Por Manuel Hernández Villeta
La historia del Partido Revolucionario Dominicano ha sido la de la división eterna. Rompimientos de grupos internos que desean poder y gobierno. Un sector de la vida política que hasta en el gobierno conoció lo amargo de los cortes.
Tiene divisiones notables, y que fueron determinantes en el desarrollo o languidecimiento de esa organización como partido de masas. La más importante fue la separación del profesor Juan Bosch.
Primero porque Bosch salió con un nuevo partido que pregonaba la liberación nacional, aunque luego cambió su derrotero, para pasar de los cuadros a las masas. Pero el Partido de la Liberación Dominicana, en el momento de la escisión, era un sector minúsculo.
El PRD se logró recomponer de esa división, al igual de la que protagonizó Jacobo Majluta. En un momento en que los cuatro principales dirigentes del PRD eran José Francisco Peña Gómez, Salvador Jorge Blanco. Jacobo Majluta y Hatuey Decamps.
Salvador pudo haber cometido errores o ser calumniado, la justicia y la historia se ocupará de eso, pero lo cierto es que fue un preso ambientado en la lucha de tendencias perredeistas. Los principales dirigentes del Partido Blanco volvieron la cara ante los problemas de Jorge Blanco, y prácticamente se lo entregaron en bandeja de plata al doctor Joaquín Balaguer.
Sin Jorge Blanco en la lucha política, quién ya estaba haciendo los contactos para su retorno al poder, los enfrentamientos internos se dieron entre Peña Gómez y Majluta, hasta que finalmente Jacobo fundó el Partido Revolucionario Independiente y siguió camino aparte.
Ni Jacobo ni Peña Gómez llegaron al poder. Antes de la presente, la siguiente división de importancia fue la separación de Hatuey de Camps, en medio de los enfrentamientos en contra de la reelección de Hipólito Mejia. Por coyunturas políticas, hoy Hatuey es quien más esfuerzos hace para que se mantenga la unidad perredeísta, pero su mediación no da resultados.
La fortaleza de Miguel Vargas Maldonado le permite proclamarse desde ya candidato presidencial del PRD. Tiene en la franquicia blanca la mayoría, y pocos resultados darán los sometimientos al Tribunal Electoral o al Tribunal Constitucional.
Miguel sigue en el PRD y Abinader e Hipólito, preparan tienda aparte. Los separa la lucha por el poder, no basamentas idiológicas. Ya se vislumbra otra lucha por la candidatura presidencial entre Abinader e Hipólito. No importa de que sector, la división perredeísta les aleja del poder.
Un partido que no puede mantener la unidad interna, no luce confiable para encabezar los destinos nacionales. Los que aspiran a la presidencia de la República divididos, deben meditar sobre sus acciones, y por el derrotero negativo que podrían conducir al país de llegar al gobierno.
El pueblo quiere concertación e integración, no divisiones y guerras intestinas a muerte entre sus principales partidos.
2014-09-16 05:51:48