Presidente Santos entrega bandera a general Alzáte
Por Narciso Isa Conde
Colombia sigue siendo escenario de un conflicto social armado que dura ya sesenta años.
Terrorismo de Estado, impuesto por poderes locales y transnacionales, provocaron el surgimiento de una insurgencia popular difícil -por no decir imposible- de derrotar.
No solo se ha tratado de vencer en los combates entre ejército regular y guerrillas, sino frente a persistentes matanzas estatales y paraestatales, bombardeos indiscriminados, asesinatos selectivos, despojos masivos, torturas, descuartizamientos, encarcelamientos, bases y unidades militares estadounidenses.
Los revolucionarios presos en Colombia superan la cifra de 11 mil.
En tales circunstancias -fracasado el anterior plan de guerra de Álvaro Uribe y EEUU- el presidente Juan Manuel Santos, exministro del mismo, optó por iniciar conversaciones de paz con las FARC-EP, en la Habana-Cuba.
De entrada las FARC plantearon dialogar bajo un alto al fuego bilateral, en procura de evitar entorpecimientos y climas adversos a los diálogos. Y ha reiterado esa propuesta en múltiples oportunidades.
Santos y su gobierno la han rechazado y se han empecinado en dialogar bajo tiros, continuando con los bombardeos, asaltos, despojos, torturas, asesinatos de civiles, represiones campesinas, contubernios con para-militares, persecuciones y condenas a muerte de comandantes guerrilleros. Incluso movimientos legales tienen centenares de presos y decenas de asesinados/as en los últimos meses. Solo Marcha Patriótica, a la pertenece hostilizada ex-senadora Piedad Córdoba, tiene mas de 300 presos y casi sesenta asesinados/as.
Yo mismo estoy perseguido a muerte o a cárcel, con una ficha azul de ITERPOL en las costillas, por decisión de ese régimen criminal.
En ese contexto es lógico que siguen los combates entre ejército e insurgencia, con muertos, heridos y capturados de ambas partes, y a las FARC y al ELN nunca se les ha ocurrido decir que sus bajas de guerra equivalen a «secuestros» que ameritan suspender los diálogos; como sí lo hace pérfidamente el presidente Santos, ex-ministro de guerra de «los falsos positivos», desapariciones y fosas comunes.
Ahora lo estuvo haciendo con el caso general Alzáte, capturado en una operación de infiltración en zona de las FARC-EP. Incluso, para complacer a sus hienas, padrinos norteños y mafias uribistas, pateó temporalmente la mesa de diálogos de la Habana.
Así no, míster Santos. Ñequete para ti. En una guerra no solo usted tiene derecho a apresar y a combatir.
De todas maneras la avalancha colombiana y continental pro cese al fuego y paz con dignidad, justicia social y soberanía, lo ha hecho quedar bien feo.
Felicito la firmeza, ecuanimidad y talento insurgente en la forma de abordar estos impasses.
2014-12-02 09:10:21