Opiniones

EL TIRO RAPIDO DEL MIERCOLES

EL TIRO RAPIDO DEL MIERCOLES



De



Mario Rivadulla 

 

En remotas páginas interiores, casi desapercibida, ha pasado de largo una información en extremo preocupante.  De un total de 37 paìses enlistados por la FAO como los que padecen mayor déficit nutricional, figuran 5 latinoamericanos.  Y en este privilegiado grupo negativo aparece registrado el nombre de la Repùblica Dominicana, compartiendo tan cuestionables honores con el vecino Haitì, Nicaragua y Bolivia, entre otros. No es como para sentirnos precisamente orgullosos, sino todo lo contrario, profundamente preocupados; terriblemente avergonzados. 



 

Desde los tiempos ya lejanos de los doce años del finado Presidente Balaguer, la FAO y otros organismos internacionales involucrados en el tema, han venido, de año en año, reportando significativos niveles de desnutrición en el pueblo dominicano, principalmente en menores de cinco años.  Se estima que las carencias nutricionales que no hayan sido corregidas antes de arribar a esa edad crìtica, dejaràn huellas permanentes en el organismo de las vìctimas, no cabe llamarlas de otro modo,  afectando de manera irreversible su desarrollo psicomotor.  En tèrminos claros: esto significa decenas de miles de niños y luego adultos, a quienes vale considerar como minusválidos, que nunca alcanzaràn la plena madurez mental y física, y que por consiguiente estarán en seria desventaja para desenvolver su existencia en términos de competencia.  Lamentablemente, de entonces acà, casi cuatro lustros màs tarde, hemos logrado escasos avances y seguimos girando como una centrìfuga en torno a la misma penosa situación. 



 

Esta situación coloca de nuevo como tema de actualidad primaria, la necesidad de promover la Seguridad Alimentaria.  Precisamente en el foro convocado por la propia FAO y efectuado en Roma, en meses recientes, se exhortò a los paìses en vìas de desarrollo que poseen potencial agrícola a fomentar la producciòn de alimentos provenientes de la madre tierra.  Haitì figura en la lista de algo màs de dos docenas de paìses que segùn la propia FAO corren grave riesgo de sufrir hambrunas; Repùblica Dominicana por el contrario, entre la de aquellos otros con capacidad para producir alimentos suficientes.   



 

En nuestro caso no solo poseemos la capacidad para suplir las necesidades nutricionales de nuestra población y de hecho casi lo estamos haciendo, sino tambièn para exportar a Haitì y a otros mercados vecinos urgidos de alimentos.   Tan es asì que quizàs con un tanto de arrogancia pero con no poco de verdad, en màs de una oportunidad e igualmente en esta ocasión, nos consideramos con potencial para convertirnos en “el granero del Caribe”.   



 

¿Podemos serlo en realidad?  Dejando de lado especulaciones y pronòsticos siempre tan riesgosos, podemos cobijarnos bajo la usada frase de que “no hay peor esfuerzo que el que no se hace”. 



 

Por lo pronto poseemos productores eficientes. Lo estàn demostrando. Pese a todas las limitaciones y a la desventaja de altos costos estàn dando notaciòn de su gran capacidad de trabajo y exitoso desempeño. Por algo somos los terceros exportadores mundiales de aguacate; los primeros en cacao, cafè y plàtanos orgànicos; nuestro cacao està presente en muchas de las màs afamadas marcas de chocolate; nuestro tabaco disputa de tù a tù el liderazgo a los de otros paìses de larga tradición, como Cuba. Exportamos una cantidad creciente de vegetales chinos, de mangos y frutas variadas.

Poseemos fincas lecheras modelo y contamos con arroceros que logran altos niveles de productividad. Romana, los Vicini y Barahona mecanizan el laborioso trabajo cañero y son eficientes productores de azúcar.  Criadores de cerdos y pollos asì como la industria huevera satisfacen las necesidades del mercado local.  Los invernaderos se van extendiendo y mostrando su gran potencial de producción exportable. 



 

¿Què nos falta entonces?  Una sostenida polìtica de cara al campo. Planificación,  financiamiento en condiciones apropiadas, tecnología de punta, vocaciòn asociativa entre pequeños y medianos productores para integrarse en unidades empresariales competitivas, eliminación de tramos innecesarios de intermediación ruinosos para los productores y encarecedores para los consumidores.  Pasar en fin, de las palabras y promesas a los hechos. 

Nos probaremos entonces a nosotros mismos si contando con esas herramientas vitales somos tan capaces como los que más para no solo garantizar nuestra Seguridad Alimentaria del modo más eficiente,  con producción abundante, rentable para los agricultores y económica para los consumidores, contribuyendo a la necesaria polìtica social encaminada a disminuir hasta eliminar esa penosa y vergonzosa inclusión entre los paìses que padecen déficit nutricional,  al tiempo que aumentamos significativamente nuestras exportaciones del agro.  

Yo apostarìa a que podemos lograrlo.

2008-12-18 16:38:49