Opiniones

EL TIRO RÁPIDO

EL TIRO RÁPIDO



 De



Mario Rivadulla



Martes 22/07/08.

Por más que ha venido ocurriendo hace tiempo, motivan a justificada preocupación las declaraciones del General Rafael Oscar Bencosme Candelier, Director de Inteligencia Criminal de la Policía Nacional, de que las pandillas de malhechores que enfrenta el cuerpo están integradas en buen número por adolescentes y menores de hasta apenas 8 años de edad.

Estas bandas de maleantes han venido proliferando en los últimos años en la misma medida en que se ha extendido el llamado microtráfico de drogas, por los distintos barrios de la capital y prácticamente por toda la geografía nacional. De hecho, a las mismas se atribuyen en gran medida el manejo y control del negocio barrial de estupefacientes, que en más de una oportunidad las ha enfrentado a  muerte en disputa por la posesión de los puntos más atractivos para su venta.

El General Bencosme Candelier al hacer mención a esta situación que con razón califica de “fenómeno”, reveló que se han estado celebrando reuniones con los padres de menores vinculados a actividades criminales, con la finalidad de lograr su cooperación para apartar a sus hijos de las sendas del delito. Se trata sin duda, de un esfuerzo meritorio pero que seguramente enfrenta no pocos obstáculos, entre ellos el hecho de que el germen de la violencia está presente en muchos hogares de donde proceden los mismos.

Esta es una de las tantas circunstancias que van asociadas al alto índice de delincuencia que se registra entre jóvenes, adolescentes y menores. Recuérdese que en días recientes, el Fiscal de Distrito Nacional admitió que entre un 25 y un 33% de los casos que llegan a su despacho corresponden a violencia intrafamiliar. Las cifras, no obstante, pueden considerarse  mucho mayores si tomamos en cuenta las situaciones de esta naturaleza que,  por diversas razones, nunca son llevadas a conocimiento de las autoridades fiscales.

Hay que tomar también en consideración que muchos de los prematuramente implicados en actividades delictivas carecen de hogares constituidos o proceden de familias desintegradas. Algunos son fruto de relaciones ocasionales. No recibieron educación o desertaron tempranamente de las aulas. Se han desenvuelto dentro de un clima de pobreza, hacinamiento, marginalidad y promiscuidad. Tampoco conocen de valores morales y principios cívicos. Y en un medio de tantas limitaciones como el nuestro y de falta de oportunidades para la juventud, impactados por el afán consumista y el facilismo, se ven tentados a involucrarse en todo género de actividades criminales, principalmente la distribución de drogas.  Se trata como bien señala el General Bencosme Candelier de un fenómeno,  pero que tiene sin embargo diferentes motivaciones y múltiples raíces.

Al señalar lo anterior, en modo alguno queremos restar importancia y mérito al trabajo de acercamiento familiar llevado a cabo por la Policía. Por el contrario, nos parece un paso positivo que coloca además al cuerpo de la uniformada en una dimensión muy diferente a la de un simple instrumento de represión de las actividades delictivas, sino por el contrario entregado  a una tarea social y humana de gran importancia que, a no dudarlo, contribuirá a rescatar más de un joven desviado, así como infantes lanzados prematuramente por la vía del delito.

Pero vale insistir que el reto es de grandes proporciones y requiere de un trabajo conjunto que involucre distintas instancias oficiales, educadores, trabajadores sociales,  psicólogos y orientadores, Juntas de Vecinos y Asociaciones de Padres y naturalmente, el profundo involucramiento de la propia familia.

2008-07-24 02:23:51