Opiniones

EL TIRO RAPIDO

EL TIRO RAPIDO



De



Mario Rivadulla 



Durante una reciente intervención pública, el Presidente de la Suprema Corte de Justicia, Jorge Subero Isa expresó que los dominicanos queremos un mejor país. Tiene razón y ha llegado el momento preciso y quizás impostergable de que asumamos el compromiso de trabajar por esa mejor nación a la que aspiramos. 

Los dominicanos queremos un mejor país. 



 

Un país donde el gobierno, la oposición y todos los sectores que integran nuestra sociedad acabemos de entender la necesidad imperiosa y asumir el compromiso común de un proyecto de nación que esté por encima de intereses particulares y mezquinas apetencias. 



 

Un país donde la Constitución no sea letra muerta ni “un pedazo de papel”, en que impere el espíritu de la ley, pareja para todos, sin margen a privilegios y compadrazgos. 



 

Un país en que la palabra “patria” no sea letra muerta sino que recobre toda su majestad y donde se exalten el valor del trabajo, la virtud de la honradez, el sentimiento de solidaridad y el sentido de responsabilidad. 



 

Un país donde se privilegien la educación y la salud, como pilares básicos del desarrollo y se apoye y retribuya adecuadamente a quienes tienen la responsabilidad de impartir la una y preservar la otra. 



 

Un país donde el ejercicio político sea una forma de servir y no de servirse. Donde desterremos el funesto clientelismo y el aprovecharse del poder para el enriquecimiento ilìcito y punible.  Donde cada ciudadano o grupo de ciudadanos pueda reclamar sus derechos pero sin violentar derechos ajenos y conscientes de que al disfrute de cada uno de esos derechos corresponde tambièn el cumplimiento de obligaciones. 



 

Un país donde la corrupción, sea pública o privada, no quede arropada de culpable, cómplice y vergonzosa impunidad y por el contrario, reciba justa sanción sin exclusiones irritantes. 



 

Donde dispongamos de autoridades que hagan cumplir las leyes sin abusos ni atropellos, pero con la necesaria firmeza para garantizar el orden y la coexistencia civilizada. 



 

Donde dejemos de ser puente para el narcotráfico y pongamos freno al creciente consumo interno de drogas,  mediante una acción conjunta de las autoridades y la sociedad de prevención, orientación, vigilancia y represión. 

Donde dispongamos de códigos y mecanismos efectivos para evitar que, por leguleyismos y trampeos, los responsables de crímenes disfruten de inmerecida libertad en vez de purgarlos trás las rejas. 



 

Donde desterremos las aberrantes y enfermizas expresiones de machismo y la mujer disponga del más amplio espacio como madre y esposa pero tambièn como ciudadana en plenitud de derechos, para desarrollar toda su capacidad en igualdad de oportunidades que el hombre. 



 

Donde se estimule y preserve la sana inversión creadora de riqueza y de puestos de trabajo y podamos desarrollar en su máxima expresión el potencial de progreso y bienestar del país. 



 

Donde eliminemos el desempleo, la pobreza y la marginalidad de tantos en contraste con la riqueza sobrada, de sucio origen y tan a menudo insolente de los muchos menos. 



 

Donde podamos garantizar a cada ciudadano sus derechos elementales al trabajo, a la educación, a la salud, a los servicios esenciales de nutrición, agua, luz, transporte y todo cuanto sea necesario para una vida digna. 

En fin, un país distinto, muy distinto al que tenemos ahora.

Que podemos alcanzar si trabajamos de firme para conseguirlo.  Si estamos conscientes de que no nos llegará por vía de varitas mágicas ni promesas demagógicas, sino como fruto y justa retribución a los esfuerzos que hagamos para lograrlo. La tarea será exigente y requerirá tiempo pero su resultado lo amerita y compensa. Todo está en que pongamos manos a la obra sin esperar para más tarde. 

2008-12-15 18:33:53