Carecemos de oposición
La falta de fuerzas políticas opositoras afecta sensiblemente la calidad de nuestra democracia y limita la capacidad del gobierno en ejercicio de tener interlocutores políticos con los cuales negociar medidas y proyectos
Por David Álvarez Martín
He escrito varias veces sobre la carencia en nuestra democracia de una auténtica oposición, de verdaderos partidos políticos opositores. Y lo he hecho precisamente cuando el partido político de mi simpatía, el PLD, está en el gobierno.
La falta de fuerzas políticas opositoras afecta sensiblemente la calidad de nuestra democracia y limita la capacidad del gobierno en ejercicio de tener interlocutores políticos con los cuales negociar medidas y proyectos para garantizar la gobernabilidad.
Las causas de esa falta de oposición deben ser entendidas si queremos mejorar cualitativamente nuestra democracia.
Una primera razón coyuntural son las condiciones sobresalientes como estadista y político del doctor Leonel Fernández.
Con su ascenso al gobierno en el 1996 y posteriores triunfos electorales del 2004 y el 2008, el doctor Fernández es el dominicano vivo con mayor experiencia de Estado.
Con tres triunfos electorales con más del 50% de la votación y un expediente de gobierno de 8 años de estabilidad, crecimiento, reformas sustantivas al ordenamiento del país y la proyección internacional más destacada de gobernante político alguno, Leonel Fernández ha creado un paradigma de político y estadista dominicano muy superior al de cualquier otro en nuestra historia, salvo la figura de Juan Bosch y las expectativas truncas de su gobierno.
Esta primera razón abre una profunda brecha entre el PLD con Leonel Fernández y el resto de los partidos políticos, especialmente el PRD, que siguen actuando y promoviendo liderazgos electorales en función del escenario anterior al 1996.
Precisamente es esa la segunda razón. El PRD como partido político está totalmente desfasado de la realidad dominicana y mundial. La mayoría que habla en su nombre mantiene una letanía de amenazas y pronósticos nefastos sobre la actuación del Gobierno, como si el propósito del PRD fuera la destrucción del país, ya que no ha sido favorecido con el voto de las mayorías.
Dos botones de muestra de la semana pasada: el berrinche de la delegación del PRD en el Congreso del PSOE por la presencia del PLD, y la falta de criterio de sus voceros al valorar la brillante postura de nuestro presidente frente a la crisis energética actual que azota al mundo.
Sin oposición que valga la pena, el Gobierno deberá pactar la gobernabilidad con la sociedad civil y las diversas organizaciones representantes de los intereses sectoriales.
La democracia dominicana no puede esperar a que el PRD despierte del sueño del siglo pasado.
David álvarez Martín es filósofo
davidalvarez144@yahoo.com
2008-07-15 23:06:59