Opiniones

A Pleno Sol ¿A dónde vamos?

Por Manuel Hernández Villeta

En una etapa de disociación y de individualismos, la palabra de Cristo va quedando como uno de los pocos referentes morales de la sociedad de hoy. Puede haber curas y pastores que violen sus principios y caigan en cualquier acto de inmoralidad o corrupción, pero esos son casos individuales.

La mayor parte de los curas y pastores están hoy interesados en que la mujer y el hombre de este tiempo siga apegado a los principios, a la moral, a las buenas costumbres y a edificar un mundo mejor. Los que violen la ley y las buenas costumbres, deben pagar por sus hechos.

Algunos podrían caer en el fanatismo y en llevar la doctrina a ir a enfrentamientos personales o sectarios, pero eso es propio de todo conglomerado donde se trabaje con ideologías, religiones y filosofías.

Todos los patrones que moldeaban la conducta de mujeres y hombres se han hecho añicos. De los sistemas políticos y filosóficos solo quedan los recuerdos. En algunos casos la sangre derramada que no llegó a la liberación nacional. Generaciones perdidas en quimeras que se fueron como volutas de humo de puros de baja calidad.

Hoy, el único faro de levantamiento moral que se ve en el horizonte son las ideas cristianas. Para hacer frente a la currupción, a la perversión, a las diferencias armadas entre los hombres, la visión de Cristo en la cruz en castigo por la difusión de sus ideas se levanta como lo única con posibilidades de sobrevivir en la crisis que toca al siglo 21.

No fallaron ni la Palabra ni la doctrina, sino los hombres. Los poderosos de turno utilizaron la religiosidad para hacer guerras de exterminio a la mayoría irredenta, pero no eran verdaderos cristianos. El tiempo los sepultó en el olvidó y hoy se recuerdan por sus atropellos a la humanidad.

Veo al Papa Francisco y se nota el intento de renacer de una nueva iglesia, apegada a las enseñanzas de Cristo y no en el oropel, el dolo, la barbarie, aposentar dictaduras y el impulsar guerras sin sentido, y que únicamente servían para llenar los graneros de los reyes y los malvados. Una iglesia cristiana que se niega a la auto-crítica por su apoyo a los dictadores, a la esclavitud, al exterminio de los indios y apagar las voces disidentes con el calor de las hogueras.

Cristo no cree en esa iglesia de oro, de fastuosidad, de crímenes y de sangre en su nombre. Su iglesia es el hombre, el ser humano. Lo dice bien claro: Yo estoy donde haya dos que hablen y difundan mi palabra. Lo pongo en presente por el precepto que dice Cristo es el mismo ayer, hoy y mañana.

Mi formación socio-política fue ? y se puede decir que es en lo filosófico- marxista-leninista. Mi personaje favorito de la revolución soviética fue Trosky. Mientras que mi reconocimiento fue para Dantón, el más perfecto de los revolucionarios, en las conflagraciones sociales de Francia.

Pero todas esas acciones terminaron en jornadas sangrientas, en lucha ciega por el poder y en la destrucción de miles de vida. Las revoluciones sirvieron para devorar a sus hijos. La sangre fue lavada con sangre.

El clamor de Cristo: ¡Y conoceréis la verdad y la verdad os hara libres» lo acepto como la única fórmula de hoy que puede mantener en alto la moral de la humanidad. No creo en prédica de mujeres y hombres que son tentados a caer en las debilidades que combaten. Creo en que es necesario un hombre nuevo para dirigir a una nueva sociedad.

2015-12-01 23:29:18