Opiniones

A Dios rogando?y con el mazo dando

Una larga historia de sangre, represión e iniquidades

Ivonne Ferreras

Una hilera de hechos repudiables y abominables marcan la historia de la Iglesia Católica desde sus inicios. Dos mil años de crímenes, sangre, represión y persecución sin cuartel a todo cuestionamiento a los dogmas y normas eclesiales, constituyen parte del legado histórico de la Santa Madre Iglesia.

Eso sí, siempre en nombre de Dios. Ese Dios misericordioso y bondadoso que se vuelve implacable cuando de los ?enemigos? de la religión se trata, y al que recurren sus intermediarios en la tierra cuando perciben amenazados su poderío e influencia.

Un breve vistazo a la historia del catolicismo, despeja las dudas sobre la manera en que consiguió la supremacía espiritual y material de que goza, convirtiéndose en la iglesia universal, con derecho y potestad divinos, cuyo largo brazo alcanza a todos los rincones de la Tierra.

Muy lejano el tiempo en la historia, nos remontamos al siglo IV, específicamente al año 325, cuando se celebró el primer concilio oficial de la Iglesia Católica, bajo el amparo del Papa San Silvestre, cuyo móvil fue la condena a la herejía del arrianismo, iniciando así la larga cadena de muertes para imponer su poderío. ¿Cuántos murieron en esta persecución? La cifra, lamentablemente no se sabe. No existían las estadísticas pero no fueron pocos los que cayeron defendiendo su derecho a disentir de la divinidad de Jesucristo y la consustancialidad con Dios.

Si a juzgar por los 21 concilios celebrados a lo largo de dos siglos de existencia, se puede asegurar que la mayoría de ellos han sido para condenar herejías, persecución y muerte de los contrarios a las doctrinas y dogmas de la iglesia.

Así tenemos los tres concilios de Constantinopla, el de Efeso, Calcedonia, segundo de Nicea, los cuatro de Letrán, el de Vienne, en el siglo XIV, en el que se abolió a golpe de sangre y fuego la orden de los Soberanos Caballeros del Temple, mejor conocida como la orden de los Templarios y que llevaron a cabo las Cruzadas para reivindicar el poderío eclesial en este mundo.

Los siguientes concilios, Constanza, otro de Letrán, hasta el no menos famoso de Trento, en el que se trató de la nueva escisión que sufría la Iglesia Católica por culpa de la reforma implantada por Martín Lutero, son una clara muestra de cómo logró imponer su credo, dogmas, enseñanzas y espiritualidad.

Poblaciones enteras diezmadas en nombre de Dios, fue el legado del emperador Carlomagno, buscando ?convertir?, a sangre y fuego al catolicismo a los pueblos de la Europa bárbara. Tan buena fue su labor que fue convertido en santo en uno de los tantos intentos por justificar las matanzas que en nombre de la fe, se hicieron.

Su herencia pasó a Luis, apodado El Santo, quien organizó matanzas en esa parte del hemisferio, dejando destrucción, dolor y muerte por donde pasara, como expresa Karlheinz Deschner en su obra ?Historia Criminal del Cristianismo?.

Llegamos al siglo XII, tiempo en que la humanidad sufrió momentos tan cruentos y crueles como la Santa Inquisición, cuyo tribunal inició en la Edad Media y se mantuvo vigente, de manera oficial, hasta el siglo XIX, cuando desaparece para dar lugar a la moderna inquisición bajo el nombre de Congregación de la Fe, tribunal que desde la ascensión al solio pontificio de Paulo VI, fue presidido hasta su consagración como Papa, por Joseph Ratzinger, hoy Benedicto XVII.

Ya en la Edad Media, específicamente en el año 1231, se constituye el Santo Tribunal de la Inquisición, bajo el protectorado del Papa Gregorio IX. Torturas inenarrables, tormentos sin comparación, para terminar en una hoguera para ser quemados vivos, son el ejemplo misericordioso de una Iglesia que vela por la preservación de la vida. ¿Cuántos murieron víctimas de la Santa Inquisición? Tampoco es posible contabilizar las víctimas, lo cierto es que sirvió para borrar a todo el que no estuviera de acuerdo con los preceptos de la Iglesia Católica.

Más recientemente, durante la Segunda Guerra Mundial y el Papado de Eugenio Pacelli, mejor conocido como Pío XII, el nazismo se entronizó en una Europa en guerra, con una Alemania poderosa, que arrasaba poblaciones y se apoderaba de naciones enteras.

Pío XII fue hechizado por las doctrinas del nacionalsocialismo de Hitler, y ante el embate del nazismo, se mostró pasivo y hasta cooperador con las tropas alemanas y se plegó al empuje de Benito Mussolini y sus Camisas Pardas en Italia.

No resulta entonces extraño que 60 años después, poco más o menos, un ex miembro de las Juventudes Hitlerianas asumiera el mando de la moderna Inquisición, censurando y aconsejando excomuniones a todo lo que para él, significara un atentado contra las doctrinas de la iglesia, llegando incluso a ahogar y hacer desaparecer la Teología de la Liberación, movimiento surgido en América Latina a mediados de la década de los 60?s y que fuera literalmente destruido a partir de la celebración en Santo Domingo, de la IV Conferencia del Episcopado Latinoamericano (CELAM), en octubre de 1992.

Pero esa historia de crímenes y hechos deleznables puso cierre con broche de oro al ¿asesinato?, del Papa Juan Pablo I, el Papa de la sonrisa, quien trataba de buscar un acercamiento entre los distintos credos, pero además tenía prevista una reunión con grupos católicos para definir la postura de la Iglesia ante los métodos de anticoncepción y el aborto, revela David Yallop en su libro ?En nombre de Dios?, una historia acerca de los motivos que tuvo el Vaticano para desaparecer a este moderno y liberal pontífice.

Igualmente, Juan Pablo I había iniciado una investigación en torno a las operaciones del Banco Ambrosiano, y sus conexiones con importantes jerarcas católicos entre los que se encontraban Ratizinger, el Obispo O?Connors de Massachussets, banco que tenía a su cargo los recursos del Vaticano.

Hoy resurge la discusión acerca de la despenalización del aborto, y la Iglesia Católica sale al frente enarbolando el estandarte de la preservación de la vida. Cabría preguntarse a cuáles vidas se refiere, a las tantas que cortó de golpe y porrazo en nombre de la fe o a la de tantos que han caído en guerras sin sentido, apoyadas por el Vaticano en un intento de preservar la hegemonía católica en el mundo moderno.

Al parecer, la historia de la doble moral y la hipocresía no terminará nunca. En un tiempo fueron los dogmas, hoy, el derecho a la vida.

2009-04-20 22:21:24