Opiniones

PARA EVITAR MALES MAYORES

EL TIRO RAPIDO

Mario Rivadulla

Pensar, alegar y mucho menos hacernos creer que fueron hechos aislados y sin mayor significación los que se han venido registrando del otro lado de la porosa línea fronteriza afectando a ciudadanos dominicanos, no pasa de ser un enfoque peregrino y alegre sobre un tema de primera importancia.

Estamos hablando del asalto a piedras y disparos de arma de fuego de una turba de enardecidos haitianos a la sede del Consulado Dominicano en Anse a Pitre y el posterior secuestro de media docena de empleados que laboran en el mismo, dos personas que se encontraban realizando gestiones y tres militares. La destemplada acción, a todas luces punible, fue en respuesta a la detención por barcos de la Marina de Guerra Dominicana de varios haitianos que se encontraban pescando ilegalmente en aguas territoriales del país.

Posteriormente se informó que el incidente había sido superado con el intercambio, como si se tratase de prisioneros de guerra, de los dominicanos secuestrados ilegalmente por los pescadores apresados legalmente.Y una festinada declaración de que «aquí no ha pasado nada», salvo la insólitaprotesta de nuestra flamante Comisión de Derechos Humanos denunciando que sin importar la ilegalidad de las operaciones de pesca en el mar por parte de los haitianos, estos son continuamente hostigados por el CESFRONT y nuestra Armada. Ni siquiera por disimulo, una sola línea dedicada a los dominicanos agredidos y secuestrados. Solo le faltó justificar la pedrada que recibió en la frente la empleada de Migración que en cumplimiento de la ley, trató de impedir la entrada a territorio nacional de un grupo de ilegales.

Se obvia que días atrás, otro Consulado Dominicano fue también rodeado y agredido por otra turba, esta vez con la excusa de que se debió a una protesta contra el muy cuestionado gobierno de Michel Martelly por su reticencia a celebrar elecciones, como si nuestro país tuviera velas en ese entierro.

Todavía antes de eso, choferes dominicanos que conducían camiones con mercancías al otro lado de la frontera, fueron también apresados por otra turba y mantenidos como rehenes, hasta que pudo negociarse su liberación.

En todos estos casos, no se ha dejado sentir la justa protesta oficial que era de lugar, aún apelando al más exquisito lenguaje diplomático a fin de no crear elementos de perturbación en el proceso de acercamiento entre las sendas comisiones oficiales dominicana y haitiana que han estado reuniéndose, con anunciados provechosos acuerdos, si bien entre estos no parece haber figurado el levantamiento de la prohibición para la entrada de huevos y pollos al mercado vecino.

Desde aquí hemos abogado siempre por las mejores relaciones no ya solo formales sino de amistad y cooperación con el pueblo haitiano, de cuya infortunada existencia nos sentimos solidarios y lo han demostrado el gobierno y el pueblo dominicanos en múltiples ocasiones. Bastaría recordar la ayuda inmediata, amplia y generosa prestada con motivo del devastador seísmo que asoló Puerto Príncipe; la misma acogida aquí a cientos de miles de haitianos y el Plan de Regularización costeado en su totalidad con cargo al presupuesto de la nación, que permitirá legalizar su status a todos los indocumentados en forma gratuita.

Pero las amistades se nutren y progresan sobre bases de respeto y consideración mutuas. Y en los casos antes señalados, hemos sido irrespetados y desconsiderados, más tomando en cuenta la obligación de las autoridades vecinas de proteger nuestras sedes consulares y el personal que labora en las mismas.

Manifestar nuestro desagrado y reclamar desagravio frente a los hechos ocurridos no representaría ningún exceso. Los haitianos, que son excelentes diplomáticos, tienen que estar conscientes que es un procedimiento de orden.

No se trata del banal y abusado argumento de «salvar del orgullo nacional.» Más bien, de evitar en el futuro la repetición de hechos similares que pudieran revestir mayor gravedad y dar lugar a consecuenciaa irreparables que en nada van a contribuir con el clima de buena vecindad, amistad y cooperación que debe primar a ambos lados de la frontera.

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2015-01-19 00:45:05