Por Manuel Hernández Villeta
El próximo año apunta que será difícil para todos los dominicanos. Podría ser aún de mayores precariedades que el actual. La situación puede ser revertida, pero tienen desde ahora que trabajar todos los organismos nacionales, incluyendo el gobierno central y los empresarios.
Con el peso a punto de emparejar con el dólar, es de seguro que desde ya comenzarán a aumentar en base a la especulación productos de primera necesidad. Si el 47 por ciento es la prima que se fija en relación con el dólar, se va camino de una devaluación extraoficial de la moneda nacional.
Además, las reformas impositivas que están listas para entrar en vigencia el año venidero, presionarán sobre los precios de comestibles de primera necesidad, lo cual profundizará la brecha entre los que pueden comer tres veces al día y los que pasan hambre.
Si hay buena planificación oficial y colaboración del sector empresarial, se puede llegar a un punto intermedio, donde los impuestos no avasallen, ni la prima del dólar logre el desplome de la economía nacional.
Con estas dos variantes como si fuera una espada sobre la cabeza de los dominicanos, será difícil, casi imposible, que se puedan lograr correcciones a la carrera, y que se den los pasos para comenzar un año en marcha hacia el desarrollo.
El agiosmo y la especulación hoy tienden su sombra sobre todos los sectores consumistas, detallistas y de pequeños negociantes, solo están libres el gran comercio, los empresarios de punta, que pueden capear tormentas, y aún así fijar los precios que dicten los mercados.
Somos partidarios de que el Banco Central, en vez de estar haciendo eternas recomendaciones económicas, y poniendo guarismas sobre el crecimiento de la economía nacional, lo que tiene que hacer es una sincerización de sus realidades.
Hay que llevar el mercado nacional a una etapa donde se fijen precios que vayan de acuerdo al proceso creado por la inflación, y las trabas hacia el desarrollo. Sólo con buenas intenciones es imposible lograr el desarrollo de un país.
Hay que trabajar, y tambien sacrificarse. El trabajo está congelado en el país, y con los malos ejemplos, desde la prepotencia, la inoperancia y acusaciones de corrupción, es difícil que alguien pueda pensar en el sacrificio colectivo.
Hay que hacer el esfuerzo, o controlamos el alto costo de la vida, o nos jodimos todos.
2014-10-14 12:22:04