Opiniones

A Pleno Sol Libertades y cristianismo

Por Manuel Hernández Villeta

La iglesia, y en especial la Católica, han estado al lado de los pueblos latinoamericanos desde el descubrimiento, en ocasiones siendo parte de los atropellos, y en otra el pañuelo donde buscar consuelo. De una forma u otra, la iglesia ha apuntalado a los hombres de buenas intenciones, pero también a los dictadores sanguinarios.

La modernización de la Iglesia no puede estar de espaldas a la realidad de este continente, donde las injusticias y los atropellos son una manifestación diaria. La lucha contra la falta de libertades, debe y tiene que ser encabezada por la iglesia.

Por desgracia nunca ha sido así. Sectores de la iglesia han buscado esas reivindicaciones, pero de modo aislado, mientras que la jerarquía trata de solazarse con los mandamases de turno. Jugar al pobre y al rico, y estar bien con los dos.

La muy reciente reunión del Consejo Episcopal Latinoamericano trae al tapete que se puede tener esperanzas en que la iglesia católica de un paso al frente, en la búsqueda de soluciones a los males ancestrales de esta sociedad.

Por edad personal y el discorrer de América Latina en las décadas olvidadas, muchos de los obispos representados en la CELAM han estado en actividad, sirviendo de columna de apoyo a gobiernos dictadoriales de civiles y el surgimiento y mantenimiento de los gorilas, como le decían a los gobiernos militares continentales.

En la reunión de la CELAM no hubo una muestra de arrepentimiento y perdón por los tropezones que ha dado esa iglesia, y más bien parece que se da vuelta a la página, al tiempo que se emprenden nuevos caminos bajo la orientación del papa Francisco.

El nuevo presidente de la CELAM dice que la iglesia vive una profunda renovación, lo cual no es totalmente cierto. Todavía no se da cumplimiento a la Palabra de que es necesario un hombre nuevo, que nazca de nuevo, sin ataduras con el pasado, pero totalmente limpio y enfocado en mejorar el porvenir.

Compartimos el pensamiento de que los principales males de la República Dominicana tienen que ver con la pobreza, la iniquidad, la educación, la emigración y la corrupción. Fácil plantearlo, pero casi nunca dando el paso inicial para combatirlo.

De cara al siglo 21 la iglesia dominicana tiene que ir a luchar hombro con hombro con los cientos de miles que viven en la mayor de las pobrezas, sin educación, sin trabajo, sin comida, sin pasado, sin presente y sin futuro.

La solución está en la aplicación de la Palabra, con un Cristo vivo que lleva su acción al que padece necesidades al lado del camino y no en los grandes palacios.

2015-05-20 03:27:19