Por Manuel Hernández Villeta
Los clubes culturales y deportivos florecieron en los doce años de Joaquín Balaguer. Nadie se lleve a engaños, la presencia de la actividad clubística era la de jugar un papel político. Su perdición fue su crecimiento, ambientado en la divulgación ideológica.
En los clubes culturales había gran organización, los jovenes se sacrificaban en su estructuración, algunos llegaron a caer presos, otros se desaparecieron para siempre. Pero fueron lastrados por la lucha de los grupos de izquierda.
En epoca de lucha contra el Balaguer de los doce años, pasó desapercibida la ciega lucha que permeaba a la juventud de ese entonces. Había los pro-cubanos, los del Ché, los camilistas, los pro-soviéticos, los pro-chinos, los seguidores de Vietnam, los albaneses, los de Camilo Torres, y ¡ya por favor!, no recordemos más.
El experimentó fracasó en medio de esa lucha insensata de los internacionalistas. Ahora hay que rescatar a los clubes culturales y deportivos, para hacer frente al pandillerismo, en cualquierda de sus manifestaciones.
Los principales soldados rasos del crimen organizado son los jóvenes residentes en los barrios marginados. Allí no hay escuelas, no hay trabajo, no hay una vida decente. Se perdió la esperanza en el futuro, y el presente es el de subsistir día a día.
Los clubes culturales desaparecieron, y los deportivos han devenido en negocios para preparar muchachos que puedan ser firmados para la pelota profesional. El trabajo debe ser orquestado a estructurar instituciones barriales que puedan aglutinar a la muchachada, y sacarla de las calles y los vicios.
Es un esfuerzo en que deben participar el gobierno y el sector privado. Pueden jugar un papel preponderante la Dirección General de Control de Drogas y la Policía. Trabajar con las ligas culturales y atléticas, puede ser la solución al avance casi indetenible del crimen.
El jefe de la Policía ha lanzado varios acercamientos con los jovenes de barrios, lo cual es muy loable. Le hacemos un llamado para que también se involucre en lo que se refiere a dar asistencia en el sostenimiento de las agrupaciones culturales y deportivas de las áreas marginadas.
Hay que enseñar a los muchachos que los policías no son sus enemigos, pero también a los policías que los jóvenes no son sus adversarios. Sin esa integración, que hay que trabajar a fondo, será difícil hacer frente al crimen organizado.
Los clubes culturales es la mejor prevención para que a nuestros jovenes no les afecten el cáncer de la disociación social. Es una responsabilidad de todos, por lo que hay que ponerse en pie de lucha desde ahora.
2014-10-02 20:42:23