Volver de nuevo al trillado tema de los accidentes vehiculares, las víctimas que provoca, los lisiados que deja como rezago y los daños materiales que ocasiona es como llover sobre mojado.
Con una data de antigüedad de más de cuarenta años y aireado, aunque inútilmente, con suma frecuencia, lamentablemente hay que seguir insistiendo en el mismo ante la falta de respuestas positivas que permitan reducir su impacto negativo.
Recordemos que una reciente investigación llevada a cabo por un organismo de las Naciones Unidas, nos otorgó el triste galardón de ser el segundo país del mundo donde es mayor la proporción de muertes por accidentes vehiculares por cada cien mil habitantes.
En días recientes, la AMET contabilizó en siete mil 607 la cantidad de víctimas fatales por esta razón entre los años 2009 y 2012. O sea, una media de mil 700 anuales. La versión publicada en la prensa escrita no aclara si dicha estadística corresponde exclusivamente a los muertos registrados en el lugar del accidente, sin tomar en cuenta los heridos hospitalizados y fallecidos posteriormente a causa de sus lesiones, en cuyo caso la cifra pudiera resultar mucho mayor.
Ahora sale a la luz otro dato de gran interés. Es la suma de los cuantiosos recursos que consumen del presupuesto de salud del Estado Dominicano, los lesionados como consecuencia del alto número de accidentes vehiculares que se registran en el país.
Según el licenciado José Rafael Pérez Modesto, Gerente General del Consejo Nacional de la Seguridad Social, el gasto por el citado concepto asciende a la suma de 28 mil 136 millones de pesos anuales. Esto sin tomar en cuenta los daños materiales por la reparación y reposición de los vehículos involucrados que en buena medida deben ser cubiertos por las compañías aseguradoras.
Hay que grabarse bien la cifras: casi mil 700 vidas humanas que se pierden cada año como promedio y 28 mil 136 millones de pesos tan solo en atenciones a los accidentados sin contar los daños materiales para asimilar la magnitud del problema en términos humanos y económicos.
Ahora bien, lo más grave y preocupante de esta situación es que se repite una y otra vez, de año en año. Esto así, representando una indetenible sangría en término de vidas humanas y recursos materiales sin que se visualice una definida y definitiva estrategia para reducir tan ominosas cifras.
A modo de absurdo consuelo, sin embargo, vale imaginar que pudieran resultar mayores tomando en cuenta el increíble desorden de este sector, donde se cometen todo género de transgresiones, la famosa revisión es un chiste de mal gusto, se admite que más de un cuarenta por ciento de los choferes conducen con sus licencias vencidas y hay más de mil millones de pesos en multas pendientes de cobro.
Todo un monumental desorden, cuya solución no figura al menos entre las prioridades en la agenda de ningún partido ni gobierno y que por lo visto tendremos que resignarnos a seguir padeciendo hasta el infinito.
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2014-07-27 16:22:04