El tema de los partidos políticos es recurrente en nuestro medio social, ya que producto de las contradicciones y luchas de intereses que se desarrollan en su seno, la sociedad se ve perjudicada con las mismas, además porque las contradicciones entre los miembros de los partidos en procura de obtener posiciones y ventajas económicas, dan origen a escándalos, que muchas veces desbordan los limites partidarios y son debatidos en el seno de la opinión publica y eso es negativo para la estabilidad social y el clima de paz que exige todo conglomerado humano.
El mayor daño que se infringe a la sociedad con las luchas y contradicciones entre los principales miembros de los partidos políticos ocurre porque muchos de los mismos implican millones de pesos que han sido desviados del Estado a través de la corrupción y pasan a formar parte de las fortunas que amasan muchos que ostentan o han ostentado posiciones públicas. Por eso desde el punto de vista de los servicios y beneficios que los partidos están llamados a jugar en favor de la sociedad, estos vienen prestando un flaco servicio al bienestar de la gente y al crecimiento del sistema democrático y su sistema de partidos.
No obstante a esta realidad que ha venido prevaleciendo en la mayoría de nuestras organizaciones políticas en los últimos tiempos, muchas personas comienzan a preguntarse: ¿Son útiles los partidos políticos a la sociedad?
La respuesta a esta pregunta tiene dos vertientes. La primera nos dice que los partidos son el instrumento, por excelencia, que utiliza la sociedad y la democracia representativa para que los ciudadanos tengan un medio de expresar sus aspiraciones y sus deseos de bienestar al Estado, que como estructura superior que sirve de plataforma o receptáculo a todas las aspiraciones de la sociedad, las canalice y le de respuestas. La principal función de los partidos políticos, como representantes de la sociedad, es encausar esas aspiraciones para que el Estado, a través del gobierno de turno, satisfaga eso deseo de bienestar que tiene toda sociedad.
La otra respuestas es la que nos dice que los partidos políticos cuando no representan las aspiraciones de la sociedad, ante el Estado, se convierten en instrumentos pocos útiles para la función que están llamado a ejercer o a desempeñar. ¿Qué hacer entonces, prescindir de los partidos políticos? No, lo que debe hacer la sociedad es tratar de mejorar el funcionamiento y la eficacia de las instituciones ya existentes y la segunda opción es construir nuevas organizaciones políticas, que respondan a las aspiraciones y expectativas de la sociedad.
Aquí surge otra pregunta obligatoria: ¿Están las organizaciones políticas cumpliendo con los deseos y aspiraciones de la mayoría de la población? Como es evidente si damos una mirada al interior de los partidos políticos vemos que la respuesta es negativa; vemos, por el contrario, que los partidos y sus miembros jerárquicos compiten y se pelean por el reparto de posiciones con el fin de agenciarse ventajas individuales. Este comportamiento esta erosionando, de forma progresiva, las estructuras de los partidos políticos, porque hay una distorsión, por parte de sus dirigentes en cuanto a la función de estas organizaciones. Esta distorsión no esta permitiendo a la mayoría partidaria elegir a sus representantes auténticos, y por el contrario se observa que desde las jerarquías de las organizaciones políticas se establecen acuerdos para dejar fuera a los sectores medios y bajos de esas entidades sin el derecho a escoger a sus dirigentes. Ahí comienza el papel ilegitimo, tanto de las autoridades partidarias como de los representantes congresuales y municipales, ya que a quienes se escogen o imponen para esos puestos es a los que tienen mayor principalía económica, sin importar si estos tienen incidencia o un papel de servicio en sus comunidades.
Ese comportamiento de los partidos políticos no es exclusivo de una sola organización, si no que es un comportamiento y una forma de actuación que se ha venido repitiendo en todas las organizaciones del sistema de partidos, al momento de elegir a sus autoridades. Esto ha venido ocurriendo cuando se trata de elegir cuadros dirigentes al interior de esas organizaciones o cuando se ha deseado elegir representantes al congreso o a los ayuntamientos.
Como se puede apreciar con este tipo de comportamiento los partidos han ido, de mas en mas, desconectándose de las aspiraciones de la sociedad, por eso su incidencia y credibilidad ha ido en descenso, ya que no están siendo auténticos y esa falta de autenticidad es lo que ha dado origen a la ilegitimidad de las principales fuerzas políticas y de sus jerarquías, ya que la elección de sus autoridades la mayoría de las veces son el resultado de los acuerdos entre dirigentes jerárquicos y no el resultado del apoyo de la voluntad de los sectores medios y bajos, que en toda sociedad u organización constituyen la mayoría que da legitimidad a las direcciones partidarias.
Cuando una institución política no tiene capacidad ni siquiera para organizar un certamen electoral interno por los niveles de apetencias y guerras de intereses personales que lo impiden, en una situación similar, entonces, no se esta en capacidad de representar los intereses y aspiraciones de la sociedad. Eso esta ocurriendo al interior de nuestras organizaciones políticas.
En la sociedad dominicana todavía los partidos políticos continúan teniendo gran incidencia en el electorado nacional, sin embargo cuando observamos la tendencia ilegitima que llevan las mayoría de los partidos al momento de elegir sus autoridades y si observamos, además, sus luchas internas por el control de de esas instituciones , para luego controlar las posiciones en el gobierno para repartirse entre unos cuantos las riquezas del Estado, ante una conducta similar, poco a poco, se va socavando la vida de nuestras instituciones políticas.
