Por Manuel Hernández Villeta
El político dominicano que desea subsistir tiene que conocer entre otras cosas, dos importantes: saber comer y saber vestir. Tener la falta de estómago y talvez de escrúpulos para comerse un tiburón con quince días de muerto, y llevar los pantalones bien puestos y suficientemente apretados.
Si se trata de una mujer, sería estar dispuesta a jalarse los cabellos con cualquiera, no importale sudar el maquillaje y mantener una sonrisa de modelo y lo que es más importante, aunque use falda, tener las zapatillas bien calzadas.
O sea, que la crítica y la guerra sucia deben ser enfrentadas por el líder político con indiferencia, con manejo diestro, sin que de la impresión de que le causan escozor y lo más importante, sin presentar connotaciones de que está incómodo u odia a su enemigo o al mensajero de éste.
Antes y después de un ataque virulento, lo primero que un político dominicano tiene que saber es callar. El sonido del silencio se debe convertir en su compañero momentáneo. El político que al primer ataque, o manifestación de guerra sucia se desborda, demuestra debilidad, temor, incapacidad de enfrentar una crisis y grados de culpabilidad.
Cada noticia trae su afán. La información de primera plana de hoy, es parte de un periódico viejo de pasado mañana. Cada día ejércita su trayecto bajo el sol, y el volumen noticioso nace y muere cada 24 horas.
Un político con un buen asesor político y de comunicación recibiría el mensaje de silencio, callate y traga la cícuta, que tus contrarios están esperando que al son de la salsa que están tocando te lances al redondel donde te espera el toro, para que te coma vivo.
El silencio, ante la guerra sucia, por un tiempo determinado es el mejor consejero. En el momento oportuno, y cuando las circusntancias lo determinen debe salir la aclaración pertinente. Romper el silencio en el momento que sea conveniente y aceptable. Es como en la guerra, nunca se debe ir a una batalla avisada y donde el enemigo te espera.
En la actividad política nacional la guerra sucia es solo un movimiento de ajedrez, lo utilizan todos en su tablero, a cada cual en un momento oportuno le da beneficios y en ocasiones le perjudica. Nunca en el inicio de una batalla se está seguro de como terminará.
El inicio de una guerra sucia en la actividad política desata los demonios, se abren las puertas del infierno y todos son zaradeandos por el terremoto. Como en en el béisbol, no siempre una bola pegada a la cabeza se responde con el pleito; se espera un lanzamiento favorable y se responde con un extrabase o un jonrón. Tambien puede darse el caso, que ante la falta de respuesta oportuna y precisa, se produzca un ponche.
A la guerra, y la política es una extensión de ella, se va a ganar o a perder, a vivir o a morir. Llegará el día en que la actividad estará regida por la ética, la moral, el respeto, la institucionalidad, pero ahora la política es solamente un estercolero que necesita ser higienizado.
2015-02-14 12:20:41