Por Manuel Hernández Villeta
Es difícil orquestar un gran frente opositor, cuando los partidos y movimientos lucen castrados por el culto a la personalidad, la división per-se y una búsqueda sin objetivos del gobierno.
Lo primigenio que tendrían que vencer los sectores opositores es dejar a un lado su egoismo, sus principalías, y quitarse el falso rubor de que son líderes de masas, cuando la mayoría no pasa de ser figura para sentarse en la mesa directiva de un club de barrio, o una reunión del empresariado.
Teniendo el mismo discurso que los allegados al tren gubernamental, la oposición luce en medio de un círculo donde se vende la idea de que es impoluta, que tiene fuerzas, y que va a llegar al Palacio Nacional en las venideras elecciones, pero más nada.
Ningún partido de oposición tiene una línea clara que lo separe de los sectores que estan en el gobierno. Tienen la misma linea programática, casi la misma historia. Las variaciones entre los actores de la vida política dominicana la impregna el color de la chaqueta y del pantalón que se pusieron en un día determinado.
La línea individual hace difícil que los sectores de oposición se conviertan en un solo bloque y vayan unidos a las elecciones para ganar en la primera vuelta. Nadie quiere ceder un terreno que no pasa de ser una parcela del deteriorado minifundio.
Ya en una segunda vuelta, cuando sólo quede un partido y un candidato, le podría ser más fácil a este sector preparar un frente unitario, pero eso si, debe contar para descontar con los que a última hora se irían con el grupo gubernamental.
Es una pena que no pueda surgir una fuerza social, de nueva izquierda, porque están echadas todas las condiciones para que grupos progresistas y renovados accionen con fuerza en la política. Para ello no se puede tener esperanzas en jóvenes de edad, pero que están siendo maniqueados por ideas viejas. Un hombre o una mujer nueva, no signífica que se de paso a la juventud cronológica, sino al pensamiento renovado, que plantea cambios que son necesarios.
Ya el espíritu que produjo la revolución de abril y la lucha patriotica contra la intervención militar norteamericana quedó en los libros de historia. Sirve de medallas sin listón para los que cincuenta años después aturden en las peñas literarias y políticas sobre el heroismo de la zona norte, como enfrentaron la operación limpieza, o la lucha sin cuartel contra el gringo interventor.
Una oposición sin liderazgo nuevo, sin ideas que no tienen el rastro conductor hacia un pasado que no condujo a nada, está condenada a seguir en el mismo infierno. Tiempo hay de renovación, lo que no se ve por parte del liderazgo tradicional, es el espíritu de exhorcizar los demonios, sus demonios. Cambios entre los que quieren cambios.
2015-03-31 22:19:36