres mil ducados a Sylock y, de no poder cumplir a tiempo y forma, el deudor,
Antonio, se compromete a pagar esa cifra con una libra de carne extraída de su propio
cuerpo.
Al no poder cumplir con el pago contratado por diversos enredos de la obra, el asunto
llega a los tribunales donde ni el mismísimo juez Dux, quien preside el juicio, sabe qué
hacer ante la intransigente exigencia contractual de Sylock. Luego del fracaso de la

19 Vale la pena puntualizar, en consonancia con ellegislador dominicano José Horacio Rodríguez (2022),
que una política migratoria responsable pasa por una estrategia integral que en la República Dominicana
implica combatir el tráfico de migrantes que realizan militares, políticos y empresarios corruptos; mejorar
los salarios y condiciones laborales de trabajadores del campo y la construcción para hacer esas posiciones
atractivas y viables para la población dominicana; definir cuál es la cantidad de plazas de trabajo que sí
necesitamos para mantener la productividad económica que queremos. Y, a partir de esa información,
regularizar únicamente esa cantidad de trabajadores y repatriar, cumpliendo el debido proceso, a todos
aquellos extranjeros que se encuentren en situación migratoria irregular en nuestro país.
19
empresa de Antonio, el usurero intransigente se niega a recibir otros dineros que le
ofrecen para zanjar la deuda. Al mezquino Sylock solo le vale la letra del contrato. Ni
más ni menos. A falta del espíritu del contrato, y en partiular del dinero del deudor, este
ha de pagar con su propia carne.
Es en ese momento que de la literalidad del drama de Shakespeare surgen las luces de la
Razón y de la Justicia, -así, con mayúscula-, en ese complicado caso.
Porcia, que no es tal -dado que está de incógnita disfrazada de abogado en una sala de
juicio en la que no es comprensible ninguna referencia a la misericordia ni a la
conmiseración- reconoce públicamente que en verdad el juez debe dictar sentencia
condenatoria en contra del deudor, su defendido. No hay otra salida contractual a lo
convenido entre demandante y demandado. Por eso ella o él, según su toga, hace silencio
no sin antes añadir con simpático tino y agudeza que el pagaré únicamente garantiza al
usurero en compensación una libra de carne extraída del cuerpo humano del deudor.
Léase bien: nada de sagre. Si al extraer la carne se derrama una sola gota de sangre, sigue
alegando, Sylock estará también violando el contrato y deberá ser declarado culpable de
tramar el asesinato de un cristiano veneciano, crimen este que acarrea la sanción de perder
toda su fortuna.
El mundo contemporáneo, tan ancho y ajeno como el veneciano y mercantil, está poblado
de más de una versión de Sylock. En particular, aquí y ahora, en el contexto de una
realidad claroscura y acosada de dimes y diretes procedentes de ambas partes.
Quienesquieran representen el papel leguleyo de Sylock y reclamen lo que por derecho
les corresponde, están siempre expuestos al desenfreno y, por ende, a la pérdida de razón
y subsecuente anulación del derecho que los respalda. No solo es cuestión de derecho
procesal, también de justicia y sentido de humanidad.
Dicho sea por añadidura, el emblemático Sylock puede ser algún cónclave internacional
o una potencia de la especie que sea, -de las del pasado o de las del presente-; así como
un Estado soberano, -cercano o alejado del otro-, exigiendo todos la ejecución de un
acuerdo previamente convenido, firmado y sellado entre las partes. Les asiste el derecho
a cobrar y a enjuiciar a la contraparte, mas no a extralimitarse y atropellar ni con un ápice
20
de celo, de abuso o de extorsión, -en franco y evidente perjuicio del que acusan en público
o en justicia.
Por consiguiente, así como Porcia tiene la clave para zanjar el reclamo de uno en contra
del otro, la vigencia del drama de referencia en el gran teatro de la Española -e incluso de
sobresalto en sobresalto en el del mundo- proviene del hecho de que hay que garantizar,
tanto la riqueza del gran sancocho cultural de la inmigración dominicana, como la
superación del pastiche o rompecabezas haitiano. Y lograrlo con justicia y no poca
sabiduría. El objetivo sigue siendo desde tiempos de la primera representación teatral
histórica: promover civilizadamente a dos pueblos y dos estados de cosas institucionales
que fueron y siguen siendo de pleno derecho en tanto que aunados en la isla de la
Española, tan inseparables, como diferentes e inconfundibles.
Bibliografía
Acción Afrodominicana (2022)
—–“Contundente respuesta de la historiadora Quisqueya Lora ante las racistas
mentiras, tergiversando la historia de Roberto Cassá”; publicada el 21 de
septiembre.
https://achttps://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:Mcm0-
yBG640J:https://revistas.uasd.edu.do/index.php/ecos/article/download/230/169/
172&cd=3&hl=es&ct=clnk&gl=docionafrodominicana.blogspot.com/2022/09/c
ontundente-respuesta-de-la.html
Acemoglu, D. & J.A.Robinson (2010)
—–(2012) Why nations fail: the origins of power, prosperity and poverty,
London: Profile books, 2012.
