Por Manuel Hernández Vilelta
Las bases de los partidos políticos en muy pocas ocasiones se dividen. Los fraccionamientos provienen de los dirigentes que buscan cargos electivos o posiciones públicas.
En la mayor parte de las divisiones que se han dado en los grandes partidos políticos locales, las bases se mantuvieron firmes, mientras que los dirigentes buscaban nuevos senderos. En la coyuntura actual, hay división del PRD, pero las bases no siguen partidos partidos, sino posibilidades de llegar al gobierno.
Es cuestión de siglas PRD o PRM, los dos irán con candidatos propios a las venideras elecciones, y las bases se volcarán con el que presente perspectivas de poder triunfar cuando falte un mes para las votaciones.
Es el olfato de los que tienen mucho tiempo fuera del poder, y esperan volver a la burocracia con el rejuego de la política. Es frágil la línea de los de abajo cuando se trata de apoyar o rechazar.
Sin embargo, es a todas luces un mal espectáculo político vender la desunión y el caos en la preparación de lo que debe ser la selección de candidaturas a todos los niveles. Un partido dividido no llega muy lejos.
Sin embargo, ni un partido político tiene en la República Dominicana toda la militancia que le haría falta para ganar unas elecciones generales, ni los sectores de abajo pertenecen a nadie en particular.
Las elecciones se ganan a golpe de papeletas. Más percusiones tienen un pollo o una caja de ron, que un programa de gobierno. El que va a votar, y su hambre no se la aleja nadie, solo espera vender su mercancía que vale únicamente para ese día, y no piensa en un futuro nacional.
Un teórico de aire acondicionado dirá que esa es la culpa del clientelismo político, pero en verdad la responsable es el hambre, la miseria, la mala distribución de la riqueza, y el constante aumento de los excluídos.
Las elecciones no constituyen una lucha ideológica, sino el esfuerzo para llegar al poder. Donde no hay columnas ideológicas, como pasa con la política actual dominicana, todos representan casi los mismos intereses.
Puede variar la visión personal de los dirigentes, ideas de cómo hacer determinadas inversiones prioritarias, pero en lo básico todos se quedan dentro de la democracia representrativa, aliados firmes del sector empresarial, y sin tocar lo que se considera que son los pilares del sistema.
De ahí que es difícil entonces criticar a los que venden sus votos por una migaja de pan, cuando hay otros que ya lo entregaron por un futuro cargo, por facilidades de compra y de venta, y sencillamente por estar en el área de las influencias.
Las bases tienen un objetivo básico que es comer; los dirigentes se dividen y buscan contradicciones, pero la mayoría ve la zafra electoral como la fiesta de un día, donde ponen precio a su miseria.
2014-12-04 21:33:05