Mario Rivadulla
Martes 12,05,09
Definitivamente hay que llegar a la conclusión de que el actual Administrador de la Lotería Nacional anda por caminos errados y al parecer carece además, de personas que le ofrezcan buenas orientaciones y le aconsejen que se manifieste con la necesaria prudencia que debe acompañar la gestión de todo funcionario público.
El funcionario ha reaparecido después de varios meses de silencio a partir de la sorprendente revelación de que, haciendo uso de poderes que no le reconoce la ley y disponiendo de manera medalaganaria de fondos públicos, distribuyó graciosamente, según propia admisión, nada menos que veintisiete millones de pesos entre la casi totalidad de los miembros del Congreso, dizque con la finalidad de que pudieran comprar juguetes para los niños pobres de sus respectivas demarcaciones. Por cierto, que se recuerde, no ha habido la menor divulgación de ninguna de estas reparticiones, como es frecuente que hagan los políticos para promocionarse y mucho más, mediando serios cuestionamiento en torno a esta forma dadivosa, si no dispendiosa, de utilizar los recursos de la Lotería.
Y para su resurgimiento público escogió como marco una rueda de prensa ofrecida en unión de varios de sus colaboradores, donde enarbolando el hacha de la guerra amenazó de sometimiento judicial a la presidenta de la Federación de Bancas de Apuestas. Esto así, en razón y respuesta al comunicado que dicha entidad desplegase en varios medios de la prensa escrita acusando al incumbente de llevar el caos y el desorden a la Lotería Nacional y de faltar a la verdad al acusar a los miembros de esa entidad de tener acumulados impuestos sin pagar por nada menos que dieciséis mil millones de pesos, para concluir reclamando su remoción del cargo.Hasta ahí todo resulta normal. Debatir públicamente es práctica diaria en el país y apelar a los tribunales cuando alguien se siente difamado, un derecho que está establecido en la ley y le asiste a todo ciudadano.
Donde falla lastimosamente el Administrador de la Lotería es cuando incluye en ese paquete a los medios de comunicación que se han hecho eco de las acusaciones en su contra, como antes lo hicieron del reclamo del funcionario que sirviendo de vocero a esa institución y hablando por su incumbente, acusó a las bancas de apuestas de no pagar esos impuestos.
Obvio que una amenaza de ese tipo a una prensa como la dominicana, en general abierta y cuestionadora, no produce frío ni calor. No es la primera vez que un medio de comunicación o un periodista es querellado ante los tribunales. Es parte del riesgo que comporta el oficio de informa con objetividad y libertad. Por esa vía, pierde su tiempo el funcionario como antes lo perdió el senador Alejandro Williams cuando intentó presionar a tres destacadas colegas que le han hecho frente y lo han sometido a su vez a la Justicia.
El Administrador de la Lotería, cuya gestión dista mucho de su antecesor quien en todo momento se distinguió por la prudencia conque se manejó en el cargo y que puso mucho, oportuno y saludable empeño en dejar constancia de que al partir quedaban en la caja de la institución cuatrocientos millones de pesos de patrimonio, olvida que por su condición de funcionario público está obligado a someterse a un permanente escrutinio de sus actuaciones y que la función de los medios de comunicación que es a la vez derecho consagrado en la ley es dar cuenta pública de todos y cada uno de sus mínimos actos, siempre y cuando entienda que son de interés de la ciudadanía.
Olvida también que existe una Ley de Acceso a la Información Pública, presentada precisamente por quien entonces era el único senador peledeísta, José Tomás Pérez, y que fue aprobada a unanimidad en ambas Cámaras Legislativas. Y olvida asimismo las reiteradas seguridades que ha dado el Presidente Leonel Fernández de que bajo su gobierno la libertad de prensa se ejercerá sin ningún tipo de cortapisa.
Si después de todo eso insiste en el infortunado propósito de someter los medios de prensa que se han hecho eco tanto de sus actuaciones como de los cuestionamientos a las mismas en legítimo y necesario ejercicio de información, está en libertad de hacerlo. Pero por adelantado puede apostar a seguro que perderá su tiempo y solo cosechará fracaso y ridículo.
2009-05-13 14:48:54