Pensando en voz alta sobre la Cuba actual
Me preocupa que el proceso cubano, después de algunas situaciones esperanzadoras, ahora pareciera inclinarse por rutas no promisorias para el proyecto de nuevo socialismo.
Nacho Palenque (Para Kaos en la Red) [01.07.2008 00:49]
Me preocupa que el proceso cubano, después de algunas situaciones esperanzadoras, ahora pareciera inclinarse por rutas no promisorias para el proyecto de nuevo socialismo.
En verdad lo que esta haciendo Raúl no lo hizo Fidel y no creo que lo hubiera hecho de esa manera en respuesta a los riegos de reversión que el mismo denunció, aunque ambos hayan expresado mucha inconformidad con la parte mala de los resultados alcanzados en estas cinco décadas de revolución.
Raúl al parecer se inclina por una fórmula híbrida que combine la centralización estatal y el sistema de partido único (fundido con el Estado) con “reformas económicas” y algunas medidas políticas y sociales liberalizantes y modernizantes, apuntando hacia el modelo chino y hacia distensión con los polos de poder imperialistas (europeo y estadounidense).
Fidel opta más bien por la moralización, la eficiencia y el combate a las “deformaciones”, siempre dentro de la defensa del modelo estatista (intenciones reiteradas veces frustradas por causas estructurales). Le disgustan las reformas y concesiones de corte liberal-mercantil y sostiene una postura firmemente antiimperialista y anticapitalista.
A eso parece reducirse en el más alto nivel la relación inmovilismo vs. movilismo, expresadas desde estas dos figuras relevantes del liderazgo histórico de la revolución: cruzadas posiblemente ambas posiciones por valoraciones diferentes respecto a la oportunidad que ofrecería el triunfo de OBAMA y un eventual “cambio” en la política exterior de EEUU, como la reciente flexibilización de las posiciones de la Unión Europea frente a Cuba. Lo que no quiere decir que no exista un inmovilismo mucho más duro, nutrido de los típicos intereses burocráticos, del sistema de privilegios, de los intereses y dogmatismos generados al margen de la ética y la moral de Fidel y del propio Raúl; fruto de una realidad estructural, de la dinámica propia de la burocracia estatal, del ser social conformado en décadas de estatismo.
Esto, sin embargo, no debería conducir a afirmar que entre Fidel Y Raúl no hay ni una telita de cebolla de diferencia, sino sencillamente “distintos estilos personales”. Tal valoración es sumamente superficial.
Esta bien claro que el nuevo gobierno está desmontando medidas y políticas, que aunque de valor secundario, resultaron muy impopulares; medidas que Fidel auspició y/o respaldó, y nunca anuló.
Raúl logra más popularidad haciendo eso, mientras Fidel – independientemente de su enorme peso histórico- no queda incólume de esta nueva situación y por eso no expresa apoyo entusiasta a las nuevas medidas. Pero ni de una ni de la otra parte surgen planteamientos destinados a enfrentar las causas estructurales del agotamiento del modelo vigente y a socializar a fondo lo estatal, evidenciándose la existencias de trabas mayores capaces de gravitar para reducir la cuestión: o la vigencia del modelo en crisis (con remiendos pocos consistentes), o a la adopción del “camino chino a la cubana”.
Estas trabas mayores tienen mucho que ver con la naturaleza socio-política de los principales factores de poder dentro del Estado y del partido fusionado con el Estado, resistentes -más allá de las virtudes de los líderes- a dejar de ser hegemónicos y renunciar a su condición de estructuras situadas por encima de la sociedad. Porque está históricamente comprobado que en los modelos estatistas los sectores burocráticos–partidocráticos-tecnocráticos y militar con más poder de decisión, carecen de vocación e interés (por su naturaleza) para facilitar un proceso hacia un socialismo participativo, democratizador, integral y autogestionario.
Hasta ahora no aparece una sola iniciativa ni un solo pronunciamiento del liderazgo histórico en dirección a un proceso de ese tipo, al parecer por todos los lazos de solidaridad y responsabilidades contraídas con esa realidad estructural y las concepciones que históricamente la han justificado. Y esto a pesar de las profundas y sinceras quejas de Fidel y de Raúl respecto a la corrupción burocrática, las ineficiencias y “deformaciones”.
Esto a mí entender hace muy pertinentes estas preguntas:
¿Existen o no, aun minoritarias, en otros niveles de dirección estatal-partidaria compañero(a)s inclinados al proyecto de nuevo socialismo y dispuestos a luchar desde ya por esto?
