POR JOSE PIMENTEL MUÑOZ*
Aunque todavía está en fase de elaboración y solo se ha anunciado preliminarmente, puede afirmarse que revestirá enorme importancia el proyecto del INDRHI de convertir en ?guardianes del agua? a miles de campesinos que actualmente forman parte de las juntas de regantes de los campos del país.
No puede haber mejores vigilantes del declinante recurso agua que los propios individuos que se benefician del mismo al utilizarlo para poner a parir la tierra.
Se trata, como ha dicho el activo director del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INDRHI), Héctor Rodríguez Pimentel, de un plan con respaldo internacional ?específicamente de la Unión Europea- al cual se le pondrá toda la seriedad y que estará ligado estrechamente al proyecto ?Cultura del agua del contra la pobreza?.
Esperar los detalles y su pronto inicio es el camino de la hora. Mientras tanto, es oportuno reiterar datos valiosos sobre la situación del agua en el mundo y que ponen de manifiesto que todo nuevo proyecto debe ser bien recibido y que en el plano nacional debe trabajarse con más interés por la preservación del recurso.
La reciente conmemoración del Día Mundial del Agua -que incluyó encuentros científicos y políticos en varias ciudades del mundo- volvió a mostrar a técnicos, dirigentes, funcionarios públicos y representantes de organizaciones no gubernamentales, profundamente preocupados por la evolución demográfica y la expansión industrial, en un contexto de grave escasez de agua dulce y su degradación por contaminación.
Como ocurre con la energía, el mundo enfrenta ahora una barrera a su expansión demográfica, tecnológica y social: la falta de agua, por la que, se vaticina, se agravarán los enfrentamientos internacionales.
En las ceremonias del Día Mundial Agua durante el mes pasado, no hubo cambios en la interpretación de lo que le pasa a la humanidad: cientos de millones de personas se debaten en la absoluta escasez de agua para su subsistencia; las condiciones climáticas modifican el hábitat aceleradamente; la contaminación limita aún más la disponibilidad del elemento y esa ecuación asfixiante condiciona y distorsiona no sólo la evolución de la economía, sino el gravísimo problema moral de la marginación de buena parte de la población del mundo de las mínimas condiciones de vida.
Nuestros científicos -varios de ellos asociados a grupos técnicos internacionales y premiados por sus estudios- han demostrado que el calentamiento global incidirá también en el clima regional y provocará -entre otros males- drásticos cambios en la disponibilidad del agua.
Predicen que aumentará la temperatura ambiental, disminuirán las precipitaciones en las cuencas altas de cuyos glaciares se nutren nuestros ríos y a la vez, irán aumentando y tornándose más violentas las precipitaciones en el llano, elevando las proporciones de humedad medio ambiental a niveles muy superiores a los que han sustentado la producción regional y la vida en la ciudad y el campo.
Esto demanda de nuestras clases dirigentes -científicos, funcionarios, empresarios, representantes de ONG- la construcción de una política de Estado que perdure por sobre los alternativos cambios de gobierno: medidas que propicien una rápida readaptación de Republica Dominicana y la región a las nuevas condiciones que nos plantea la Tierra.
Porque vivir y producir en este país ya no será lo mismo en el futuro inmediato y ambos propósitos dependerán de la capacidad que tengamos para asumir el cambio climático, preservar la naturaleza, corregir la cultura del uso y administración del agua escasa.
Es una misión urgente y vital.
*El autor es periodista.
Pimentelmunoz_jose@hotmail.com
2009-04-21 13:22:25