Opiniones

Mas que solo dinero

EL TIRO RAPIDO

Mario Rivadulla

Resolver la crisis hospitalaria por la que está atravesando el sistema de salud pública parece requerir de mucho más que la simple entrega de mayores recursos a los centros que se han declarado en estado de extrema emergencia.

En estos últimos días hemos recibido en TELEDEBATE los testimonios en sendas entrevistas por separado de dos destacados especialistas médicos el doctor Jesús Feriz Iglesias y el doctor Radhamés Ovalle. Ambos poseen un largo historial de meritorios servicios en el hospital infantil doctor Robert Reid Cabral, el primero que dio la voz de alarma sobre sus precariedades en lo que a partir de ahí, resultó un efecto en cascada que involucra varios más, tanto de la red de Salud Pública como del Instituto Dominicano de Seguros Sociales.

Por su lado, aparecieron también en la prensa escrita unas importantes declaraciones del conocido cardiólogo doctor Bernardo Defilló, quien ha compartido su carrera profesional con una permanente preocupación por los problemas generales de la sanidad dominicana y a quien su paso por la Superintendente de Salud de la Seguridad Social aportó valiosas experiencias prácticas en este campo.

De las manifestaciones de unos y otros podemos establecer algunas conclusiones.

La fundamental es que buena parte de la crisis radica en el incumplimiento de la Ley General de Salud y la de Seguridad Social. Esta dispuso convertir los hospitales públicos en unidades autogestionables que facturasen sus servicios ya al sistema en el caso de los asegurados o al Estado, en el de los pacientes que no fuesen.

Tal está ocurriendo solo parcialmente en el caso de los hospitales del llamado «nuevo modelo» que son los de reciente construcción, no así en los del «viejo modelo», formado por los tradicionales. Los primeros no solo han recibido un equipamiento completo y moderno sino que perciben un subsidio mayor por parte de Salud Pública y facturan por los servicios que prestan a todos los pacientes. No ocurre así con los segundos, cuyo subsidio es menor, insuficiente y a menudo recibido con retraso, disponen de equipos en muchos casos obsoletos, dañados o simplemente carecen de ellos, no pueden facturar por los servicios que prestan ni a la Seguridad Social ni al Estado y en adición, fueron desprovistos del complemento a sus finanzas que representaba la llamada «cuota de recuperación».

Otros fallos que según opinan contribuyen a la crisis hospitalaria son la falta de funcionamiento de las llamadas unidades de atención primaria, primer tramo obligatorio de asistencia médica y la ausencia del llamado «médico de familia» llamado a prestar atención a los enfermos en su propio domicilio, contribuyendo así a descongestionar la presión sobre los hospitales que se ven desbordados por la cantidad de pacientes que reciben y que en muchos casos requieren de una atención de menor cuantía, lo que aumenta notablemente sus gastos.

Hay que enfatizar que la crisis hospitalaria no es de este gobierno ni de la presente gestión del titular de Salud Pública. Ha sido una situación recurrente bajo todos los gobiernos en mayor o menor siempre persistente cuantía. Pero el mal no está en la sábana. Ni la solución en la reparación de algunos equipos dañados y la entrega eventual de mayores recursos a los hospitales, medicamentos y materiales para cubrir el bache hasta la siguiente crisis. El problema, por lo que hemos recogido de los testimonios señalados, es de mucha más envergadura y exige todo un replanteo de la política sanitaria y la asistencia hospitalaria, incluyendo un mucho mayor presupuesto para Salud Pública tal como se hizo con Educación.

Y tal también, amerita aunar el compromiso del gobierno y la participación de los distintos sectores nacionales en un Gran Pacto Nacional por la Salud, proveer y preservar la cual constituye una de las obligaciones fundamentales del Estado y una de las necesidades prioritarias que reclama de toda sociedad organizada.

teledebate@hotmail.com

2014-05-28 17:43:55