Por LUIS ENCARNACION PIMENTEL
Sin necesidad de mira especial, se advierte un desgaste más temprano de lo habitual del gobierno, debido a tropiezos y errores de responsables de áreas claves en las que se esperaba un mejor desempeño. Es normal que los gobiernos, por diversidad de factores, en un segundo mandato entren en una etapa de declive y de pérdida de aprobación popular que hasta les cierre el paso a un tercer periodo, pero no tan temprano, sino a partir de los dos años, cuando disgustos, deterioro o incumplimientos representen un gran paquete que aleje toda posibilidad de éxito electoral. En el caso del presidente Abinader y el PRM, cuyo noviciado del 2020 los esperó con la difícil prueba de la pandemia del COVID-19, pasada con buenas notas, el inicio de una segunda responsabilidad en el manejo del Estado tenía una experiencia de cuatro años.
Por esto último, no se esperaba la ocurrencia de tropiezos y errores costosos que, de haberse evitado, hoy en muchos no primara la impresión de estar ante un gobierno viejo, pese a los pocos meses de inicio del segundo periodo. Lo cierto es que algo falta o está sobrando en el gobierno, por lo que – a todas luces y terquedad o prejuicio oficial a un lado- se impone un replanteo del accionar y el proceder gubernamental en diversos terrenos, incluido el manejo mediático. Porque el de los bonos, el de la muerte de policías (¿una campañita para hacer saltar al director?) y del caso del gran alijo de drogas todavía sin dueño ni responsable claro, no fue bueno; dejando mucho de que hablar e interrogantes sin responder. Por eso el mismo sector oficial, sabemos, hay gente con preocupación, que piensa y ve la necesidad de un relanzamiento del gobierno y de un giro en determinadas cosas.
Aunque parece que se está haciendo un poco tarde, porque el mejor tiempo para eso era con el inicio mismo del nuevo período, con más caras nuevas y con renovados bríos en el equipo. Claro, premiando con la confirmación el buen desempeño y los resultados, como hizo el presidente, por ejemplo, con el gobernador del Banco Central, Héctor Valdez Albizu; el titular de Banreservas, Samuel Pereyra; el Super de Banco, Alejandro Fernández, y el director de Aduanas, Eduardo Sanz Lovatón. Otros de los mantenidos ahí, no se sabe por qué, son parte de los que abonan la impresión de muchos en el país de un desgaste temprano del gobierno y de que parezca viejo a solo meses de tener lugar lo del “bateo y corrido”, para citar palabras del amigo, muy activo, Guido Gómez Mazara. encar-medios@hotmail.com