Berridos, R. (2022)
—–» One Island, Two Nations: Why the Dominican Republic Thrives While Haiti
Struggles. Manuscrito inédito. pp. 41.
Brooks, D. (2022)
—–”Los 22 años en los que Haití gobernó Santo Domingo y cómo dieron origen
a la actual República Dominicana”; en, BBC News Mundo, 1º de diciembre.
https://www.bbc.com/mundo/noticias-62102537
Byron, J.= P. (2021)
—–“Hacia una etnología nacional: folclore, ciencia y política en la obra de
Jean Price-Mars y Fernando Ortiz”; en, Antropología sociocultural y
construcción nacional en Cuba y Haití. Antología crítica e historia comparada
(1884-1959), bajo la dirección de Kali Argyriadis, Emma Gobin Maud Laëthier,
Niurka Núñez González y Jhon Picard Byron. La Habana, Cuba, Instituto Cubano
21
de Investigación Cultural Juan Marinello y Centro Internacional de
Documentación e Información Haitiana, Caribeña y Afrocanadiense (Cidihca);
pp. 239-253.
Cassá, R. (2022)
—–“El racismo´de los dominicanos: Un análisis a la tesis delbovarysmo de los
dominicanos´concebida por el intelectual haitiano Jean Price-Mars”; en
Acento.com.do, 17 de octubre. https://acento.com.do/cultura/el-racismo-de-losdominicanos-9118025.html
—–(2022b) “Bonó y Haití”; en Acento.com.do, 8 de noviembre.
https://acento.com.do/cultura/bono-y-haiti-9126229.html
—– (2022c) “Dominicanos y haitianos (I)”; en, Acento.com.do, 12 de
diciembre.
file:///Users/fernandoiferranbru/Desktop/Dominicanos%20y%20haitianos%20(I)
%20%7C%20Acento.html
—–(2022d) “Dominicanos y haitianos (II); en, Acento.com.do, 19 de diciembre.
file:///Users/fernandoiferranbru/Desktop/Dominicanos%20y%20haitianos%20(II
)%20%7C%20Acento.html
—–(2023) “¿Lo irresoluble en Haití?”; en Acento.com.do, 27 de febrero.
https://acento.com.do/opinion/lo-irresoluble-en-haiti-9168429.html
Castillo, W. (2022)
—–“La crisis haitiana y la cultura intelectual dominicana”; en, Acento.com.do,
24 de septiembre. https://acento.com.do/opinion/la-crisis-haitiana-y-la-culturaintelectual-dominicana-9110207.html
Ceara-Hatton, M. (2014)
—–“¿Cuándo fue que se produjo ese distanciamiento entre Haití y República
Dominicana?”; documento inédito.
—–(2017) “Haití y República Dominicana: divergencia, población y
migración”; en Ciencias de la Administración, Económicas y Jurídicas, pp. 10-
27.
Cuello, F. (2022)
—–“Ignorar la evidencia”; en, El Día, 16 de diciembre.
https://eldia.com.do/ignorar-laevidencia/?fbclid=IwAR2qTlNytcWsxP_vABO6tCLDJ_jq349d-eTfPVjM90-
M1Exf4entfThQJ20
XXVIII Cumbre Iberoamericana de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno (2023)
“Declaración de Santo Domingo”; 25 de marzo. Santo Domingo, República
Dominicana. https://internationalpress.jp/2023/03/26/declaracion-de-santodomingo-de-la-xxviii-cumbre-iberoamericana/
22
Daut, M. L. (2023)
—–“What´s the path forward for Haiti?”; en, The New Yorker, 18 de marzo.
https://www.newyorker.com/news/annals-of-inquiry/whats-the-path-forwardfor-haiti
Espinal Báez, N. (2022)
—–“Nueve errores sobre Haití”; en Diario Libre, 21 de septiembre.
https://www.pressreader.com/dominican-republic/diario-libre-republicadominicana/20220921/281917366940825
Ferrán, F. I. (2022)
——“La inmigración china en el sancocho cultural dominicano”; en Mu-Kien
Sang Ben (autora y coordinadora): La presencia china en el Gran Caribe. Ayer y
hoy, Santo Domingo, Editora Búho; pp. 481-522.
