Por Manuel Hernández Villeta
Estamos a un año de la celebración de las elecciones generales, y el tiempo luce de color gris. El germen de la división todavía está en el tuétano de los principales partidos políticos.
El Partido Revolucionario Moderno realizó una convención donde ganó Luis Abinader, y parece que Hipólito Mejía fue sepultado como figura de primera línea. Queda por ver hasta donde le llega la energía a Luis, que es un novato en estas lides de las grandes ligas partidistas nacionales.
Hasta ahora, todo indica que el torneo electoral del PRM transcurrió en calma, y que se mantuvo la unidad del grupo. Hipólito parece que comprende que ya pasó su momento y que aunque nunca un político marrullero es un cadáver, por lo menos debe estar en salmuera.
Luis quiere organizar un gran frente opositor, pero el principal inconveniente es la selección del candidato presidencial. Esa es una plaza que él no va a negociar. El culto a la personalidad y los deseos de ser la cabeza visible, hacen imposible que ese movimiento opositor pueda triunfar.
A un año de las elecciones el Partido Revolucionario Dominicano luce reducido a una mínima expresión, pero en orden. Sólo Guido Gómez Mazara deja oir una voz disidente, que no le quita el sueño a Miguel Vargas Maldonado.
No se puede dar en el país un frente opositor con posibilidades de ganar las elecciones presidenciales si en el mismo no están integrados el PRM y el PRD. Hay que limar asperezas y determinar quien debe encabezar la boleta.
El PRD es el número uno, y para ese frente, que quiere encabezar Luis Abinader, es vital colocarse en esa casilla para hacer frente al Partido de la Liberaicón Dominicana. Sería un mago para lograr esa unidad, pero la misma es necesaria para que la oposición haga y tenga un papel digno en las elecciones.
El PLD está al borde de la división. Por el método que se prefiera, el que pierda en la pugna por la reelección no va a salir en caravana a apoyar al candidato. Son los problemas que generan los fraccionamientos, sin salida de los dirigentes y militantes.
El PLD es el número dos en la boleta, y con la columna vertebral de sus aliados ganó en la primera vuelta. Ahora, los aliados, partidos emergentes pequeños, no saben a quien apoyar o para donde ir, pero dicen que son de Leonel.
Estamos a un año de las elecciones, y solo se calienta el brazo de las perspectivas y coyunturas. Ni un mago podría predecir lo que sucederá dentro de doce meses. Por lo menos guarde estas notas y haga sus apuntes.
2015-05-15 02:13:52