Qué hacer ante esta realidad que esta debilitando la vida de las organizaciones políticas? Lo mas importante que puede ocurrir es la toma de conciencia por parte de las jerarquías partidarias del gran daño que se le ha venido infringiendo a estas organizaciones , por ello deben tomarse medidas para que haya correctivo a ese tipo de comportamiento destructivo y viciado, ya que esa actuación ilegitima de usurpar el derecho de la mayoría de elegir autoridades autenticas y representativas en sus organizaciones y en sus comunidades debe ser reparada o corregida, de lo contrario la falta de credibilidad y la ilegitimidad de las autoridades de esas instituciones la hará colapsar mas temprano que tarde.
Aunque todavía la tendencia es que los partidos políticos cosechan importantes niveles de simpatías y participación en los certámenes electorales, no por ellos debemos perder de vista que existe una franja muy importante de la sociedad que no cree ni esta apoyando el sistema de partidos. Esa franja cada día crece mas, producto de que no se siente representada en los partidos, a eso se debe el mayor grado de ilegitimad en que ha ido cayendo nuestro sistema de partidos. Por eso si se continúa profundizando la actuación ilegitima de los partidos y sus miembros jerárquicos, ello constituye una amenaza para su propia existencia.
La profundización de los niveles de ilegitimidad de los partidos y la aspiración de la sociedad por buscar o tener organizaciones políticas que respondan de forma autentica a sus aspiraciones de bienestar, libertad y democracia, ello obligara a nuestras instituciones políticas a tener que transparentar sus actuaciones y sus métodos de cara a la sociedad y de no hacerlo se exponen a ser barridas del escenario político, social y electoral en un tiempo mas temprano que tarde.
En este sentido debemos decir que aunque se esta confiando en la solidez del entramado de las instituciones sociales, económicas, políticas y jurídicas como sostén del sistema democrático y del sistema de partidos, al mismo tiempo se esta perdiendo de vista que los cambios que están demandando las sociedades actuales tienen una fuerza tan preponderante en la voluntad de la gente que amenazan no sólo con modificar los métodos y reglamentaciones de los partidos tradicionales y del sistema jurídico en que descansan, si no con potenciar nuevos modelos de conducción partidaria que niegue el pasado e inaugure nuevas formas de participación colectiva, tanto al interior de las organizaciones políticas, como en la participación de la distribución de las riquezas que debe tener la sociedad.
Para entender la rapidez de los cambios políticos y sociales que se están operando en el escenario local y mundial sólo tenemos que ver lo que esta ocurriendo en los Estados Unidos y Venezuela. Estos dos países en direcciones diferentes están revolucionando los métodos y los hábitos de hacer política, por eso se hace evidente que aquellas organizaciones y dirigentes que no están viendo la tendencia hacia nuevos métodos de conducción y de gerencia política, sino comienzan a caminar en esa nueva dirección, la vida de las instituciones que encabezan y sus métodos tradicionales de actuación caminan rumbo a su desaparición inminente.
La rapidez con que se operan los cambios en el mundo y en nuestra sociedad no sólo esta motivada por el deseo que tiene la gente para que los mismos sean una realidad, sino, y sobre todo, por la necesidad de sobrevivencia que tiene la gente. Son las necesidades mas sentidas de la gente, convertidas en prioridad de vida de los sectores medios, pobres e indigentes, las que están encendiendo la hoguera que da impulso a la voluntad de la gente hacia los cambios sociales, políticos, económicos y culturales que están demandando las sociedades actuales a sus organizaciones políticas y a sus dirigentes y en consecuencia al Estado y a los gobiernos.
La forma de exclusión y repartos de las posiciones partidarias como de las riquezas del Estado entre las elites de los partidos es otro aspecto que hace ilegitima las actuaciones de esos grupos dirigente en el seno de los partidos y como en toda sociedad democrática la mayoría termina imponiéndose a la minoría, los partidos con sus actuaciones a favor de los beneficios propios y alejados del bien común y del bienestar de la mayoría caminan a pasos gigantes y seguros hacia su desaparición.
Hay una organización, en nuestro sistema de partidos, que producto de su actuación, encaminada sólo en busca del beneficio propio y alejado del bien común de sus miembros, esta cosechando los resultados de su actuación poco solidaria y excluyente. En ese espejo deben verse las demás organizaciones políticas del sistema, ya que si no se ponen en práctica los correctivos, desde ya, la vida de los partidos políticos es de ?pronósticos reservados?. Por eso de seguir la tendencia actual, de debilidad y de ilegitimidad, las organizaciones políticas, en su configuración actual, irán unos primeros y otros después hacia la desaparición en un proceso que parece ser mas corto que largo.
Los partidos políticos que demanda la sociedad tienen que lidiar con las mismas personas, los mismos hábitos y los mismos vicios actuales, sin embargo las nuevas organizaciones que esta demandando la sociedad deberán cambiar los métodos de conducción excluyente que caracteriza a los partidos del sistema actual. Los métodos que tendrán vigencia y se irán estableciendo en el ejercicio político serán aquellos que sean incluyentes y comprometidos con la participación de la mayoría tanto en las estructuras de las organizaciones políticas como en la distribución de las riquezas del Estado. Los nuevos métodos de conducción que se irán estableciendo, por necesidad, en las estructuras de los partidos serán aquellos que privilegien un liderazgo colectivo y a dirigentes con una visión incluyente, trascendente y de compromiso con la organización, con el bienestar de la gente y con el afianzamiento y buen funcionamiento de las instituciones democráticas.
Evelio Arroyo es sociólogo, abogado y escritor
2009-06-11 15:21:28