García Michel E. (2023)
—–“Acuerdo sobre Haití”; en, Diario Libre, 28 de febrero.
https://www.diariolibre.com/opinion/en-directo/2023/02/27/el-acuerdo-sobrehaiti/2239907
—–(2003b) “Frenar el proceso de desnacionalización (3)”; en, Diario Libre, 14
de marzo. https://www.diariolibre.com/opinion/en-directo/2023/03/13/frenar-elproceso-de-desnacionalizacion-2/2254060
—–(2023c) “Frenar el proceso de desnacionalización (4)”; en, Diario Libre, 28
de marzo. https://www.diariolibre.com/opinion/en-directo/2023/03/27/hay-quefrenar-la-desnacionalizacion/2267953
González Canalda, M.F. (2019)
—–“¿Cómo se miran haitianos y dominicanos en los libros de textos escolares?”;
Revista ECOS. Vol. 26, No. 17. pp. 89-124.
https://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:Mcm0-
yBG640J:https://revistas.uasd.edu.do/index.php/ecos/article/download/230/169/
172&cd=3&hl=es&ct=clnk&gl=do
—–(sin fecha) Hallazgos en la catalogación de los protocolos notariales del
período 1822-1844.
https://www.historiadominicana.do/?knowledgebase=hallazgos-en-lacatalogacion-de-los-protocolos-notariales-del-periodo-1822-1844-por-mariafilomena-gonzalez-canalda
—–(2020) “Sobre los libros de texto de Dorsainvil”; en El Caribe, 5 de octubre.
https://www.elcaribe.com.do/opiniones/sobre-los-libros-de-texto-de-dorsainvil/
Heredia Guerrero, H. (2023)
—–Entrevista del dr. Héctor Heredia Guerrero al economista Osvaldo Montalvo
Cossío, en Panorama Semanal;
https://www.youtube.com/watch?v=LIl_AmzxM8k
23
McKinney, P. (2023)
—–“El homenaje al país mulato que somos”; en, Listín Diario, 28 de marzo.
https://listindiario.com/puntos-de-vista/2023/03/28/768984/el-homenaje-al-paismulato-que-somos
Obmica (2023)
—–Trato digno: Nuevos desafíos para el debido proceso en deportaciones desde
la República Dominicana; Santo Domingo, marzo.
http://tratodigno.obmica.org/wp-content/uploads/2023/03/NuevosDesaf%C3%ADos-para-el-Debido-Proceso-en-Deportaciones-desde-laRepública-Dominicana.pdf
Paul, B. (2018)
—–“Les relations commerciales haïtiano-dominicaines à l´aube du 21e siècle;
Quinze ans de balbutiements institutionnels”; en Rencontre, No. 34, Mars, pp.29-

  1. https://www.researchgate.net/publication/329754778
    Price-Mars, Jean, (2009)
    —–Ainsi parla l’Oncle suivi, Montreal, Mémoire d’encrier.
    Reyes, L. y E. A. Tejera (2000)
    —–“Préval reconoce que ilegales haitianos son una carga para RD”; en,
    Periódico El Siglo, 9 de septiembre.
    Romero Tejada, M. E. (2023)
    —–El origen de las divergencias entre la República Dominicana y la República
    de Haití; en, PUCMM, Unidad de Estudios de Haití, Breves Ensayos, Año 2, No.
    1, enero; 61pp.
    Smith, N. (2021)
    —–“Haiti Can Rebuild Its Economy. Here’s How”; en, Bloomberg Opinion, 17
    de julio.
    https://www.bloomberg.com/opinion/articles/2021-07-17/haiti-needs-to-buildan-economy-like-its-island-neighbors
    U.S. Department of State (2023)
    —–La Stratégie des États-Unis pour la prévention des conflicts et la promotion
    promotion de la statilité Plan stratégique décennal pour Haïti; 24 de marzo.
    https://www.state.gov/la-strategie-des-etats-unis-pour-la-prevention-desconflits-et-la-promotion-de-la-stabilite-plan-strategique-decennal-pour-haiti/
    Vargas, L. H. (2022)
    —– “Comercio exterior de bienes de República Domicana con Haití, desde 2019
    hasta enero-junio 2022; en, Unidad de Estudios de Haití, Serie Monitor
    Estadístico Haitiano, Año 1, No13, Santo Domingo, 14 junio 2022.
    —–(2022b) “Remesas de trabajadores haitianos domiciliados en el extranjero
    enviadas a Haití desde 2009 hasta 2021”; en, Santo Domingo, PUCMM, Unidad
    de Estudios de Haití, Serie Memoria Analítica de Datos e Informaciones, Año 2,
    No. 1, enero-marzo, pp. 16-22.
    24
    —–(2023) “Comercio bilateral de bienes de República Dominicana con la
    República de Haití desde 2019 hasta 2022”; en, Unidad de Estudios de Haití,
    Serie Monitor Estadístico Haitiano, Año 1, No. 16, Santo Domingo.

Unidad Estudios Haitianosunidadestudioshaitianos@gmail