EL TIRO RAPIDO
de
Mario Rivadulla
El pasado miércoles, con motivo del Dìa Internacional de la No Violencia contra la Mujer, tuvieron lugar dos importantes actividades relacionadas con la celebración. Una tuvo como escenario el salòn Las Cariàtides del Palacio Presidencial, donde la Primera Dama, doctora Margarita Cedeño, convocò a un acto de reflexiòn que desbordò de pùblico, principalmente mujeres de todos los niveles sociales. El otro, consistiò en una marcha con la misma motivación y consigna, encabezada por el Procurador General de la Repùblica y el Jefe de la Policía, varios funcionarios y congresistas y un gran contingente ciudadano que partiendo del parque Mirador Sur cubriò una ruta de dos kilómetros hasta culminar en el Centro de los Hèroes.
Paralelamente, el Secretario de Interior y Policía, Franklin Almeida Rancier, anunciò que durante el mes de diciembre se prohibirà el porte de armas de fuego por parte de civiles, asì como de militares y agentes policiales que no se encuentren de servicio. La època se ha escogido por estimarla propicia, en particular durante los dìas navideños y conforme a experiencias anteriores, a un aumento de la violencia y de los hechos de sangre por razones ajenas a la delincuencia y que son determinados en no pocos casos por la ingesta excesiva de bebidas alcohòlicas, cuando no de drogas. La medida es una especie de balòn de ensayo para darle extensión dependiendo de los resultados que arroje.
La disposición cuenta con una firme base de apoyo popular. Este se fundamenta en las conclusiones de una encuesta contratada por la dependencia oficial con la prestigiosa firma Gallup Dominicana, demostrativa de que màs del 73 porciento de la muestra de mil doscientos sondeos individuales respalda la campaña «Sacar en Diciembre las armas de la calle». Una cantidad mayor, 80.6 porciento, apoya asimismo el desarme en horas y dìas fuera de servicio de agentes del orden pùblico y miembros de los cuerpos castrenses.
Ya anteriormente, la propia Secretarìa habìa dado a la luz pùblica la información, extraìda de los registros policiales, de que, a diferencia de lo que pudiera pensarse, dos de cada tres actos violentos que tienen lugar en el paìs y llegan a conocimiento de las autoridades proceden de la población civil y no del submundo criminal. Estos obviamente, reciben una mucha mayor cobertura mediàtica e impactan a la población con mayor fuerza emocional.
Pero lo cierto es que la violencia està en la calle, en la gente y en el seno de la sociedad. En el transcurrir del dìa a dìa y en el comportamiento del ciudadano comùn cuyos niveles de estrès se traducen en altìsimos niveles de agresividad que violentan los màs elementales principios de convivencia pacìfica. Desde el conductor desaprensivo que desde que se pone al volante se convierte en un potencial homicida hasta equellos que inspirados por un torcido y enfermizo criterio machista abusan de las mujeres, llegando al extremo de quitarles al vida al punto de que este año ya el nùmero de feminicidios supera por varias decenas a la cantidad registrada en el 2007.
Las armas en manos de la población civil se sobreentienden como instrumentos defensivos. Son para conservarlas en el hogar en caso de que su seguridad pretenda ser violada por malhechores, o en los negocios cuando èstos se convierten en peligrosa tentaciòn para la criminalidad. Pero la tenencia no incluye el porte. El andar cargando armas en la calle sin ninguna necesidad ni justificación, y mucho menos para hacer arrogante y ridìcula exhibición de las mismas.
De esperar que esta medida se cumpla con la mayor rigurosidad. Y eso incluye comenzar por los propios uniformados, cual que sea su grado, a quienes les està prohibido portar armas cuando estàn fuera de servicio, disposición que es violada de continuo y que ha dado lugar a màs de un penoso y evitable hecho de sangre.
De sus resultados, que esperamos positivos, dependerà el que comience a cobrar realidad el sostenido y casi obsesivo ideal del padre Luis Rosario, el dedicado encargado de la Pastoral Juvenil de la Iglesia Catòlica de llegar a tener una sociedad sin armas ni necesidad de ellas, como paso definitivo para garantizar al màximo la paz social y la vida humana. Para ello falta tiempo. Pero lo importante para lograrlo es dar el primer paso.
2008-11-24 19:51:00