Por Manuel Hernández Villeta
El principal problema de la sociedad dominicana, hoy como ayer, sigue siendo el pan diario. Un conglomerado con hambre, marginalidad y desesperación, no está apto para disfrutar de la libertad.
Es más, la libertad y los derechos fundamentales del ser humano pasan a ser letra muerte y material de intercambio, cuando el hambre aprieta, y sólo se busca la subsistencia diaria.
De ahí, que la primera página de la cartilla dominicana del desarrollo debe ser acabar con el hambre, que todo dominicano pueda tener la oportunidad de una alimentación aceptable, que es lo mismo que fortalecer las instituciones y hacer florecer la democracia.
Donde hay miseria, a nadie le importa la institucionalidad. Lo primera es buscar el plato del día. Es más, empresarios, políticos y delincuentes se mueven a sus anchas en medio de la miseria extrema de una sociedad.
Compran conciencias que se venden al mejor postor por un mendrugo. La mejor forma de fortalecer las instituciones, es que se de un desarrollo equilibrado, donde la prepotencia económica, no ahogue los síntomas de libertad e independencia.
Para acabar con la miseria, hay que iniciar un programa a largo plazo, pero con resultados inmediatos. De larga data buscar soluciones permanentes, pero en lo inmediato calentar el fogón. Puede parecer a muchos simplista, hablar de libertades y unirlas a un plato de arroz y habichuelas.
Así es. No hablamos de cosas innecesarias, de artículos de lujo, sino de la subsistencia básica del hombre. Una familia con un niño sin leche, y viviendo en techo de cajas viejas y piso de tierra, no sabe lo que es la libertad, ni las instituciones.
Lo que quiere es seguridad. Comida y mejor techo. Los dictadores cambian las libertades por esa aparente seguridad, y de ahí su fuerza política y su apoyo en sectores ciudadanos.
Hay que mejorar las condiciones de vida de todos los dominicanos, para que en este país se pueda hablar de desarrollo y de paz. Lo demás, son pamplinas.
2014-12-19 00:42:11