¿Si existen, cuál es el peso real, la influencia concreta y la posibilidad de expansión de esa corriente que ello(a)s expresan y representan en otros niveles de la sociedad y del partido? ¿Es posible avanzar desde ella hasta lograr disputar hegemonía?
¿Puede conseguirse esto concentrado tanto el ataque en el modelo estatista vigente y moderando el tratamiento crítico a esta alborada ascendente de la “chinización” del proceso cubano, que evidentemente tiene más posibilidades de legitimarse que el simple inmovilismo?
¿Cómo proceder para lograr una clara la diferenciación y romper una cierta marginalidad en la creación de opinión, dada la carencia de medios fuera del Internet?
¿Cómo hacerlo desde una militancia incuestionable (no me refiero al contenido, pues ya han sido muy preciso en ese sentido), sino a la forma capaz de llegar a la sociedad sin aparentar fracción pero si corriente de opinión?
El nuevo gobierno no tiene problemas con un debate interno que no afecte el verticalismo, pero si con su horizontalidad y más aun con su expresión abierta.
La flexibilidad, estimulando que se debata todo hacia dentro y en organismos y espacios delimitados, le ganó buen pull a Raúl y ha hecho las veces de recurso exorcista. Pero no ha habido un salto mayor en ese orden.
Es una actitud muy inteligente para lograr situarse por encima de los que no quieren cambiar nada y para cambiar lentamente, poco o mucho, pero no en la dirección de más socialismo, sino de un modelo que termina siendo funcional al capitalismo globalizado y globalizante, de una especie tránsito paulatino y pacífico al capitalismo a través del uso del Estado y del partido-Estado para potenciar su asociación con el gran capital transnacional, insertarse en el mercado mundial, crean una economía estatista de mercado a lo interno, privatizar áreas socializables y convertir parte de la burocracia en burguesía privada.
Se trata de una ruta pragmática, poco conflictiva en las esferas superiores de ese tipo de sociedades, que objetivamente no altera la preeminencia de la burocracia y si le permite a esa capa social lograr su mutación y principalía en el camino hacia la modernización y la restauración del capitalismo; al tiempo de superar el estancamiento y posibilitar la evolución del Estado en compañía del mercado, del capital transnacional y de un mayor grado de privatización.
Esta postura aparece enfrentada a la “retrógrada” y se legitima por esa vía, mientras pone a la defensiva las variantes más duras del inmovilismo y margina la corriente marxista revolucionaria sustentadora del proyecto de nuevo socialismo.
Y cada vez es más evidente como determinados sectores inteligentes de los centros imperiales favorecen esa actitud, estigmatizan de “duro” e intransigente a Fidel y obvian totalmente a los que proponen la renovación revolucionaria del proceso de orientación socialista.
Cierto que Fidel es más duro con ellos que los otros. Y eso, lejos de ser cuestionable, es su gran virtud. Los límites de Fidel son otros y se refieren a que no ofreció ni ofrece alternativa socialista al modelo estatista estancado y en crisis.
Los otros la ofrecen, pero malamente respecto al interés revolucionario y socialista.
Y hay muchos(as), que no son ni una ni otra cosa, que han propuesto la necesidad de una especie de revolución en la revolución, de un cambio hacia más socialismo; pero sin que esa manera de pensar y actuar logre todavía romper el cerco que la aísla.
¿Cómo salir de esa trampa bipolar?
Este es a mí entender el gran desafío. Pero sobre esto, por desconocimiento de muchas cosas, estoy incapacitado de opinar con probabilidades de acierto.
Me preocupo por el tema y me atrevo a expresar mis inquietudes, porque ese proceso es de extraordinaria importancia para lo que está en juego a nivel continental.
Y ahora para colmo estamos frente a una baja de la beligerancia revolucionaria de Venezuela y a un peligroso estancamiento del anunciado “socialismo del siglo XXI”?
Y paradójicamente esto acontece cuando es más pronunciada la crisis estadounidense y la decadencia del imperio, cuando está en vía de despliegue la madre de todas las crisis del sistema capitalista mundial, cuando ese curso crítico (motivado por situaciones estructurales graves) depende cada vez menos de quien pueda ser el nuevo presidente de EEUU, cuando mejoran las condiciones para hacer revolución, independiente de que se ablande o se endurezca el rostro del poder imperialista. ¡Es realmente penosa la crisis ideológica y los retrasos en la re-conformación de las de vanguardias en el campo popular alternativo!
No tengo el menor ánimo de importunar ni intención alguna de quitar nadie algo de la tranquilidad espiritual imprescindible en momentos tan complejos. Pero estoy imposibilitado de silenciar estos pensamientos en voz alta para mis queridos hermanos de combate cubanos.
2008-07-01 04:21:22