Revisando
¿Hacia dónde vamos?
Manuel Díaz Aponte
Quizás uno de los elementos de mayor peso social en la actual crisis financiera del capitalismo moderno actual, es que la gente tendrá que revisar o recomponer el modo de ver y compartir en la sociedad.
Sólo hay que reflexionar observando las dramáticas imágenes de los operadores y ejecutivos de Wall Street captadas por el lente de los fotógrafos de importantes rotativos del mundo, justo en el momento en que las bolsas de valores siguen en picadas. Las propias gráficas proyectan simultáneamente la fragilidad del ser humano ante un determinado acontecimiento.
Realmente no importa la posición social que en que se encuentre una persona para sentir las secuencias emocionales que se presentan al momento de recibir el impacto de una noticia desagradable.
Hay que suponer que la mayoría de los altos y medianos ejecutivos de la Bolsa de Valores de Nueva York, por ejemplo, tenían informes de primera mano sobre lo que podría ocurrir ante una inminente caída de los mercados bursátiles mundiales. Sin embargo, la reacción padecida por éstos refuerzan la idea de que no estaban preparados para recibir esas males noticias.
Se trata por demás de un claro ejemplo de la fragilidad humana, que en este caso no está supeditada a la posición social que se ocupe.
Lo cierto es que el mundo capitalista tendrá que revaluar su estilo, norma, actitudes, aspiraciones y comportamiento. Si partimos de la reflexión bíblica de que la felicidad no está en el dinero, tendríamos que repensar en otras dimensiones que darían más sentido a la vida.
Una persona dedicada única y exclusivamente a producir dinero alcanzará tarde o temprano un vacío existencial, capaz de arrancarle hasta su propia vida. Los suicidios recientes entre personalidades de Corea del Sur, entre ellos, artistas y actores de renombres indican que poseer plata no garantiza la felicidad plena a la gente.
La existencia humana es realmente hermosa cuando sabemos lidiar con ella, adoptando no tan sólo un comportamiento social equilibrado, decente y constructivo, sino también cuando incursionamos en obras en beneficio de los que menos tienen, de aquellos que nacieron y morirán sin apellidos, de los desamparados y excluidos de la sociedad.
La adquisición de cosas y objetos materiales no debería ser la norma en una persona medianamente inteligente. Se debe luchar y trabajar para que las riquezas lleguen al mayor conglomerado humano posible; para que no exista hambre en el mundo, para que los niños estudien y jueguen sanamente y para que haya mayor número de empleos y oportunidades para todos.
La crisis financiera mundial que trae consigo el cierre de centros laborales, comercios y por consiguiente, mayor número de desempleos, debe inducir a la gente a:
Planificar mejor la vida
Ser cauto y austero en el gasto
Priorizar necesidades
Aplicar la humildad
Preservar la unidad familiar
Naturalmente, que debemos cambiar la mentalidad guerrerista que envuelve el comportamiento y actitud de importantes líderes mundiales. Si los Estados Unidos dedicaran la mitad de los cuantiosos recursos económicos destinados en guerras a proyectos de inversión en el planeta, la realidad actual sería distinta.
Evitemos que la especie humana pierda el sentido por la vida y que sucumba la honestidad; integridad, amor, convivencia, buenas acciones y construcciones positivas ante la barbarie.
Diario Dominicano
Martes, 14 de octubre de 2008
2008-10-14 16:24:04