Manuel Díaz Aponte
Desde que el hombre de la caverna comenzó a transitar la ruta del entendimiento entre los demás integrantes de su comunidad, se pudo apreciar la importancia que representa la convivencia y sociabilidad humana.
Ese habitad primitivo se caracterizó entre otras cosas por la ausencia de fuerzas productivas organizadas; el hombre era en sí mismo el protagonista y la acción a seguir, y ante la urgente necesidad de sobrevivencia tuvo que asociarse en comunidades primitivas. Entonces, surge la comunidad primitiva que duraría miles de años.
A partir de ahí, se evitaron muertes, destrucciones, aislamientos e incomprensiones que permitieron progresivamente el surgimiento de pequeñas aldeas de cuyas entrañas salieron las primeras luces de solidaridad conocidas en la faz de la tierra.
Se originan las relaciones sociales de la propiedad colectiva de los medios de producción, y por consiguiente, el trabajo se manifestaba de manera comunitaria.
El carácter nómada del hombre-porque dependía de lo que la naturaleza le proporcionaba- fue una limitante que laceró sensiblemente su crecimiento hasta que por fin pudo obtener las herramientas en una dinámica social ejemplificada por el uso de la piedra natural; piedra tallada, pulida y posteriormente los metales, entre ellos, el cobre, bronce y el hierro.
En ese universo primitivo no se registraba la explotación social del hombre por el hombre, puesto que no existían diferenciaciones de clases; todo era compartido y no había una estructura organizativa o Estado.
¿Por qué busca el hombre ese entendimiento en su entorno social?
La vida no era posible en un ambiente de tirantez y enfrentamientos continuos, no tan solo porque no se progresaba sino especialmente porque la vida misma no encontraba sentido.
Como reflexionó Mahatma Gandhi la actitud que tome frente a la vida, es la misma que la vida tomará ante mí. En ese sentido, las transformaciones sociales a lo largo de la historia han contribuido para que tengamos un mundo dinámico e innovador.
Estado-Nación
La conformación del estado-nación en la vieja Europa y posteriormente el surgimiento de las relaciones internacionales como mecanismo de acercamiento y fraternización entre los pueblos representó un gran paso de avance en la sociedad.
Acontecimientos como la caída del Imperio Romano y del poderoso Imperio Francés de Napoleón Bonaparte contribuyeron a agilizar la transformación del mapa político europeo.
La alianza estratégica que escenificaron Austria, Rusia, Prusia y Reino Unido permitió no tan solo la derrota definitiva de la prolongada época napoleónica sino al mismo tiempo un renacer de Europa en sentido general.
En 1802 el régimen de Napoleón Bonaparte firmó un histórico acuerdo de paz con Inglaterra, que desafortunadamente se vio frustrado al año siguiente tras la unión de los ingleses con Rusia, Prusia y Austria en un pacto político-militar que dio al traste con el dominio hegemónico napoleónico.
Congreso de Viena
Ante la inestabilidad política y crisis económica reinante en el viejo continente europeo, los grupos tradicionales de poder buscan opciones para la reunificación y fortalecimientos de las instituciones del Estado.
El imperio napoleónico reactivó las fuerzas conservadoras y tradicionales europeas vinculadas al catolicismo y seguidoras de los viejos esquemas imperiales. Sucesivamente, los sistemas de gobiernos monárquicos, republicanos e imperiales se fueron instaurando en una Europa totalmente fraccionada, visiblemente afectada por innumerables dificultades sociales y bajo una severa crisis financiera.
No se puede olvidar que el golpe de Estado auspiciado por las fuerzas de Napoleón Bonaparte en 1799, significó la sepultura de los avances alcanzados durante el triunfo de la Revolución Francesa, cuyo inicio quedó marcado por la histórica toma de la bastilla por el pueblo de Paris, aquel 14 de julio de 1789.
Francia, Inglaterra, Alemania, Hungría, Italia y Rusia se debatían en una lucha de conflictos interminables por lo que fue preciso que el Congreso de Viena diseñara la estrategia y normativa a seguir, conformando no solo una estructura política y comercial sino igualmente de una plataforma definida en el campo de las relaciones internacionales.
El Congreso de Viena fue una reunión de carácter internacional efectuada en la ciudad de Viena, capital de Austria, orientada a restablecer los limítrofes fronterizos europeos tras la caída del imperio de Napoleón Bonaparte. Allí estuvieron los embajadores de las principales potencias de Europa decididos a crear un nuevo régimen político, económico, diplomático y militar en el viejo continente.
La histórica cita se efectuó entre el 02 de mayo de 1814 y el 09 de junio de 1815.
Entre las principales medidas adoptadas por el Congreso de Viena están, la configuración del nuevo mapa político Europeo; compensaciones territoriales y restauraciones legitimas, se creó la Santa Alianza, una especie de unión político-militar capaz de intervenir militarmente en cualquier nación que intentara poner en peligro el predominio de los monarcas absolutistas.
Frente a este cuadro internacional los sectores conservadores de Estados Unidos enarbolaron la «Doctrina Monroe», es decir, una advertencia del gobierno del presidente James Monroe de «América para los americanos», y de que su territorio no podía ser invadido por las fuerzas imperiales europeas.
Pese al alcance logrado en las instituciones políticas de Europa a partir del Congreso de Viena, dolorosamente todo fue revertido tras los sangrientos sucesos de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y posteriormente, la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
En ese contexto, resurge el predominio de las tradicionales directrices monárquicas y absolutistas.
Papel de la Diplomacia
La Diplomacia es un excelente espacio que unifica la historia, la política, y las relaciones comerciales entre las naciones del mundo, y que para su aplicación se requiere de innovación, tacto e inteligencia de sus protagonistas.
Así reflexiona Manuel Morales Lama en su didáctico texto:»La Diplomacia Contemporánea», quien recuerda que fueron los griegos quienes construyeron un sistema de relaciones diplomáticas en el siglo V antes de Cristo.
Precisa que «la Diplomacia ha sido considerada esencialmente como la técnica y el arte de conducir las relaciones entre los estados y de éstos con otros sujetos de Derecho Internacional por medio de las negociaciones, en función de sus políticas exteriores».
Los ejecutores de la política exterior de un país son el Jefe de Estado a través del Ministerio de Relaciones Exteriores y el Servicio Exterior activo a cuyo personal se le denomina Ejecutores Externos.
Diversos conflictos en el mundo han sido solucionados satisfactoriamente vía la aplicación de los cánones diplomáticos.
Artículo de Manuel Díaz Aponte
2014-10-23 05:38:35