EL TIRO RÁPIDO
De
Mario Rivadulla
A poco del destructivo paso de Olga, que dejó tan estremecedor saldo de muerte y desolación en el país así como incuantificables daños principalmente a la agricultura, y más luego, semanas antes del inicio de la temporada ciclónica, trajimos a nuestro TELEDEBATE a la doctora Olga Ceballos, Directora del Departamento de Meteorología, con la finalidad de conocer detalles y proyecciones sobre el comportamiento del tiempo para el presente año hasta donde lo permiten las herramientas tecnológicas de que disponen los especialistas en este importante campo.
En ambas ocasiones, la doctora Ceballos pronosticó y alertó sobre los efectos de los cambios climáticos que se han venido registrando en el mundo, casi a partir de la Revolución Industrial, cuyas crecientes emanaciones en la misma medida en que se fue desarrollando ese proceso económico social de tan vastas proporciones, comenzaron a agredir y desestabilizar el medio ambiental.
Esos cambios, señaló, ya se comienzan a sentir con fuerza en el país. Sus efectos principales: veranos más calientes; tormentas más frecuentes, destructivas y fuera del inicio y fin de temporada; aumento del nivel del mar que, al ritmo actual, a una fecha tan cercana como el año dos mil cincuenta, pudiera variar los actuales límites del litoral marítimo, haciendo desaparecer bajo las aguas oceánicas una parte significativa de nuestras hermosas playas y ocasionando gravísimos perjuicios a la industria turística.
Ciertamente, este verano el calor ha alcanzado una graduación sin precedentes. Hemos tenido lluvias intensas fuera de época y a mediados de la temporada de ciclones, apenas despedido Gustav, que si bien solo rozó muestra parte de la isla, nos dejó un balance ocho muertos y una cantidad considerable de daños materiales, golpeó con fuerza sanguinaria a Haití; causó incontables destrozos en Cuba y fue a recalar a Nueva Orleáns, precisamente el mismo día en que esta hermosa e infortunada urbe había entregado a la insaciable voracidad de Katrina, tres años atrás, el trágico tributo de diez mil vidas y quedaba casi borrada del mapa, comenzaron a rondar por nuestras aguas nada menos que tres tormentas tropicales con vocación de convertirse en huracanes.
Hanna siguió su amenazadora trayectoria a distancia un aunque dejándonos el recuerdo de intensos aguaceros y fuertes vientos, obligando a adoptar nuevas previsiones de emergencia y afectando la docencia y las actividades normales del país. Pero el lento y amenazador Ike y la novedosa Josephine constituyen ahora mismo un preocupante dueto de posibles riesgos para el país. Todo ello supone mantener en alerta continua los partes de Meteorología que fluyen de manera regular manteniendo informada a la población, en estado de emergencia a los organismos de socorro, habilitación de refugios y evacuación de los grupos que residen en condiciones más precarias y vulnerables.
Frente a esta realidad, todas las previsiones se justifican, sobre la base de que estando en juego vidas humanas, es preferible pecar por exceso que por defecto. Obligado desplegar todos los esfuerzos posibles para frente a cualquier eventualidad incontrolable de la Naturaleza, reducir al mínimo la posibilidad de víctimas mortales en primer término, aún usando medidas compulsivas para promover al desalojo de los grupos humanos en riesgo que, por ignorancia, hagan resistencia en caso de obligada evacuación.
Ahora bien. El tema de los cambios climáticos es de mucha mayor trascendencia. No comporta un riesgo coyuntural sino permanente para la vida humana en la misma medida en que la calidad del ambiente continúe deteriorándose. El reto que impone no es de medidas esporádicas, sino de políticas sostenidas que pongan freno a las acciones depredadoras tanto de nuestras fuentes acuíferas, ríos, riachuelos, arroyos, lagunas y embalses de las presas como del disminuido inventario forestal, que es escudo protector y bomba de oxigenación, al tiempo que al igual que las vías y reservas de agua, tesoros de incalculable riqueza material si se hace un racional aprovechamiento de ambos.
A la luz de estas realidades, de las amenazas que comporta el calentamiento global y de las tareas de rescate y reconciliación con la Madre Naturaleza, la misión reservada a las autoridades de Medio Ambiente es de gran trascendencia. De esperar que Jaime David Fernández, con sobradas condiciones para acometer esa tarea, lo haya entendido así y ponga su cabeza, su voluntad y sus manos en ella convocando el país a esta gran cruzada nacional de sobrevivencia. Nadie con mayores calificaciones para asumir ese desafío que puede convertir en un bien inapreciable para el país y un motivo de legítima satisfacción y general reconocimiento para él.
Esperemos se decida a aceptar el reto.
2008-09-04 18:35:05