EL TIRO RAPIDO
Mario Rivadulla
Atinada la propuesta del Procurador General de la República reclamando de los tribunales no otorgar libertades bajo fianza a acusados reincidentes en la comisión de delitos, aún sean de menor cuantía. Mucho menos, si sobre los mismos pesan condenas previas por otros delitos iguales o de parecida naturaleza. Demás insistir en que el planteamiento del doctor Francisco Domínguez Brito cobra mayor relevancia cuando se trate de crímenes mayores.
Frecuentes las quejas de la Policía Nacional, las más recientes por su actual Jefe, el Mayor General Manuel Castro Castillo, sobre la facilidad con que elementos apresados, muchos de los cuales figuran con un amplio prontuario delictivo en los archivos de la institución, son sometidos y a los pocos días, o a veces inclusive en apenas horas, se encuentran de nuevo en libertad y abocados a cometer las mismas o peores fechorías.
Denuncias similares acaban de surgir por nueva vez de los predios de la Dirección Nacional de Control de Drogas, cuyo Presidente, el también Mayor General César Souffront, suma su queja a la del cuerpo de orden público, afirmando que la inmensa mayoría de los apresados por drogas obtienen fácilmente su libertad.
Esta reiterada situación de cuasi impunidad, provoca resultados contradictorios alimentando el perturbador clima de inseguridad e intranquilidad ciudadana. Esto así, en tanto envalentona a los malhechores y los estimula a continuar delinquiendo, mientras desmoraliza y desalienta a los agentes encargados de velar por el orden público y prevenir y combatir la criminalidad así como el tráfico y venta de drogas, muchas veces con riesgo de su propia vida.
En otro orden pero en la misma línea de reincidencia, no se crea erradamente que esto solo ocurre con los delincuentes de bajo vuelo, malhechores de poca monta. Tiene lugar también en el caso de los autores de crímenes mayores, donde ya la República Dominicana cuenta con un tenebroso registro de figuras del hampa y donde algunos han adquirido categoría legendaria. Según los datos ofrecidos por el Jefe de la Policía Nacional, un 43 por ciento de los condenados por homicidios han vuelto a matar una vez cumplidas sus condenas, u obtenida la libertad en ocasiones en forma que nadie se puede explicar.
Quizás el ejemplo más notorio sea el de Raúl Serumberto Reynoso Mota, abatido por una patrulla policial el 16 de Mayo pasado. Más conocido como «Van Troi», cubrió toda una década de trayectoria criminal donde se le imputaron numerosos asesinatos, incluyendo policías, marinos, pilotos, bomberos y unos quince civiles. Fugado de la prisión, se entregó cinco meses más tarde, después de una tenaz persecución. El Jefe de la Policía señala que poco después estaba en la calle, ignorándose la forma en que había obtenido la libertad.
Copelín, Piki, Pestañita, Pitipuá, Come Cenizas, Gilbert, son otros tantos pintorescos apelativos que pueblan el ya abultado historial delictivo que registra el país y que adquirieron fama mediática por sus múltiples crímenes.
Volviendo al reclamo del Procurador General de la República de que antes de dictar una orden de libertad bajo fianza se tome en cuenta si se trata de un reincidente en cuyo caso debe negarse, es de esperar que su exhortación no sea voz que clame en el desierto sino que resulte acogida, ponderada y aplicada como un aporte para limpiar las calles de elementos maleantes. Porque si por algo está clamando la ciudadanía y lo ponen en evidencia todas las encuestas en que figura como tema puntero, es en la angustiosa necesidad de recobrar el clima de seguridad y convivencia pacífica.
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2014-07-11 06:23:03