Por Manuel Hernández Villeta
La izquierda dominicana surgió con un gran pecado, no ver la realidad nacional y creer que con un libro bajo el brazo haría la revolución, la falta de metas, el copiar modelos extranjeros, y una división mortal. Pero su peor dolo histórico fue y es la falta de auto-crítica.
Parecería que su camino hacia el poder es levantar calendarios de mártires, pero no un acercamiento a las masas y un programa de gobierno basado en realidad y de acuerdo con los vaivenes de un nuevo siglo.
Ahora la izquieda no existe como proyecto político en el pais, aunque es claro que es un sentimiento bien arraigado en la conciencia de los dominicanos, que se preguntan porque si estas ideas están bien intencionadas y talvez abren el camino al progreso y al desarrollo no se pueden cristalizar.
La división y la prepotencia ideológica ha sido el principal factor que conduce al fracaso. Nunca he visto un analisis autocrítico de un segmento político que fracasó en casi todos sus intentos de levantar una acción partidista, con fines de llegar a la toma del poder.
Y la división en fragmentos tan pequeños que casi no se pueden ver ni recoger, es otro de sus detonantes, de sus lastres, para algún dia pasar a ser parte de un gobierno que busque reivindicaciones sociales.
El celebrarse otro día de la caída de Los Palmeros, de los jóvenes, eternamente jóvenes, que murieron un doce de enero en la autopista de Las Américas, debe ser un buen punto de partida para llegar a conclusiones y reivindicaciones.
Los Palmeros se ganaron con su accionar un lugar en la historia dominicana, pero los que se dicen sus seguidores no los han podido reivindicar. No con tiros, porque esa época es pasada, sino en base a un accionar político, levantando sus ideas, y tratando de convertirlas en realidad.
Los Palmeros son parte de una una fecha para recordar a cuatro que murieron y ya. En las tertulias de café, cuando el tema se trata, termina sacando odios, resquemores, dolencias, y en vez de ser un foro para dilucidar temas históricos, da pie a casi choques de puños y el blandir viejas amenazas, que en otra época se lavaron con sangre.
Millones de dominicanos viven en la penuria, en la miseria y extrema miseria, no tienen esperanzas, ni presente ni futuro. Los políticos oportunistas juegan a su suerte, en los torneos electorales de cada cuatro años, donde se venden y compran las conciencias, pero no se ofrecen soluciones y alternativas.
Hoy mas que nunca se necesitan cambios sociales, fortalecimiento de la democracia, distribución equitativa de las riquezas, que el campesino vuelva al campo, aunque es difícil que la tierra sea del que la trabaja, y que se reduzcan los linderos marginales de las grandes ciudades.
La lucha por un mundo mejor no tiene pausas, pero si terrenos escabrosos que hacen lenta su marcha.
2015-01-11 16:50:50