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A Pleno Sol Inseguridad ciudadana

Por Manuel Hernández Villeta

La inseguridad ciudadana es uno de los grandes retos de la sociedad dominicana de hoy. Es una distorsión social  donde se une la violencia, la corrupción, la marginalidad, el hambre, la miseria y la demagogia política.

No busque los efectos de la inseguridad ciudadana en base a un solo renglón. Es la maldición de los  olvidos, el oportunismo, el ejecutar el arribismo social y el acomodamiento de los que no tienen nada, tratando de llevar una mejor vida sin trabajar para ello.

Unos piensan que la mejor forma de poner un ligero velo a la inseguridad  en las calles, es la utilización del plomo. El intercambio de disparos no acaba con la violencia, le da una nueva cara, sin ir al fondo de los males. El plomo se combate con plomo, pero este accionar no soluciona el problema.

Si no hay cambios en la sociedad, en sus métodos de producción, en terminar con las exclusiones, en poner una barrera al hambre y la miseria, nadie podrá acabar con la inseguridad ciudadana. Cierto, en los países desarrollados también hay delincuencia. Las calles de >Estados Unidos y Europa también son peligrosas.

Pero detrás de la opulencia de las grandes potencias están los guetos, los tugurios, los barrios marginados, donde no hay ley, ni orden, y donde impera la imposición del más fuerte. Una delincuencia que se combate con la fuerza, con la investigación, con acciones de ayuda social, sin arrancar el cáncer en sus raíces-.

La democracia tiene su principal fracaso en  que es un sistema excluyente. En lugar de buscar cerrar las brechas sociales, las amplían. Hay menos ricos y más pobres. Fortalece el salto individual de la pobreza a la fama, pero sepulta a miles que no encuentran ni comida, ni educación ni trabajo.

Los males del sistema que nadie combate son los que  fermentan los efectos colaterales de la delincuencia. Sin surgir un bisturí que mejore las cargas estructurales del sistema, será difícil, casi imposible, que se contrólela seguridad ciudadana.

Pero esto será difícil a corto plazo, y si se espera por medidas de alcance infinito, nos tragará la arena movediza. Hay entonces que comenzar a darle un rostro humano a este sistema de sub-desarrollo con aspiraciones de llegar a la sombra del  capitalismo.

Es difícil  analizar la falta de educación y el desempleo,  y decir entre tragos de champan que es la generación de los Ni-Ni, sin sonrojarse de aplaudir a los que fomentan esa exclusión.

Los intercambios de disparos tienen su momento en que son necesarios, pero es una ilusión sin fundamento pensar que  el tronar de las armas y la eliminación de los delincuentes  sin juicio real, público y contradictorio. Acabará con la inseguridad ciudadana. ¡Ay!, se me acabó la tinta.