Opiniones

A Pleno Sol Los hambreados

Por Manuel Hernández Villeta

Causa gran temor los cuadros estadísticos oficializados por la FAO, organismo de las Naciones Unidas para la Agricultura, en el sentido de que casi dos millones de dominicanos pasan hambre.

El grave problema de exclusión social que permite que en una sociedad sub-desarrollada como la nuestra un tercio de su población carezca de alimentos nutritivos para ingerir a diario, es la espoleta de una granada que en cualquier momento podría estallar.

Se está lejos de la era de lo que luego se llamó como de la generación perdida, cuando los jóvenes de los 70 hacían cocer su ira mediante los comandos clandestinos y las guerrillas. Los que no murieron en sus intentos libertadores, hoy son hombres del sistema.

Por lo tanto la redención social para ese casi dos millones de personas que pasa hambre, está lejos de cristalizar. No hay ahora mismo una solución social a los problemas dominicanos. Hay que renacer, en ese juego de ajedrez, con nuevos liderazgos y peones más limpios, para pensar en cambios de estructuras.

Pero ese millón y medio y un poco más que padece la miseria extrema no tiene que soñar, sino sacar las garras. Lo está haciendo ahora mismo. ¿De dónde usted cree que salen los soldados de las bandas dedicadas al robo, a la extorsión, al sicariato, a las drogas?. Es de esos excluidos de la fortuna.

Se habla mucho de atajar el crimen, entre copas de vino y seminarios bien financiados con donaciones nacionales e internacionales, y poner fin a la espiral de violencia. Nadie pone el dedo en la llaga de que en República Dominicana no se podrá controlar la violencia, mientras casi dos millones de personas pasen hambre.

Estamos ante una tragedia que a todos nos afecta, a los indiferentes, a los responsables de esta situación, a los que viven inmersos en ella, y a los que tratan de escapar de sus efectos colaterales. La miseria significa violencia.

Puede ser violencia revolucionaria, o violencia generada por la delincuencia. En cualquiera de los dos casos la mejor medicina es cambiar las pésimas condiciones sociales en que vive la mayoría de los dominicanos.

Lo peor es que estamos viviendo en un país rico, con muchos recursos naturales, mineros, de infraestructura, y en la industria de servicio y el turismo. Los beneficios de la etapa productiva no llegan a la mayoría de los hijos del lodo, que padecen una aguda desnutrición.

Si estos cuadros estadísticos de más de millón y medio de dominicanos pasando hambre, no nos conmueven y nos llevan a buscar soluciones, no tendremos paz. En un constexto distinto pero de efectos similares de explotación fue que Don Benito Juárez dijo su frase de epitafio: El respeto al derecho ajeno es la paz. Yo diría el derecho a la comida es la paz.

2014-07-18 05:51:40