Opiniones

EL TIRO RÁPIDO DE LA SEMANA

EL TIRO RÁPIDO DE LA SEMANA



De



Mario Rivadulla

Durante el encuentro sostenido en su despacho del Palacio Nacional por el Presidente Leonel Fernández y los integrantes del Consejo de Seguridad Democrática para pasar revista a la situación del orden público y los resultados de la aplicación del programa “Barrio Seguro”, se analizó el crecimiento y peligrosidad del tráfico de drogas y su obvia incidencia en la comisión de hechos criminales de toda naturaleza, principalmente asociados a la violencia.  Al final de la prolongada reunión, se anunció la creación de una comisión que tendrá a su cargo revisar, actualizar y hacer más severa la ley que penaliza el tráfico y consumo de estupefacientes como un primer paso para incrementar la prevención y lucha contra el narcotráfico.

Sin dudas ha sido una disposición positiva al promover la creación de un marco jurídico más actualizado y adecuado al auge que ha adquirido el comercio y consumo de estupefacientes, no solo ya como corredor internacional para alimentar los atractivos mercados de los Estados Unidos y Europa, sino también en el plano local donde ha fomentado el fenómeno del microtráfico en barrios urbanos y comunidades del interior y extendido la adición a las drogas, en particular entre los jóvenes y hasta niños de cada vez más tempranas edades.

Cuando el senador Wilton Guerrero produjo sus denuncias sobre el auge del narcotráfico en la provincia Peravia y la alegada complicidad de autoridades locales, a raíz de la matanza de un grupo de  elementos presuntamente vinculados a esta actividad criminal por parte de otros malhechores, en lo que sería una clásica operación de “tumbe”, dijimos que el principal mérito de las mismas es que había servido de detonante para colocar el hasta entonces un tanto relegado tema en plano de prioridad nacional. 

Así ha ocurrido.  Un tema que hasta entonces había sido un tanto tabú o al que no se le estaba concediendo la importancia requerida, ha pasado a figurar en primera línea de la actualidad focalizando la atención de la ciudadanía. Hoy es raro encontrar alguien que no esté atento y al tanto del desarrollo de las investigaciones en torno a los sangrientos acontecimientos que tuvieron como escenario la comunidad de Ojo de Agua, cercana a Paya, las que por cierto parecen marchar por buen rumbo con el descubrimiento de nuevos elementos de prueba, entre éstos la lancha semihundida en la que supuestamente se trajeron al país mil 200 kilos de cocaína que habrían sido el eje del crimen múltiple que estremeció al país. y la detención de nuevos presuntos involucrados.  

El ruido ocasionado por este hecho espectacular y la resonancia posterior a través de las denuncias del senador de Peravia, de seguro que han sido un elemento influyente en la decisión del gobierno de profundizar la lucha contra el narcotráfico, tanto con medidas preventivas como acciones represivas.

No obstante, si bien es cierto que vale saludar la declaración de definida voluntad política del gobierno para enfrentar esta grave problemática, es conveniente recordar que para sustentar la misma en el terreno de los hechos es indispensable disponer de recursos más amplios y efectivos para hacer frente a los cuantiosos medios de que dispone el narcotráfico internacional.  Este resulta tan poderoso que no podemos hacerle frente con simples buenos deseos y a manos peladas.

El país necesita de medios defensivos y ofensivos para hacer frente a la amenaza constante de los carteles de la droga.  Precisamos de radares, de aviones interceptores, de lanchas patrulleras rápidas y bien armadas, de personal confiable y adecuadamente entrenado, de radares capaces de detectar vuelos a baja altura, un cada vez más estrecho  intercambio de información y de alianzas operativas con organismos antidrogas de otros países de la región y en el plano mundial.  De lo contrario, por más esfuerzos que desplieguen nuestras autoridades antidrogas no podremos defendernos adecuadamente de los ataques de los narcos ni mucho menos pensar en derrotarlos.

La coyuntura por consiguiente se nos presenta bien definida: o los Estados Unidos y los países europeos adonde va el grueso de la droga que transita por aquí, nos facilitan la ayuda requerida en su propio beneficio, o no nos quedará más remedio que apretarnos el cinto y enfrentar el reto con nuestros propios recursos.   El costo de no hacerlo consiste en la posibilidad nada exagerada de terminar convertidos en una narcorepública.

2008-09-15 18:40:16