El Estado y las Instituciones Democráticas
En estos tiempos de cambios en el ordenamiento económico, político y social del mundo y por tanto de la Republica Dominicana se hace necesario que reflexiones sobre los cambios que esta demandando el Estado y la sociedad, como forma de poder ir avanzando en el desarrollo democrático e institucional del país.
En efecto, en la actualidad, nos vemos sometidos, como sociedad, a un proceso de cambios que quienes deben comprenderlo mejor son los lideres y actores políticos, por que si estos no comprenden el rumbo que debe seguir nuestro ordenamiento político, los valores democráticos tienen escasas posibilidades de ir arraigándose en la ciudadanía.
Todo este preámbulo es para poner en evidencia que en el presente hay dos corrientes económicas y políticas que buscan un ordenamiento social atendiendo a objetivos y modelos de desarrollos distintos.
La corriente neoliberal que favorece el desarrollo a partir de la libre competencia y la corriente del Estado social que atribuye un protagonismo importante al Estado como guardián del bien común y la justicia social. Precisamente a las posiciones sustentadas por estas dos corrientes del pensamiento, para el ordenamiento de la sociedad, deseamos dedicarle este trabajo porque las mismas aun teniendo cuotas importantes de razón en algunos de sus planteamientos, se perciben limitados en su visión para resolver los males crecientes que confrontan las sociedades latinoamericanas y tercermundistas actuales y en la que debemos incluir a la sociedad dominicana.
En este aspecto, si damos una visión retrospectiva de lo que ha sido el Estado Dominicano, encontramos que este ha sido denominado benefactor o protector para con la sociedad. Ese Estado Dominicano, en el pasado, tuvo riquezas que la utilizó entre otras cosas, a favor de la justicia social, lo cual es loable hasta ciertos límites.
De ahí ha surgido el hábito de las gentes de reclamar que el Estado le garantice beneficios económicos y soluciones a muchos de sus males sin contraer ninguna responsabilidad frente a éste.
En la actualidad el Estado dominicano está sometido a mayores reclamos de la población y no puede satisfacerlos, como ocurrió en el pasado, porque sencillamente sus riquezas y finanzas públicas han sido mermadas por la corrupción puesta en práctica desde el Estado por una parte importante de la clase política. Por eso muchas veces no podemos distinguir si algunos “dirigentes” son actores políticos auténticos o simples componedores de intereses particulares y de grupos.
Esta conducta antidemocrática del sistema de partidos debemos evidenciarla porque en la medida que ésta se continúe practicando corremos el riesgo, como nación, de erosionar, aún más, la falta de fe pública en la clase política. Por eso, la clase política debe comprender que aun y con el clientelismo acentuado que registra la sociedad dominicana, aun así, hay, cada día, un mayor número de personas que toma conciencia de que los partidos y sus dirigencias en vez de buscar soluciones para el país y su gente, lo que hacen es auto beneficiarse, sin tomar en cuenta los sectores más pobres, que son los que con sus votos les permiten llegar a las posiciones publicas. Por eso, la clase política nuestra debe creer lo que predica para que palabras y hechos puedan coincidir cuando se llega al gobierno.
Ante la realidad de que estamos frente a un Estado dominicano que ya no es rico y que aunque tiene mayores ingresos que en el pasado, hoy tiene mayores exigencias y desafíos, tanto de orden interno como externo; en estas condiciones si deseamos que el Estado dominicano juegue su rol en beneficio del desarrollo y del bienestar de la gente debemos hacerlo funcional, disminuyendo los robos que se lleva la corrupción en sus manos.
En este aspecto, es donde se presentan las principales contradicciones políticas que afectan al Estado dominicano actual, esto así porque si tomamos en cuenta que por su forma desorganización así como por la forma de conducción del mismo, este continúa siendo el mismo Estado benefactor, sin embargo, cuando revisamos la capacidad de respuestas hacia los reclamos crecientes de la población, el Estado social dominicano es incapaz, en su configuración actual, de responder con éxito, a las demandas de esta y a los desafíos que implica un mundo globalizado.
¿Qué plantea la situación descrita al Estado dominicano? Plantea que el Estado social dominicano actual proyecta una falta de rumbo y se percibe que el propio Estado y sus organizaciones burocráticas se convierten en el principal obstáculo para solucionar los problemas sociales, económicos, de valores y de falta de fe de la gente en la clase política, producto de que la gente percibe la falta de sensibilidad social de una parte importante de la dirigencia política, problema que se ha acentuado en los últimos años con la miseria de la gente, lo que le impulsa, de forma directa, a venderse al mejor postor, debido a la descomposición social y aun clientelismo político, cuya tendencia creciente, debilita el quehacer político e institucional, tanto del sector privado como publico.
El Estado social dominicano hoy agotado e ineficiente por las demandas sociales de la población, tiene que ser reformulado y ser sometido a un proceso de racionalización y de desregulación para permitirle a la iniciativa privada, participación en las tareas públicas que el Estado no puede ni está en capacidad de atender. El rol del sector privado debe orientarse a tener mayor participación en el área productiva nacional. Para darle mayor impulso al sector agropecuario, agroindustrial e industrial, el Estado debe ser un facilitador para que la economía privada y aquellos sectores donde interviene el estado refuercen su eficiencia en beneficio de la población. El Estado dominicano debe, además redefinir su rol para establecer cuál será su nivel de participación en aquellos sectores y empresas productivas, en que todavía tiene participación junto al sector privado.
En cuanto a la seguridad del Estado se puede apreciar que hoy la sociedad dominicana, producto del aumento del narcotráfico y la delincuencia, necesita cuerpos militares más profesionales para hacer frente a los desafíos presentes y futuros y eso no se lograra sino tenemos militares conscientes del papel que están llamados a jugar en el fortalecimiento de la democracia, por eso, lejos de abogar por la disminución del rol que juegan las Fuerzas Armadas, el nuevo Estado social y de derecho que debemos perseguir los dominicanos debe orientarse hacia unas Fuerzas Armadas conscientes de su deber para proteger el orden público, la defensa territorial, pero sobre todo consciente de que su rol principal es defender las instituciones del Estado, que es lo mismo que defender y sostener la democracia.
Finalmente, el futuro de un Estado dominicano equilibrado debe resultar de la redefinición de su papel fundamental en la sociedad y de esta manera asegurar los principios de justicia social que debe garantizar todo sistema económico, sea este público o privado. Para ello, si no tenemos una clase política consciente de su rol en el proceso democrático no podremos avanzar en estas necesidades apremiantes que esta demandando la sociedad a sus actores y líderes políticos.
Evelio Arroyo es Sociólogo, Abogado y escritor. Estos trabajos son publicados del libro “Estado y Sociedad” de su autoría
2008-06-10 00:35:17