Mario Rivadulla
Lunes 10,08,09
TRABAJO Y PRODUCCION
El Foro Social Alternativo acaba de anunciar un paro nacional de doce horas programado para el próximo 4 de septiembre, que por caer viernes no pocos aprovecharán para disfrutar de un fin de semana largo. La agenda de reivindicaciones es como siempre abultada, algunas razonables y posibles en tanto otras totalmente inviables al menos bajo las presentes circunstancias. No se trata de una acción aislada. La misma se proyecta como antesala de una huelga más prolongada si el gobierno no da respuesta a las demandas en un plazo de treinta días.
¿Existen motivos para protestar? Ciertamente. Los hay, ha habido y habrá siempre. De hecho, si bien hay situaciones que escapan a las posibilidades actuales del gobierno y no está en sus manos resolver, existen otras que pudieran ser atendidas y quizás solucionadas con una cuota mínima o moderada de recursos. Ahora bien…Es la huelga, el paro de labores, una salida? Afectar la producción y ocasionar pérdidas por decenas o cientos de millones de pesos, contribuirá a satisfacer alguna de las demandas que enarbola el Foro? No lo parece y así lo evidencian las experiencias anteriores. Que sepamos no ha habido una sola huelga nacional que en términos de resultados prácticos haya sido exitosa y conseguido aliviar en alguna medida la carga de carencias y necesidades que aqueja a tantos dominicanos.
Por el contrario, casi siempre los paros terminan con un saldo de violencia, a veces con pérdida irremediable de vidas por lo general jóvenes, en no pocas ocasiones de personas ajenas a la protesta y a las confrontaciones que genera. Son las víctimas inocentes. Aún cuando sus organizadores ponen empeño en proclamar que se trata de movimientos pacíficos, estallan bombas, elementos encapuchados echan mano a las chagonas o chilenas cuando no disponen de armas convencionales para enfrentar a la fuerza pública, se queman gomas, incendian vehículos, apedrean negocios que se resisten a cerrar sus puertas, se dañan propiedades públicas y se cometen todo género de desafueros y actos vandálicos. Los males se agravan en vez de superarse. Y al igual que ocurre con los paros hospitalarios decretados por la directiva médica, quienes terminan más afectados son los más pobres.
La protesta es legítima. Un irrenunciable derecho constitucional. Pero hay muchas formas efectivas de hacerlo y presionar a las autoridades sin necesidad de acudir a extremos como los señalados, que las más de las veces arrojan un saldo contraproducente a los fines que se persigue, agudizando los males en vez de solucionarlos o aliviarlos.
En momentos en que a los añejos problemas que arrastramos por décadas como las múltiples fallas y deficiencias del sistema energético, se suman los coletazos de la crisis internacional lo que menos necesitamos es de huelgas y paros por justificadas que sean las causas de las protestas. Con una actividad económica todavía recesiva y pérdida de puestos de trabajo, un déficit comercial creciente y una baja significativa en las recaudaciones fiscales, el repunte en los precios del petróleo y su negativo reflejo en los costos de las empresas y la economía popular, hoy más que nunca se requiere hacer un alto en la interminable querella doméstica para ver si logramos aún sea un concierto mínimo de voluntades en los temas más vitales como la energía, educación,salud y la reactivación económica para tratar de superar la crisis cuanto antes y con el mínimo daño posible. El momento no es de huelgas sino de concertación,trabajo y producción.
Otros lo están haciendo y logrando. Por qué no igual nosotros?
2009-08-11 14:17:26